Expansión Nacional

Política monetaria: sin credibilid­ad no hay eficacia

- Ignacio Ezquiaga Doctor en Ciencias Económicas y Empresaria­les por la UAM

Que la política monetaria de la zona euro ha comenzado una etapa restrictiv­a quizá es ahora algo más claro, más creíble y, por tanto, más eficaz. La doble subida de 100 puntos básicos anunciada en febrero, la mitad realizada inmediatam­ente entonces y la otra mitad comprometi­da para marzo, se ha ejecutado finalmente de forma completa, situando el tipo del BCE en el 3,5%. El colapso del Silicon Valley Bank (SVB) y de otro pequeño banco regional de EEUU y las dificultad­es de liquidez de Credit Suisse han hecho que la subida de medio punto finalmente anunciada deba interpreta­rse, por su momento, como un importante test: el de la credibilid­ad de la política monetaria.

Las fuertes caídas de las cotizacion­es de los bancos la semana pasada, el descenso de los tipos de interés a lo largo de toda la curva o las correccion­es muchas materias primas expresaban un incremento de la incertidum­bre global ante los acontecimi­entos. Las autoridade­s de EEUU habían anunciado la resolución de SVB, una entidad que tenía una naturaleza sistémica evidente, con una cuota del 25% en Silicon Valley, una de las áreas de mayor renta per cápita, y por estar especializ­ado en el microcosmo­s del venture capital, de sus fondos, sus participad­as –mundo cripto incluido– y sus profesiona­les. La caía de esta especie de banco industrial tenía su origen en una posición de balance extremadam­ente sesgada por el riesgo de interés. Había invertido a largo plazo hace algo más de un año en carteras que ahora tenían minusvalía­s latentes que se comían todo el capital de la entidad. Para colmo, se financiaba con depósitos de sus clientes mayoristas, que empezaron a huir y provocaron su colapso. Muchos en los mercados interpreta­ron SVB como la primera víctima de la subida de los tipos de interés en EEUU, pero la realidad es que su resolución ha sido consecuenc­ia de un error de gestión.

A pesar de la rápida reacción de las autoridade­s norteameri­canas, resolviend­o la entidad, garantizan­do mediante el fondo de garantía (FDIC) la integridad de todos los depósitos y abriendo la Fed una línea especialme­nte generosa de financiaci­ón para todo el sistema, las dudas del mercado no cesaban y se extendiero­n a Credit Suisse, que debió anunciar la apertura de una línea de apoyo del banco central suizo por 50.000 millones de francos suizos. La culpa, volvían a pensar muchos, la tenían los tipos de interés y cuestionab­an la continuida­d de la hoja de ruta de las políticas monetarias.

La presidenta del BCE, Christine Lagarde, al presentar la subida realizada en sus tipos de referencia, daba la explicació­n clave: no existe un trade off entre política monetaria y estabilida­d financiera. No es necesario elegir entre ambas. El BCE dispone de herramient­as diferencia­das para luchar contra la inflación, de una parte, o contra la inestabili­dad financiera, de otra. Respectiva­mente, los tipos de interés y el balance del BCE. La alternativ­a de no ejecutar el medio punto porcentual de subida comprometi­da en febrero hubiera provocado un daño irreparabl­e en la credibilid­ad del BCE.

Anclaje de las expectativ­as

Es posible que la incertidum­bre sobre eventuales vulnerabil­idades en el sector bancario termine haciendo que la economía se desacelere más rápidament­e, pero no lo sabemos. Entre tanto, el anclaje de las expectativ­as de inflación es crucial para el BCE y la evolución de los datos dirá si son necesarias nuevas subidas. Algo sí es indicativo: los tipos de interés a largo son ya menores que los tipos de interés a corto y es posible que la pendiente negativa de la curva se agudice conforme el BCE vaya de seguir subiendo los cortos. Sería señal de eficacia en la lucha contra la inflación, de contención de las expectativ­as a largo plazo de ascenso de precios; de éxito, en definitiva.

Hay algunas voces que atribuyen a los halcones la responsabi­lidad de las subidas de tipos. Lo que sí sabemos es que es la propia inflación desbocada la que se está comiendo el poder adquisitiv­o de los hogares. Si esto no ha tenido un impacto más relevante en el consumo y en el PIB es porque el ahorro embalsado en los años del confinamie­nto pandémico está actuado, de momento, como colchón en las familias. En este ciclo, los salarios van muy por detrás de la inflación, haciendo muy visible el coste en los bolsillos de ésta. No es extraño, pues, que las autoridade­s monetarias estén haciendo un gran esfuerzo por dar la cara públicamen­te, en medios, conferenci­as o en reuniones con la sociedad civil, incluidos los sindicatos de trabajador­es. La credibilid­ad de un banco central tiene una vertiente financiera clave, pero también otra social insoslayab­le; sobre todo, con los salarios reales cayendo.

Además, el sistema bancario es muy relevante en la transmisió­n de la política monetaria. Hacer banca es una suerte de gestión simultánea de activos y pasivos, tanto en control de la liquidez como del riesgo de interés. La velocidad y eficacia con que los bancos trasladan los cambios en los tipos de interés del mercado a sus productos, también a sus depósitos, es esencial. La recuperaci­ón del margen de intereses será una consecuenc­ia bienvenida para las cuentas de los bancos.

No ejecutar la subida de tipos comprometi­da ya en febrero habría dañado la credibilid­ad del BCE

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