La inflación espolea la unidad latinoamericana
El golpe inflacionista es el principal desafío no sólo para las economías occidentales. También los países emergentes ven cómo la subida generalizada de los precios a nivel global y el nuevo ciclo monetario que ha provocado debilitan su potencial de crecimiento e impacta sobre unas poblaciones que todavía no han logrado recuperarse de las dramáticas consecuencias de la pandemia. Las tasas históricas de inflación se han propagado más allá de las economías que sufren la denominada “inflación crónica –Venezuela, Argentina o Cuba– y amenazan con agravar las consecuencias de la esperada menor demanda de las principales materias primas exportadas desde la región. Si bien los bancos centrales de algunos países como Brasil estuvieron a la vanguardia de las subidas de los tipos de interés para responder a la espiral inflacionista, Latinoamérica no cuenta con institución común capaz de coordinar la política monetaria y orientar a los gobiernos respecto a las mejores medidas fiscales en este contexto no visto en décadas, como pueden ser la Reserva Federal en Estados Unidos o el Banco Central Europeo en nuestra unión monetaria. Por eso, el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, promueve un pacto con los de Brasil, Colombia, Cuba, Argentina, Honduras, Chile y Bolivia para frenar el contagio inflacionista mediante la rebaja de aranceles y barreras comerciales. Una iniciativa que se suma al recuperado proyecto de crear una divisa común liderado por Argentina y Brasil. Paradójicamente, la lesiva subida de los precios podría ser beneficiosa si propicia una mayor unidad económica en la región.