ROMINA NIÓN, FUNDADORA DE A MERCADORÍA
Han sido nuestro escaparate”
Solía visitar con frecuencia Portugal para comprar cerámica, hasta que un día decidió convertir esa afición en negocio y nació hace justo un año A Mercadoría. Romina Nión (Caión, La Coruña, 1986), con formación en administración de empresas y finanzas, había trabajado en gestión de inmuebles para la banca, pero se animó a crear un negocio bastante particular: un formato outlet de venta de platos y otras piezas de cerámica al peso. Solo doce meses separan la inauguración de su primera nave en la localidad coruñesa de Cambre a su llegada a otras ciudades como Madrid o Málaga, hasta sumar ocho puntos de venta y un equipo de unos 20 empleados.
– Como muchos gallegos, cruzaba la frontera para comprar productos en Portugal.
Me gustaba mucho la cerámica y viajaba con frecuencia. Así descubrí muchos sitios que vendían piezas interesantes. Por los costes de la gasolina, empezó a no ser tan rentable viajar hasta Portugal para muchos gallegos. Si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña.
– ¿Fue muy complejo montar el negocio?
Empecé a indagar para buscar información y ver cómo podía llevar el producto a Galicia. Lo que compensa es llevar palets con la mercancía desde Portugal para vender la cerámica al peso. Busqué fábricas y fui contactando con muchas para ir viendo con cuáles podía trabajar, porque no todas tenían el tipo de producto que buscaba.
– ¿Cómo es el modelo de negocio?
La idea es vender al peso cerámica de diseño totalmente actual. Por lo general, son excedentes de producción; pueden tener un pequeño defecto que no plantea problema para su uso cotidiano. Por eso, es esencial el contacto con las fábricas, ya que dependemos mucho de qué estén fabricando.
– ¿Y los precios?
Los platos se venden al peso con un precio desde 2,70 euros el kilo. El resto de piezas se venden de forma unitaria, por ejemplo, las tazas y boles por unidad desde 1,50 y las ensaladeras desde 4 euros. Puede haber platos especiales, como los pintados a mano, que tienen su precio y no se despachan al peso. Ahora, estamos lanzando nuestras propias colecciones de A Mercadoría, por ahora en packs de plato llano, hondo y postre, pero valoraremos otras opciones.
– El 12 de marzo de 2022, A Mercadoría abrió su primer espacio.
Sí, una nave en el Polígono Espíritu
Santo, en Cambre. Es fundamental elegir ubicaciones en las que sea viable descargar un camión y, a la vez, los clientes puedan aparcar. Por eso, solemos abrir en polígonos y, cuando hemos abierto tiendas más pequeñas dentro de una ciudad como hicimos más tarde en La Coruña o Gijón, es para acercar el producto a la gente que no se puede desplazar o para que se animen después a ir a espacios en los polígonos. Pero nos gusta la sensación de que sea un espacio grande y que el cliente vea toda las cerámica que hay. Hay mucho para elegir. Ese es el concepto de A Mercadoría.
– En junio, se acercaron a Madrid.
Abrimos en Griñón, que se ha convertido en una especie de central donde recibimos pedidos para después distribuirlos en los espacios que después abrimos en Alcalá de Henares [una nave], Carabanchel [una tienda] o Villaverde, donde acabamos de abrir. Además, inauguramos tienda en Gijón y acabamos de estrenar una nave en Málaga, a principios de marzo.
– En Villaverde, han diversificado un poco, ¿no?
Junto con la cerámica al peso, que es nuestra esencia que no queremos perder, siempre vendemos textil como manteles. En este espacio, hemos recreado un mercadillo portugués con bolsos de junco, conservas, vino, jabones, colonias, cuchillería típica o cerámica regional, todo traído de Portugal.
– ¿Hay planes de crecimiento?
Sí, para crecer en otras ciudades dentro de la Península. La idea es seguir expandiéndonos en diferentes ubicaciones para llevar nuestro
outlet donde puedan demandar nuestros productos.
– ¿Qué cifras manejan?
Recibimos mercancía cada 15 días, por ejemplo, en Griñón. Suele ser un camión, donde caben entre 35 y 33 palets; cada uno pesa entre 800 kilos y una tonelada.
– ¿Y el perfil de cliente?
Sobre todo, particular y joven, aparte de algunos hosteleros. Las redes sociales, como Instagram, han sido nuestro escaparate.*