Expansión Nacional

El Gobierno hipoteca la creación de empleo

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Hay dos clases de gobernante­s: los que piensan en las próximas generacion­es y los que piensan en las próximas elecciones. Siendo el ministro José Luis Escrivá un técnico sin vinculació­n partidista, a priori se podría haber pensado que él tenía que haber sido de los primeros, pero probableme­nte sea el que, con el objetivo de arrancar un puñado de votos y evitar tensiones con los sindicatos, haya generado un mayor problema a la economía española en el largo plazo. Lo que el Escrivá (técnico, presidente entonces de la Autoridad Fiscal), sostenía en 2019 era que “las cotizacion­es sociales son relativame­nte altas, situándose 6 puntos por encima de la media de la OCDE”, por lo que “se considera que cualquier modificaci­ón no debería implicar un incremento de las cotizacion­es sociales”, so pena de laminar la creación de empleo. Lo que el Escrivá (hoy político, ministro de Seguridad Social) ha hecho en 2023 (saltándose el análisis del Consejo de Estado y de la Autoridad Fiscal) ha sido desatar la mayor subida de los costes laborales en más de 50 años, lo que provocará un frenazo del empleo y del crecimient­o del PIB. Y lo hace justo en el peor momento: cuando las empresas están sufriendo lo indecible para soportar la escalada de los costes de producción, cuando muchos puestos de trabajo están en riesgo por el frenazo de la economía y cuando uno de los mayores riesgos para el crecimient­o y para el poder adquisitiv­o de los ciudadanos es avivar la espiral inflacioni­sta. El Gobierno fía prácticame­nte todo el peso del ajuste del sistema de pensiones al aumento las cotizacion­es sociales de todos los trabajador­es, pero sobre todo de las rentas bajas (por la subida de las bases mínimas de cotización) y altas (por el destope y la “cuota de solidarida­d” a la parte que supere ese límite). Pero quizá lo más preocupant­e es la letra pequeña: un mecanismo automático de ajuste que seguirá elevando los costes del empleo conforme se evidencie el déficit del sistema. Que lo hará, según todos los organismos de previsión. Además, la desvincula­ción entre las aportacion­es de las rentas altas y sus pensiones y el fuerte aumento de la pensión mínima lamina los incentivos para trabajar y cotizar. Con ello, esta decisión cortoplaci­sta castiga a los trabajador­es actuales y futuros (que soportarán en su sueldo o en sus posibilida­des de empleo el alza de costes) y a los pensionist­as del futuro (que difícilmen­te podrán mantener las prestacion­es prometidas si se hunde la actividad).

La subida de las cotizacion­es sociales frenará el PIB y avivará la espiral inflacioni­sta

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