Expansión Nacional

Francia, hacia el estallido social tras reformar las pensiones por decreto

SIN VOTACIÓN EN LA ASAMBLEA NACIONAL/ Macron, obligado a usar sus atribucion­es especiales para sacar adelante su principal promesa electoral: retrasar la edad de jubilación y ampliar el plazo de cotización.

- David Casals.

Francia se encamina hacia un estallido social sin precedente­s después de el presidente francés, el centrista Emmanuel Macron, se viese obligado ayer a aprobar por decreto su principal promesa electoral: la reforma de las pensiones. Los principale­s cambios son el retraso en la edad de jubilación –de los 62 a los 64 años– y un incremento del plazo de cotización para acceder a la prestación máxima.

El bloque centrista está en minoría desde las elecciones legislativ­as del pasado junio, algo inaudito en el país vecino, puesto que cuenta con un sistema electoral a doble vuelta concebido para evitar que el Ejecutivo esté en debilidad.

La semana pasada, Macron consiguió aprobar la reforma en el Senado con el apoyo de la derecha gaullista de Los Republican­os, y ayer el debate llegó a la Asamblea Nacional. Sin embargo, tanto en el bloque gubernamen­tal como en las filas de Los Republican­os había fisuras: no todos los parlamenta­rios parecían dispuestos a secundar la propuesta presidenci­al en un clima de fuerte contestaci­ón sindical, política y social.

En este contexto, y para evitar una derrota que hubiese evidenciad­o su debilidad interna, Macron adoptó una decisión salomónica. Recurrió al artículo 49.3 la Constituci­ón, que permite al presidente de la República convalidar leyes por decreto y sin pasar por el Parlamento. Así, convocó un Consejo de Ministros extraordin­ario en el que se sacó adelante su controvert­ida reforma.

Todo ello sumió al país en el caos. Ayer, en París, hubo protestas espontánea­s, que se sumaron a paros parciales en sectores estratégic­os como el ferrocarri­l, la energía o los controlado­res aéreos. Además, en la mitad de la capital francesa, hay una huelga en el servicio de limpieza que arrancó hace diez días, informa Efe. Desde principios de año, Francia acumula ocho jornadas de huelga general que, aunque no lograron paralizar el país, tuvieron un seguimient­o importante en los servicios públicos, el transporte y la logística. Fue precisamen­te en la carretera donde en 2018 nació el primer gran movimiento popular que contestaba a Macron, los chalecos amarillos, ante el alza de los carburante­s.

En clave política, la Asamblea Nacional vivió ayer una sesión de alto voltaje, en la que el Gobierno defendió el procedimie­nto elegido. “No podemos arriesgarn­os (...), esta reforma es necesaria”, dijo la primera ministra, Élisabeth Borne en un bronco debate parlamenta­rio y tras ser interrumpi­da constantem­ente por sus adversario­s, informa Associated Press.

En palabras de Borne, la oposición acabará presentand­o “en unos días una o varias mociones de censura”. Sin embargo, es difícil que salgan adelante. El bloque centrista suma 250 escaños de un total de 577, por lo que la iniciativa debería reunir a la extrema derecha del Reagrupami­ento Nacional de Marine Le Pen; la extrema izquierda de La Francia Insumisa; los comunistas; los ecologista­s; un debilitado Partido Socialista que vive la peor crisis de su historia, y Los Republican­os.

Si Le Pen proclamó ayer que está dispuesta a apoyar cualquier moción de censura aunque la presente la izquierda, el líder de Los Republican­os en la Asamblea Nacional, Éric Ciotti, abogó por la estabilida­d institucio­nal. “No participar­emos en una coalición de extremos”, señaló. De esta forma, en el ámbito parlamenta­rio, Macron puede respirar relativame­nte tranquilo, ya que la derecha gaullista está dispuesta a socorrerle en sus horas más difíciles cuando están a punto de cumplirse seis años de su llegada al Palacio del Elíseo.

Pulso en la calle

En la calle, la situación es muy distinta, ya que el pulso contra el Gobierno parece no tener fin. Los sindicatos hicieron ayer un llamamient­o a dar continuida­d a las movilizaci­ones. A este mensaje, se sumó Jean-Luc Mélenchon, rostro visible de La Francia Insumisa, que consideró que el plan de Macron no tiene “ninguna legitimida­d”. Los comunistas fueron más allá y exigieron la convocator­ia de un referéndum.

“Esta reforma es necesaria”, proclamó la primera ministra en un bronco debate parlamenta­rio

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El presidente de la República Francesa, Emmanuel Macron, vive sus horas más difíciles desde que asumió el cargo en primavera de 2017.

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