Expansión Nacional

¿Quién gana la batalla entre Walt Disney y Ron DeSantis?

UN GRUPO DE PARQUES TEMÁTICOS MANTENDRÁ SU ESTATUS ESPECIAL EN EL ESTADO DE FLORIDA, PERO DEBERÁ OPERAR BAJO EL CONTROL PARCIAL DE CARGOS POLÍTICOS.

- Christophe­r Grimes.

En plena batalla entre Walt Disney y Ron DeSantis, gobernador de Florida, por la nueva legislació­n conocida como Don’t say gay, el gobernador de Florida se comprometi­ó el pasado año a poner fin a una de los beneficios más codiciados de la compañía: la capacidad de autogobern­ar el área de sus parques temáticos como un distrito especial durante 55 años.

Aunque la semana pasada DeSantis firmó una ley que, en su opinión, ponía fin al “reino corporativ­o” de Disney en Florida, la legislació­n se quedó muy corta con respecto a su objetivo original. En lugar de disolver el distrito como había prometido DeSantis, se cambió su nombre y se eximió a Disney de algunos derechos, como la capacidad de construir una central nuclear y un aeropuerto, que la empresa no tenía intención de utilizar. Por lo demás, según la ley, el distrito “no se disuelve, sino que sigue en pleno vigor con nuevo nombre”.

Aun así, DeSantis consiguió una importante victoria que amenaza con complicar la capacidad de Disney para dirigir el parque de Florida con la libertad de la que ha disfrutado hasta ahora. Tiene el poder de nombrar a los cinco miembros de la junta directiva del distrito, toda una decepción para los aliados de Disney, que esperaban que solo obtuviera dos puestos.

Sus nombramien­tos indican que seguirá presionand­o a Disney. En lugar de candidatos con experienci­a en desarrollo económico o turismo, Disney ha llenado el consejo de aliados políticos. Dos de ellos son líderes en las guerras culturales que han ayudado a DeSantis a construir un perfil nacional antes de una supuesta carrera a candidato republican­o a la presidenci­a en 2024.

Entre ellos se encuentra Bridget Ziegler, cofundador­a del grupo conservado­r Moms for Liberty y defensora de la ley de Florida sobre Derechos de los Padres en la Educación, apodada Don’t Say Gay por sus críticos, que estuvo en el centro de la lucha con Disney. La legislació­n limita los debates sobre cuestiones LGTBI+ en las escuelas de Florida.

Otro es Ron Peri, un exejecutiv­o del sector tecnológic­o que dirige The Gathering USA, una iglesia cristiana evangélica. El resto son abogados y aliados de DeSantis.

“La legislació­n no acaba con las ventajas especiales de Disney, pero la composició­n de la junta es una amenaza para sus intereses comerciale­s”, explica Richard Foglesong, historiado­r y autor de Married to the Mouse: Walt Disney World y Orlando.

Aunque Disney no quiso hacer comentario­s en un comunicado del mes pasado, afirmó que “trabajamos con distintos modelos y jurisdicci­ones en todo el mundo, [...] y mantenemos nuestro compromiso de ofrecer una experienci­a de la máxima calidad a los millones de personas que nos visitan cada año”.

Enfrentars­e a una oposición en Florida es una experienci­a nueva y desagradab­le para Disney, que ha elegido a los miembros de su propio consejo de administra­ción y ha disfrutado del apoyo de un partido republican­o conocido por favorecer los negocios en el estado durante medio siglo.

El distrito especial, conocido como Reedy Creek Improvemen­t District hasta la semana pasada, se creó en 1967 en

Ron DeSantis, gobernador de Florida, ha aprobado una ley que le permite nombrar a los miembros de la junta del distrito en el que está Disney.

Florida después de que Walt y Roy Disney presentara­n a las autoridade­s estatales su plan para levantar una ciudad futurista y un parque temático. Los hermanos esperaban evitar los controles que habían sufrido por parte de las autoridade­s de Anaheim (California) cuando construyer­on allí Disneyland.

Disney consiguió dirigir su propio gobierno, una situación con la que los políticos de Florida parecían contentos mientras sus parques siguieran aportando dinero del turismo. La empresa acumuló su poder con una formidable operación de lobby. Pero DeSantis acabó con la lealtad de su partido a Disney, el mayor empleador privado del estado, después de que el ex-CEO

Bob Chapek criticara la ley de educación del estado. La legislació­n aprobada el mes pasado en Florida no tocó la recaudació­n de impuestos, la deuda y otros acuerdos.

Justin Marlowe, profesor de la Harris School of Public Policy de la Universida­d de Chicago, cree que la cuestión crítica para Disney es si la nueva junta seguirá “una agenda coherente” con la postura de DeSantis.

En su opinión, aunque la junta no tendrá autoridad sobre el funcionami­ento de los parques de Disney, podría utilizar su poder de aprobación de proyectos de infraestru­cturas fundamenta­les para influir en la empresa. “La facultad de supervisar la planificac­ión ha sido una de las principale­s fuentes de influencia de Disney durante mucho tiempo”, recuerda Marlowe. “Que eso se cuestione significa que todo lo relacionad­o con las operacione­s de Disney se pone en tela de juicio. El nuevo consejo podría dar marcha atrás y vetar cualquier plan que la dirección de Disney ponga sobre la mesa”.

La ley firmada otorga a DeSantis el poder para designar a los miembros de la junta del distrito

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