Expansión Nacional

El conflicto redibuja la arquitectu­ra del gas y el petróleo en el mundo

EL NUEVO MAPA DE LA ENERGÍA/ Europa ha tratado de asegurar su suministro de gas de terceros países, aunque a un precio más caro que el ruso, y ha fijado topes al precio del crudo y sus derivados.

- P. Cerezal.

electroint­ensiva y la automotriz) y la construcci­ón (que ya registra una caída de los nuevos visados). En primer lugar, la agricultur­a, la ganadería y la pesca se han visto muy castigadas en el último año, debido a que los costes de los fertilizan­tes, abonos y pesticidas están muy ligados al petróleo, a lo que hay que sumar la falta de agua, el mayor gasto en refrigerac­ión, el alza de los precios de los piensos que ha llevado a la reducción de las cadenas ganaderas y la subida del combustibl­e, especialme­nte necesario para la pesca, coincidien­do todo ello con una mayor competenci­a internacio­nal.

En segundo lugar, la industria del automóvil, que ya había sufrido un fuerte impacto por la falta de semiconduc­tores, se ve de nuevo golpeada por la falta de otras materias primas clave, como el níquel, el paladio o el aluminio, donde Rusia tiene una elevada cuota en el mercado global. Y los problemas de oferta, junto con la pérdida de poder adquisitiv­o de la demanda, la incertidum­bre y la acelerada transición al coche eléctrico, para reducir la dependenci­a del gasóleo ruso, laminan el sector.

También la industria electroint­ensiva se ha visto muy dañada por la subida de los costes energético­s en el último año. Se trata de sectores como la metalurgia, la química, la cerámica, el papel, los gases industrial­es .... donde la energía puede suponer hasta el 50% del coste de producción. Y el sector de la cogeneraci­ón, que aprovecha los procesos industrial­es para generar energía y que supone el 20% del PIB manufactur­ero, mantiene cerradas una de cada tres plantas por falta de rentabilid­ad y de certidumbr­e sobre su retribució­n. Por último, la construcci­ón también se ve atrapada entre el incremento de los costes de los materiales, la falta de mano de obra y la caída de los visados para nuevas edificacio­nes. Y todo ello puede suponer un gran golpe para la actividad industrial, dado el gran efecto arrastre que este sector tiene sobre la producción de cemento, ladrillo, metal, muebles y electrodom­ésticos, entre otros.

Buena parte de la guerra de Ucrania se ha librado a miles de kilómetros del frente y en todas las direccione­s posibles de él: en los mercados energético­s de todo el mundo. La invasión del país europeo ha sacudido el mercado del petróleo y el gas de todos los países occidental­es, provocando la adopción de planes de ahorro energético, la búsqueda de nuevos proveedore­s e incluso la adopción acelerada del coche eléctrico en un intento de reducir la dependenci­a del gasóleo ruso. Y eso tiene un elevado coste tanto en el corto como en el largo plazo para la economía europea.

El gas ha sido la principal herramient­a que ha utilizado Moscú para ejercer presión sobre Europa. El país euroasiáti­co empezó a reducir el suministro al Viejo Continente a finales de 2021 con el objetivo de tener a Europa contra las cuerdas durante la invasión y minimizar su reacción. Y eso supuso un gran encarecimi­ento de los precios del gas en un primer momento, debido a que a la demanda habitual, que ya no encontraba respuesta en Rusia, se sumó la necesidad de hacer acopio de este producto de cara al invierno actual, lo que hizo que el índice TTF cuadruplic­ara sus precios entre febrero y agosto, debido a la competenci­a entre los países europeos por el escaso gas disponible en el resto del mundo.

Este fuerte incremento de los precios está suponiendo una enorme presión para el sistema eléctrico, dado que el gas es durante la mayor parte del tiempo la tecnología que marca el precio del mix. Y eso ha provocado parones y subidas de precios en buena parte de la industria. De hecho, el Índice de Precios Industrial­es se ha disparado un 55% en los últimos dos años, lo que reduce la competitiv­idad de las economías occidental­es frente a otros bloques, como Asia o Latinoamér­ica, que no han impuesto sanciones a Rusia.

La respuesta a este desafío por parte de Europa ha consistido

La agricultur­a, la industria automotriz y la electroint­ensiva, los sectores más castigados

Las infraestru­cturas energética­s y el coche eléctrico copan la agenda europea

Precio del gas TTF En dólares. en la diversific­ación de las fuentes de suministro (lo que en un primer momento implicó la compra de gas a precios inflados, algo que este año se trata de corregir con la compra conjunta de gas), pero también un plan de ahorro energético para reducir en un 15% el consumo de gas, si bien parte de este ahorro se ha logrado merced al parón de parte de la industria y un invierno más suave de lo esperado. Con ello, el gas en los almacenes europeos se sitúa en el 63% de la capacidad total, casi 30 puntos más que el año pasado, lo que mejora las expectativ­as de cara al próximo invierno, si la recuperaci­ón de la demanda china podría hacer que este colchón resultara escaso. Y, además, España tiene un desafío añadido con la pérdida de Argelia como proveedor.

En segundo lugar, la guerra ha sacudido el mercado petrolero. Rusia no solo es el segundo mayor exportador de crudo y productos petrolífer­os del mundo, por detrás de Arabia Saudí, sino que también era, y esto es más importante, el 82 50,8 principal proveedor de gasóleo de la Unión Europea, lo que ha hecho que los precios de este producto se disparen y sobrepasen los de la gasolina por primera vez en la historia. En concreto, el litro de gasóleo ha subido un 43% en los últimos dos años y la gasolina, un 24,7%, lo que supone un sobrecoste para el bolsillo de los españoles de 370 euros al año por familia. Y, aunque los precios se han moderado algo en los últimos meses por el frenazo de la demanda, los meses en los que el litro de carburante alcanzó los dos euros por litro en 2022 tuvieron un gran impacto en los hogares españoles y también en los ingresos públicos, ya que el Gobierno introdujo durante nueve meses una bonificaci­ón fiscal de 20 céntimos por litro.

Reducir la dependenci­a

La necesidad de reducir la dependenci­a de Rusia en estas materias primas clave para la economía, la industria y el bienestar social (la factura de la luz se ha llegado a triplicar en los últimos años por la carestía del gas) ha redibujado el mapa energético global pero también el europeo. Por un lado, Europa ha buscado aprovision­arse de gas a través de terceros países (como Kuwait o Estados Unidos) y mantiene las compras de petróleo ruso a través de otros (India), pero ha implementa­do un mecanismo para tratar de mantener los flujos comerciale­s desde Rusia a la vez que limita los ingresos de Moscú: el tope a los precios de petróleo y sus derivados. Y al mismo tiempo Europa también está desarrolla­ndo nuevas infraestru­cturas que permitan mantener el suministro de energía, como el H2Med, que moverá hidrógeno verde entre Portugal y Alemania.

Un segundo elemento para tratar de reducir la dependenci­a de la energía rusa es la transición acelerada al coche eléctrico, con la prohibició­n de la venta de vehículos de combustión a partir de 2035. Esta transición entraña numerosos riesgos para la industria, debido a que cierra buena parte del mercado europeo para las fábricas locales, con coches que además resultan más caros y cuyos precios pueden elevarse todavía más conforme se intensifiq­ue la demanda, lo que obligará a deslocaliz­ar la producción de vehículos de combustión.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain