Mayte Martín o cómo ser fiel a sí misma “contra viento y marea”
Cuando aún no tenía uso de razón, a Mayte Martín (Barcelona, 1965) la música bella y auténtica le hacía llorar de emoción. Cuando creció, el flamenco ahondó en ella porque era la música que su padre, malagueño, había traído consigo cuando emigró a Cataluña; después fue descubriendo otras músicas, buceando en ellas y encontrando tesoros como los que comparte en Tatuajes, su nuevo espectáculo, que presenta en un concierto mañana en el Teatro del Soho CaixaBank de Málaga y que la llevará a otros escenarios nacionales. “Lleva el nombre de Tatuajes porque el repertorio son canciones bellas y poderosas que todos los melómanos tenemos tatuadas en el alma; clásicos que han pasado a la historia y que forman parte del registro emocional de todo el que ama la música”, asegura la artista.
Martín lleva amándola (sin contar sus llantos de bebé al oír una buena canción) desde que en 1994 lanzara su primer álbum Muy frágil. Un disco que seguramente recuerden los seguidores fieles de esta artista, ganadora de la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en 2021, y que nunca ha querido entrar en la rueda del sector: “La industria musical actual es antiartística y la apreciación de la calidad musical está en crisis. Cada día los medios, la industria y las programaciones están más a favor de lo comercial, sin importar nada si lo que están vendiendo es bueno o malo; eso hace que la exigencia y el criterio de la mayoría de la gente vaya disminuyendo de una manera muy preocupante y muy peligrosa para la salud del arte. Se está confundiendo arte con ocio”, sentencia Martín desde Málaga, donde ultima los ensayos para su espectáculo de mañana, donde la acompañarán Nelsa Baró, pianista cubana que transita entre el jazz, la música cubana y moderna, el contrabajo de Guillermo Prats y la batería de Vicens Soler.
Sin estridecencias ni grandes hits –aunque si no lo han hecho les aconsejo que escuchen su versión de Procuro olvidarte–, Mayte Martín ha conseguido un reconocimiento de la crítica y de su público de manera sostenida en el tiempo. ¿Es ese el verdadero éxito? “Para cada uno es una cosa diferente; para mí significa mantener tu libertad y poder dedicarte a lo que amas sin tener que hacer jamás una concesión ni dejar que nadie te diga lo que tienes que cantar ni cómo te tienes que vestir”.
Para la cantante el secreto de sus casi 30 años de carrera también ha sido “ser cuidadosa y respetuosa con lo que haces, ponerte siempre en segundo plano y entender que estás al servicio de la música y no al revés”. Contundente, promete seguir fiel a sí misma “contra viento y marea”, aunque los aires vengan racheados: “Ahora el artista es quien debe ponerse al servicio de la industria si quiere ser conocido, vender discos y llenar teatros. Esto va de mal en peor, por lo tanto, a lo único que aspiro es a seguir dedicándome el resto de mi vida a hacer lo que hago y a ser quien soy”. Así procurará que su público nunca la olvide.