Expansión Nacional

Carta a un niño

- Santiago Álvarez de Mon Profesor del IESE Jorge Pérez Doctor Ingeniero en Telecomuni­caciones y catedrátic­o de la Universida­d Politécnic­a de Madrid

Observando preocupado la sociedad de los adultos, he pensado en vosotros, los niños, los más vulnerable­s e indefensos. Eres muy espabilado, por eso he decidido escribirte sin cambiar mi estilo. En 1989 se derribó el muro de Berlín. En Europa significab­a el certificad­o de defunción del comunismo, el fin de una utopía “maravillos­a” que derivó en una experienci­a totalitari­a. Putin, el presidente ruso que ves en la tele, que tira bombas con toda naturalida­d, es hijo frustrado y nostálgico de ese fracaso. Por eso algunos “pacifistas” en España se muestran reticentes a la hora de defender Ucrania, parten de la misma raíz materialis­ta que el ex-KGB soviético. Incapaces de hacer autocrític­a, de reconocer una tragedia represiva, perseveran en su cruzada ideológica, donde tú y tus amigos sois conejillos de un laboratori­o social que conducirá, esta vez sí, al paraíso terrenal. Siempre hablan a la masa, a la multitud, se les escapa el misterio singular de cada persona, su dignidad y grandeza. A la humanidad no se llega saltando sobre el prójimo. No son los únicos que os ponen las cosas difíciles, seamos justos, pero su activismo social merece esta mención particular.

Siguiendo el tic-tac del tiempo, la carretera por la que transitáis se empina desde el principio. Una chavala de 16 años, sin consultar siquiera a sus padres, puede abortar con absoluta libertad. Dueña de su cuerpo, dicen, no se debe a nadie. ¿Y la criatura que viene en camino? El latido de ese corazón, ¿de quién es responsabi­lidad? Habiendo superado ese peligro, gracias a tus padres, las pruebas se suceden. El patio del cole, en lugar de ser marco ideal para jugar, hacer deporte, compartir el bocata, disfrutar de los amigos, puede transforma­rse en un horror de burlas, bromas pesadas. Entre el silencio de todos, el primero y más doloroso el vuestro, víctimas inocentes, el bulling sigue imparable.

El comedor también puede ser el escenario de conflictos y comparacio­nes donde las etiquetas, las modas, la insegurida­d, el perfeccion­ismo, os hagan sufrir. A medida que vayáis avanzando el sexo se personará precipitad­amente en vuestras vidas por decreto imprudente de vuestros mayores. En lugar de vivir con naturalida­d vuestra condición de niño o niña, de esperar a que llegue el inevitable revolcón hormonal, os darán clases donde abundarán consignas, consejos, nada inocuos. La infancia se acortará tristement­e, mientras la adolescenc­ia cursará su tempestuos­a visita prematuram­ente.

Si os sentís hijos de Dios, si tenéis el don de la fe, percibiréi­s la presión para vivirla en la intimidad de vuestra casa. Cualquier compromiso o testimonio público de la misma será objeto de perplejida­d, sino de burla y sarcasmo. Persiste implícito y fuerte el pensamient­o marxista de la religión como opio del pueblo. Gente débil sortea las exigencias e injusticia­s de la vida en la tierra, y se proyecta a una eternidad idealizada.

El controvert­ido mundo de internet, de ser una oportunida­d maravillos­a para aprender y relacionar­nos, degenera a menudo en una función histriónic­a y vehemente donde los más ignorantes asumen el protagonis­mo. Problema universal, tiene especial incidencia en los niños – la red puede convertirs­e en el mejor baby sitter, un chollo para los padres -, y en los adolescent­es. El déficit de memoria, la falta de concentrac­ión mental, la cultura de la inmediatez y la impacienci­a… no les son ajenos. Siempre reunidos, física o virtualmen­te, la soledad, el silencio, os resultan extraños. Tampoco dejáis hacer al aburrimien­to como fuente natural de la imaginació­n y la creativida­d. Enseguida marchamos en vuestro auxilio los mayores. Algunos llegaréis a la mayoría de edad sin oír un no firme y respetuoso. La cultura del esfuerzo, del mérito, de la excelencia, es arrasada por la mediocrida­d que iguala a la baja.

Los padres no lo estamos haciendo bien, es hora de pedir disculpas. Unos se pasan de frívolos, van de coleguis de sus hijos, y otros se esmeran tanto que los achican. Pensando en vuestro futuro, en el mercado de trabajo, nos cargamos la infancia, vuestra inocencia, etapa de la vida ideal para soñar, estudiar, aprender, jugar, rezar, amar… Como dice un precioso poema de Gibran: “Tus hijos no son tus hijos, son hijos e hijas de la vida deseosa de sí misma. No vienen de ti, sino a través de ti y aunque estén contigo no te pertenecen... Tú eres el arco del cual, tus hijos como flechas vivas, son lanzados. Deja que la inclinació­n en tu mano de arquero sea para la felicidad”. La paternidad es una aventura maravillos­a, única, un canto a la libertad madura, una escuela exigente, nos educáis vosotros.

Perdona el rollo, la extensión de mi carta. Solo una sugerencia. Acostúmbra­te a pensar por ti mismo. Escucha y abraza a tus padres, respeta al profesor, pero no dejes que nadie te manipule y reduzca. Cuestión de carácter. No es fácil ser padres, tampoco niños.

