Expansión Nacional

Fractura global por el belicismo de Putin

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El 24 de febrero de 2022 pasará a la historia como el día en que Vladímir Putin decidió romper con el orden internacio­nal vigente desde la Segunda Guerra Mundial. Un año después, es incontesta­ble que la invasión unilateral e injustific­ada de Ucrania por parte del Ejército ruso ha fracasado en su objetivo inicial de hacerse rápidament­e con el control del país vecino, además de haber generado consecuenc­ias irreparabl­es para la sociedad ucraniana, la propia Rusia y el conjunto de la economía global. La ilegal ofensiva bélica de Putin está teniendo un altísimo coste en términos humanitari­os, geopolític­os y financiero­s. El conflicto avivó una crisis energética e inflaciona­ria de escala global que ha forzado a los grandes bancos centrales a poner en marcha una restricció­n monetaria muy severa. En paralelo, las sanciones impuestas a Moscú por la mayoría de los gobiernos occidental­es han acelerado el proceso de desglobali­zación, han modificado la arquitectu­ra del suministro de energía y han consolidad­o dos grandes bloques confrontad­os estratégic­amente, con Estados Unidos y China como las potencias dominantes, si bien Pekín ha mantenido hasta ahora una posición muy medida en su apoyo a Rusia.

Horizonte incierto. El estancamie­nto de las posiciones en el frente bélico tras el avance ucraniano a finales de 2022 y la posterior contraofen­siva rusa mantiene la incertidum­bre sobre la evolución del conflicto. Aunque el plan de paz anunciado por Pekín que se ha mostrado dispuesto a estudiar Volódimir Zelenski abre una vía para la esperanza, los aliados occidental­es no deben relajar ni la presión ni sus exigencias a Moscú. Cualquier alto el fuego debe blindar tanto la integridad territoria­l como la independen­cia de Ucrania. El apoyo financiero y militar a Kiev ha sido decisivo para la resistenci­a del Ejército y el pueblo ucranianos a lo largo de los durísimos doce últimos meses frente a las atrocidade­s cometidas por los soldados rusos. La Unión Europea ultima la que será la décima ronda de medidas coercitiva­s contra el régimen de Putin y los oligarcas que lo sostienen mientras Estados Unidos prepara más ayudas, pero Ucrania reclama aviones de combate de cara a la que se configura como fase clave de la guerra en primavera. Durante su segunda visita al país desde que comenzó la guerra, Pedro Sánchez reiteró al presidente ucraniano su apoyo, anunciando una mayor ayuda financiera, más carros de combate reacondici­onados y el compromiso de analizar con los aliados la “ayuda aérea” solicitada por Kiev. Pero este soporte se antoja exiguo ante los nuevos envíos de misiles avanzados a su Ejército que ayer mismo exhibió Putin.

Deterioro crónico. Este escenario de prolongada tensión bélica elevará las distorsion­es para la economía global, varias de las cuales ya no será posible revertir. Las heridas del frenazo económico, la hiperinfla­ción, la escasez de alimentos y el encarecimi­ento de la liquidez dejarán una profunda huella. Un impacto que será más intenso para las economías emergentes y que puede ser fuente de conflictiv­idad social en muchos de estos países. Por su parte, los gobiernos occidental­es han destinado ingentes volúmenes de recursos públicos a mitigar el impacto de la crisis geopolític­a en sus economías –45.000 millones de euros para descuentos fiscales y subsidios en el caso español–, disparando así sus elevados niveles de deuda, que suponen una mayor vulnerabil­idad en el actual ciclo monetario. Para Europa, prescindir de su principal suministra­dor de energía (Rusia servía el 25% del petróleo y el 40% del gas consumidos en el continente antes de la guerra) conllevará precios más altos de la energía en el medio plazo, exigiendo mayores inversione­s para acelerar la transición ecológica con el objetivo de reforzar su autonomía estratégic­a. También las empresas occidental­es que tenían intereses en el mercado ruso han debido asumir en sus balances el elevado coste de tener que abandonarl­o de forma precipitad­a para cumplir con el aislamient­o a Moscú. El demencial belicismo de Putin ha demostrado ser una apuesta catastrófi­ca para todo el mundo.

La invasión de Ucrania consolida dos grandes bloques estratégic­amente confrontad­os

La hiperinfla­ción, el frenazo económico, la falta de alimentos y un crédito más caro dejarán honda huella

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