El tablero mundial se recompone: la OTAN se revitaliza y China es la gran incógnita
LAS CONSECUENCIAS GEOPOLÍTICAS DE LA AGRESIÓN/ Polonia y los países bálticos exigen a Bruselas y al eje francoalemán más determinación ante la amenaza rusa. Estados Unidos abraza el proteccionismo y el sur global alerta de la crisis alimentaria.
La agresión rusa sobre Ucrania, cuyo primer aniversario se cumple hoy, deja cambios sustanciales en el tablero geopolítico. La OTAN, una alianza militar que en 2019 el presidente francés, Emmanuel Macron, vio en “muerte cerebral”, se ha revitalizado. Así lo prueba la solicitud de anexión de Suecia y Finlandia, que han puesto fin a una histórica tradición de neutralidad. Otra consecuencias que va a marcar un antes y un después son las sanciones económicas y militares que la UE, el G7, Estados Unidos y el resto de países occidentales han puesto en marcha.
“A medida que la guerra ha ido avanzando, se ha mostrado la complejidad de las dinámicas políticas globales”, explica a EXPANSIÓN Pol Morillas, director del Cidob, centro de estudios barcelonés especializado en asuntos exteriores. En Occidente, más allá de los gestos, el experto considera que “cada vez hay más dificultades para mantener la unidad”. Así lo evidencia la dureza con la que reaccionó Bruselas ante la batería de medidas proteccionistas que el presidente estadounidense, Joe Biden, anunció a finales de 2022.
“El objetivo es que Ucrania gane la guerra, con una provisión de armamento in crescendo”, indica el autor. Sin embargo, no hay consenso sobre qué se entiende por una victoria del Gobierno de Kiev. Para su presidente, Volodímir Zelenski, ganar incluye también la devolución de las dos regiones separatistas prorrusas, Donetsk y Lugansk, y la península de Crimea, que Moscú anexionó en 2014. Mientras tanto, los dos bandos en conflicto se preparan para el recrudecimiento de la ofensiva, una vez que empiece a amainar el frío (ver ilustración).
Grado de implicación
Las cancillerías occidentales también divergen sobre cuál debe ser su grado de implicación con el ejército ucraniano. Países del Este de Europa como Polonia y las repúblicas bálticas exigen a Bruselas y al eje francoalemán una mayor determinación. Su objetivo es evitar que, en un futuro, ellos sean los siguientes en ser atacados por un nacionalismo ruso cada vez más agresivo y virulento. En cambio, otras voces son más cautas, ante el arsenal nuclear que Rusia heredó de la Unión Soviética.
Otro efecto de la guerra es que “es un cambio en el marco de seguridad” europeo, ya que ahora todos los estados han asumido que, sea cual sea el desenlace de la guerra, “Rusia seguirá siendo una amenaza durante años”, apunta a EXPANSIÓN Borja Lasheras, politólogo y autor del ensayo Estación Ucrania. El país que fue (Libros del K.O.). “Pensar en la coexistencia pacífica de Rusia en Europa es una idea que ha quedado agotada, al igual que la concepción alemana de conseguir cambios a través de los flujos comerciales”, recalca el experto.
Tras la agresión rusa, la unidad europea “sale reforzada a corto plazo, con diez paquetes
Contraofensiva ucraniana
Presencia rusa cuantificada
Posible ofensiva rusa de sanciones y un mecanismo común para enviar armas a Ucrania bajo un presupuesto comunitario, algo que jamás había existido hasta ahora”, detalla Morillas.
Por otra parte, los últimos discursos de Biden y del presidente
Planta nuclear ruso, Vladímir Putin, evidencian nítidamente que Occidente y Rusia vuelven a ser dos universos paralelos, con referencias simbólicas distintas y sin apenas puntos de contacto. Tras su viaje relámpago a Ucrania, Biden se desplazó a mediados de esta semana a Polonia, uno de sus aliados clave en el viejo continente. Allí, proclamó que “la libertad triunfará” y consideró que las autocracias son ahora “más débiles”.
Putin no sólo acaba de romper el pacto de no proliferación de armas nucleares tras 35 años de vigencia. A nivel retórico, insiste en presentar las áreas que sus tropas han ocupado en Ucrania como “territorios históricos” que le pertenecen. Sigue equiparando el Gobierno de Kiev con el nazismo, a pesar de que su principal rostro visible, Zelenski, es judío.
Otro protagonista es China. Justo antes del inicio de la ofensiva rusa, Pekín y el Kremlin firmaron un tratado de amistad “sin límites”. Por ahora, no se ha traducido en el suministro de armas, según la versión oficial de las autoridades chinas, que varias fuentes occidentales cuestionan.
De ahí que tanto la UE y Estados Unidos hayan dicho esta misma semana que estarán muy vigilantes, y que tampoco permitirán que China mande componentes, básicos para la industria militar. Si ello ocurre, Pekín habrá cruzado una “línea roja”, en palabras del jefe de la diplomacia comunitaria, Josep Borrell.
En cualquier caso, la guerra ha supuesto para China todo un ejercicio de equilibrios. En los últimos doce meses, ha cerrado filas en torno a Rusia,