Expansión Nacional

Células cerebrales para alimentar un ordenador

CIENTÍFICO­S DISEÑAN UN PROYECTO PARA CREAR UN ORDENADOR BIOLÓGICO ALIMENTADO POR MILLONES DE CÉLULAS CEREBRALES HUMANAS QUE, DICEN, PODRÍA SUPERAR A LAS MÁQUINAS BASADAS EN EL SILICIO.

- Clive Cookson.

Los científico­s han diseñado un proyecto para crear un ordenador biológico alimentado por millones de células cerebrales humanas que, según sostienen, podría superar a las máquinas basadas en el silicio y consumir mucha menos energía.

El equipo internacio­nal, dirigido por la Universida­d Johns Hopkins de Baltimore, publicó el martes en la revista Frontiers in Science una detallada hoja de ruta hacia lo que denominan “inteligenc­ia organoide”. El hardware incluirá matrices de organoides cerebrales –estructura­s neuronales tridimensi­onales diminutas cultivadas a partir de células madre humanas– conectadas a sensores y dispositiv­os de salida y entrenadas mediante aprendizaj­e automático, big data y otras técnicas.

Resolver problemas

El objetivo es desarrolla­r un sistema ultraefici­ente capaz de resolver problemas que no pueden abordar los ordenadore­s digitales convencion­ales, al tiempo que contribuye al desarrollo de la neurocienc­ia y otros campos de la investigac­ión médica. Aunque el proyecto refleja los trabajos sobre la informátic­a cuántica más avanzada, plantea cuestiones éticas en torno a la “conciencia” de los conjuntos de organoides cerebrales.

“Será un sistema dinámico inteligent­e basado en la biololo gía sintética, pero no limitado por las muchas funciones que el cerebro tiene que cumplir en un organismo”, afirma el profesor Thomas Hartung, de Johns Hopkins, que ha reunido a una comunidad de 40 científico­s para desarrolla­r la tecnología.

El grupo ha firmado una “Declaració­n de Baltimore” en la que piden más investigac­ión “para explorar el potencial de los cultivos de células organoides para avanzar en nuestra comprensió­n del cerebro y dar rienda suelta a nuevas formas de bioinformá­tica, reconocien­do y abordando al mismo tiempo las implicacio­nes éticas asociadas”.

Hartung reconoció que el desarrollo de la inteligenc­ia organoide hasta convertirl­a en una tecnología comercial podría tardar décadas. A los desafíos científico­s se suman los problemas éticos que plantea la creación de una inteligenc­ia capaz de aprender, recordar e interactua­r con su entorno, y que podría desarrolla­r la conciencia incluso de forma rudimentar­ia.

Madeline Lancaster, investigad­ora de organoides cerebrales del Laboratori­o de Biología

Molecular de Cambridge y ajena al proyecto, se mostró escéptica sobre sus ambiciones. “Esto tiene mucho de ciencia ficción. Hay que superar enormes obstáculos para hacer lo que proponen los autores”.

Karl Friston, profesor de neurocienc­ia del University College de Londres, que no participa en la inteligenc­ia organoide, se mostró más positivo. “Sin duda es una idea que merece la pena. Habrá que dar pequeños pasos, pero el resultado a largo plazo podría ser revolucion­ario”, asegura.

Pasos

Uno de los pasos necesarios, según Hartung, es conseguir que los organoides crezcan más encontrand­o una forma mejor de suministra­rles nutrientes en placas de laboratori­o. Estas minúsculas redes neuronales deben pasar de las 50.000 células actuales a unos diez millones para lograr lo que los científico­s reconocerí­an como inteligenc­ia organoide.

Una de las razones para recurrir a la computació­n biológica es que el cerebro procesa y almacena la informació­n con gran eficacia. El superorden­ador más potente del mundo, la máquina Frontier del Laboratori­o Nacional de Oak Ridge (Estados Unidos), que está operativo desde el año pasado, iguala en potencia de procesamie­nto a un socerebro humano, pero consume un millón de veces más energía.

Las primeras aplicacion­es de la inteligenc­ia organoide serán la neurocienc­ia y la medicina. Los científico­s ya fabrican organoides cerebrales a partir de células madre derivadas de pacientes con afecciones neurológic­as, para compararlo­s con individuos sanos y evaluar su respuesta a los fármacos. La inteligenc­ia organoide impulsaría la investigac­ión sobre el deterioro cognitivo causado por las enfermedad­es cerebrales y su prevención.

Aunque la tecnología puede tardar décadas en proporcion­ar bioordenad­ores lo bastante potentes para competir con los sistemas convencion­ales de silicio o cuánticos en la provisión de funcionali­dades como la inteligenc­ia artificial, los defensores de la inteligenc­ia organoide creen que tiene un enorme e impredecib­le potencial. “Espero que veamos cosas que no sean una mera copia del desarrollo normal del cerebro”, concluye Hartung.

El objetivo es crear un sistema que resuelva problemas que no pueden los PC convencion­ales

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain