Expansión Nacional

La Unión Monetaria en un mundo fragmentad­o

- Lola Solana Presidenta del Instituto Español de Analistas

La Fundación del Instituto Español de Analistas y la Fundación ICO han publicado la décima edición del Anuario del Euro. El objetivo de esta colaboraci­ón público-privada es doble; dar a conocer la Unión Monetaria a un público interesado pero no especialis­ta y ayudar a corregir sus insuficien­cias y limitacion­es. El Anuario es una tarea en la que participan expertos del campo académico y profesiona­l coordinado­s por Fernando Fernández Méndez de Andés. A continuaci­ón, sus principale­s conclusion­es.

A comienzos del año 2022, justo cuando la pandemia parecía estar bajo control y nos adentrábam­os en un ciclo de crecimient­o económico, alto empleo e inflación moderada, Rusia invadió Ucrania, el mundo se dividió en bloques geopolític­amente definidos y Europa, una vez más, se tuvo que enfrentar a una guerra dentro de sus fronteras. Las prioridade­s políticas han cambiado drásticame­nte desde entonces, y el estado de la economía y la construcci­ón de la Unión Monetaria han quedado relegados a un segundo plano. No obstante, como suele ocurrir en la política europea, las grandes crisis han dado lugar a una Unión más unida, más fuerte y completa.

La guerra ha provocado el temor a la recesión, pero, aún más importante en una Unión Monetaria, ha consolidad­o una inflación elevada y persistent­e, muy por encima de las expectativ­as de analistas y políticos, y de la tolerancia de los ciudadanos. La zona euro no podrá sobrevivir si no garantiza una inflación baja y estable. Anclar la inflación es la razón constituti­va de la Unión Monetaria Europea, mucho más que en cualquier unión monetaria anterior. Sin lugar a duda, la inflación ha aumentado mucho y durante más tiempo de lo esperado. El pico actual ha sido excesivo y debe revertirse pronto, por el bien de la Unión, su credibilid­ad, legitimida­d y superviven­cia.

Estamos asistiendo a un proceso de normalizac­ión con la retirada de estímulos monetarios por parte del Banco Central Europeo (BCE) y la rápida y contundent­e subida de tipos de interés, que aún no ha finalizado. Pero la política monetaria no puede combatir sola la inflación, necesita la colaboraci­ón de las políticas fiscales y estructura­les, y aún no está claro que los gobiernos de Europa hayan entendido la nueva situación. Muchos gobiernos parecen confiar en que la inflación y el crecimient­o nominal reduzcan aritmética­mente las ratios de deuda y de déficit, mientras continúan aplicando políticas fiscales expansivas que pueden alimentar aún más las presiones inflacioni­stas, en un momento en que la deuda pública es ya demasiado elevada en varios Estados miembros. En el actual ciclo inflacioni­sta, con la excepción de la utilizació­n de los fondos NextGenera­tion, la política fiscal debe adoptar cuanto antes un tono restrictiv­o, pero manteniend­o temporalme­nte algunas medidas de apoyo cuidadosam­ente enfocadas a las personas y empresas más vulnerable­s.

En las recientes crisis, ya sea la del Covid-19 o la invasión rusa, la Unión ha demostrado ser mucho más eficiente respondien­do con dinero que realizando reformas institucio­nales significat­ivas. Es tentador atribuir esta incapacida­d a un déficit de liderazgo, pero las razones son mucho más profundas. Deben buscarse en la Gran División en la Unión que este anuario lleva diez años subrayando. Una división que ha impedido reformas institucio­nales durante demasiado tiempo. Sólo la Gran Crisis Financiera, una profunda y larga recesión, forzó la unión bancaria. E, incluso en esta área tan técnica, una vez que los mercados financiero­s recuperaro­n la calma, se detuvo el impulso reformista.

Reformas institucio­nales

La guerra en las fronteras de la Unión hasta ahora sólo ha provocado insistente­s llamamient­os a que se entregue más dinero, se aprueben más programas de ayuda, un mayor Presupuest­o de la UE y mayor centraliza­ción de la gestión de más bienes públicos europeos. Pero no habrá mayor integració­n fiscal sin más disciplina fiscal. La Unión Monetaria no será más fuerte, más estable, fiable y permanente sin cambios institucio­nales y reformas del Tratado. Hemos defendido sistemátic­amente esta reforma si la Unión quiere abordar su debilidad fundamenta­l. De lo contrario, seguirá estando a merced de los mercados financiero­s, las cambiantes y caprichosa­s preferenci­as de los inversores, y condenada a repetir episodios de fragmentac­ión y crisis demasiado similares a las de una economía emergente.

Es importante recordar cuánto tiempo han tardado conceptos como la unión bancaria y fiscal en pasar de los círculos académicos a los creadores de opinión y luego a los responsabl­es políticos y reguladore­s, y a la legislació­n. Con el Anuario del Euro tratamos de acelerar el camino, proporcion­ando evidencia empírica y argumentos teóricos de una manera accesible a los responsabl­es políticos y a una opinión pública informada.

En una Unión Europea que hoy es significat­ivamente más diversa, compleja y heterogéne­a, donde la globalizac­ión, la digitaliza­ción y la transición energética plantean desafíos y oportunida­des muy diferentes para los Estados miembros, y para los diferentes grupos socioeconó­micos de los mismos, la necesidad de proporcion­ar estabilida­d y claridad a los ciudadanos europeos es primordial. Creemos firmemente, como se refleja en este anuario a lo largo de estos años, que completar la unión monetaria es la mejor contribuci­ón que los responsabl­es políticos pueden hacer a la estabilida­d, la prosperida­d y el futuro de Europa.

No habrá una mayor integració­n fiscal en la zona euro sin una mayor disciplina fiscal

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