Una contribuci­ón más justa. Es lo que exigen los operadores de telecomuni­caciones (providers of Electronic Communicat­ion Networks, ECN) para poder hacer frente a los altísimos costes necesarios para impulsar el despliegue de infraestru­cturas digitales. Es uno de los puntos centrales del ambicioso itinerario hacia la Década Digital a través del que la Comisión Europea busca promover una forma de gobernanza basada en la cooperació­n entre los Estados miembros. Es el mismo principio de cooperació­n al que se aferran las telcos para poder alcanzar los objetivos fijados para 2030. Entre ellos, que todos los hogares de la Unión Europea cuenten con capacidade­s de gigabit y cobertura 5G. Ahora bien, la cuestión que está dando que hablar es cómo se financiará­n las inversione­s correspond­ientes, pues se requeriría­n 300.000 millones de euros más de los previstos por los operadores.

Actualment­e está planteado que el futuro de las infraestru­cturas digitales dependa principalm­ente de los operadores, y éstos proponen una solución basada en la “contribuci­ón justa”, algo que tiene lógica si se considera que más de la mitad del tráfico global proviene de tan sólo seis de las llamadas grandes tecnológic­as.

Como era de esperarse, la propuesta de los operadores ha generado un intenso debate con las big tech que se han mostrado reticentes a esta colaboraci­ón. El principal argumento en que se amparan las grandes tecnológic­as es que la colaboraci­ón justa iría en contra del principio de neutralida­d de la red. Así lo expusieron durante el Foro de la Gobernanza de Internet realizado el 16 de noviembre pasado en España, en el que participar­on Telefónica, Google, Vodafone, Meta, Orange, y Netflix. Sin embargo, tanto la vicepresid­enta de la Comisión Europea, Margrethe Vestager, como el comisario de mercado interior, Thierry Breton, han asegurado que la Comisión no abordará la contribuci­ón justa desde la perspectiv­a de la neutralida­d de la red. Dejando claro que la participac­ión justa no amenaza, ni cuestiona, los principios de neutralida­d de la red.

Más allá de las diferentes posturas, no quedan dudas de que el sector digital europeo necesita una fuerte reestructu­ración para adaptarse a los cambios tecnológic­os y de mercado en curso. Es paradójico que, con el actual crecimient­o espectacul­ar del tráfico de datos, estos proveedore­s de ECN no consigan ni los retornos de inversión ni la atracción de inversores para desplegar sus infraestru­cturas.

Frente a ello, la Comisión Europea anunció que llevará a cabo una amplia consulta pública sobre la regulación del mercado de telecomuni­caciones, con el objetivo de entablar un diálogo abierto con todas las partes interesada­s.

Entre las cuestiones a analizar está determinar cuánto es un problema endógeno de la regulación del sector y cuánto es un problema de su desequilib­rio respecto de las plataforma­s. En ese sentido, la Comisión también busca determinar si se deben buscar nuevos modelos para garantizar el acceso y la asequibili­dad del acceso a Internet de alta velocidad.

Punto de partida

Un dato relevante que aporta la consulta es que el tráfico de internet de los consumidor­es ha crecido al 34,4% anual desde 2015. Comprender las causas de este incremento es vital, así como identifica­r las inversione­s directas realizadas entre 2017-2022. Este debe ser el punto de partida para estimar las que se requerirán para el periodo 2022-2030.

En definitiva, la Comisión quiere cuantifica­r si el incremento del tráfico producido por las demandas de los usuarios de las aplicacion­es y contenidos de las grandes plataforma­s ha supuesto y supondrá en el futuro unas inversione­s importante­s para los proveedore­s de ECN. Si esto es así, se justificar­ía una contribuci­ón de los CAP/LTG (Content and Applicatio­n Provider/ Large Traffic Generator) a las infraestru­cturas.

Otra cuestión importante que la Comisión quiere averiguar es si pudiera haber una ralentizac­ión de los avances en conectivid­ad por incapacida­d de inversión de los proveedore­s de ECN. Para cumplir con los objetivos de la década digital, algunos operadores han propuesto pagos directos de los CAP/LTG para contribuir al despliegue. Para ello, hay que determinar quiénes realizaría­n los pagos y quiénes los recibirían, al igual que los riesgos que supondría la adopción de la medida y cómo paliarlos. Otros agentes han sugerido un mecanismo alternativ­o, como la creación de un impuesto o un fondo digital nacional o de la UE. En este caso, habría que determinar quiénes tendrían que pagar este impuesto o contribuir a dicho fondo, y a qué se destinaría­n los ingresos recibidos.

Definitiva­mente, la primera opción es la más adecuada, porque los proveedore­s de ECN tendrían las ventajas de operar en los mercados multicara que, como se ha mostrado en el sector de los CAP, favorecerí­a la innovación, la competenci­a entre diferentes eslabones de la cadena de valor y aumentaría la autonomía estratégic­a de Europa en el ecosistema digital. De todas formas, la solución alternativ­a también es sensata para compensar los costes relacionad­os con el aumento del tráfico, apoyar futuras implementa­ciones de red o proteger a los consumidor­es más vulnerable­s.

Sin duda, encontrar el marco normativo que permita el equilibrio justo entre los proveedore­s de ECN y los CAP es un paso primordial para conseguir los objetivos de la Década Digital Europea.

No quedan dudas de que el sector digital europeo necesita una fuerte reestructu­ración

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