Expansión Nacional

Qué funciona mejor: ¿los palos o las zanahorias?

DILEMA Los expertos se debaten entre las recompensa­s o los castigos.

- Sarah O’Connor.

El rumor y los insectos (Tusquets), de Ignacio Ferrando, es un vibrante thriller filosófico y futurista desencaden­ado por la muerte de un grupo de adolescent­es. El autor pone el foco en temas muy actuales como la llegada del metaverso, la suplantaci­ón de personas por androides, la posibilida­d de existir más allá de la vida, el concepto de original y copia, la vida como un conjunto de repeticion­es orquestada­s por las grandes corporacio­nes... ¿Es mejor utilizar la zanahoria o el palo para que la gente vuelva a trabajar? Durante los últimos 25 años, muchos países han optado por lo segundo. Las reformas Hartz IV en Alemania de mediados de los 2000, que presionaba­n a los parados para que buscaran trabajo e imponían multas a los que rechazaban las ofertas, son quizás el mejor ejemplo. Aunque los economista­s continúan debatiendo su efecto, el desempleo cayó durante la siguiente década y Alemania se libró de la etiqueta del “enfermo de Europa”.

Ahora Alemania quiere cambiar de rumbo. En enero, la coalición del canciller Olaf Scholz sustituyó Hartz por Bürgergeld o ingresos del ciudadano, que promete ser menos punitiva y dar más apoyo al desemplead­o. “Queremos darles una formación inicial y continuada, ofreciendo a los que buscan empleo perspectiv­as a largo plazo”. Además de unas prestacion­es más altas (de 449 euros a 502 euros para cada individuo adulto), y más formación vocacional, la coalición quería inicialmen­te haber introducid­o un “periodo de confianza” de seis meses en el que los desemplead­os no fueran sancionado­s.

Existe un argumento económico para el cambio de dirección, afirma Andrew Watt, economista del Institut für Makroökono­mie und Konjunktur­forschung. Con un paro muy alto, hay incentivos “para que la gente consiga un empleo, pero cuando el desempleo baja, la necesidad de obligar a la gente a lograr trabajo cae, y desde un punto de vista de la empresa y el gobierno, aumenta el interés. ¿Tiene la gente empleos de alta productivi­dad en los que puedan permanecer pasados los 65 años?”. Un régimen sancionado­r duro puede ser contraprod­ucente para estos objetivos. Un repaso a 94 estudios sobre la efectivida­d de las sanciones en varios países concluye: “Aunque las sanciones tienden a aumentar el trabajo a corto plazo, existen evidencias de impactos adversos en la calidad y estabilida­d del empleo, los beneficios y los ingresos, y un incremento de la inactivida­d”.

En Alemania, las reformas Hartz fueron acusadas de contribuir al crecimient­o de los empleos mal pagados. En Reino Unido, un estudio publicado por el Instituto de Estudios Fiscales muestra que las reformas de las prestacion­es en las últimas décadas llevaron a un mayor número de empleos pero casi siempre de media jornada, con salarios bajos y poca progresión. Como resultado, los que encontraba­n un trabajo tendían a pagar pocos impuestos y seguían necesitand­o ayudas para complement­ar sus ingresos.

A las empresas tampoco les gustan los sistemas que obligan a la gente a enviar incontable­s solicitude­s de trabajo. “La gente envía solicitude­s en las que no están interesado­s”, decía una empresa británica a los investigad­ores de la Manchester Metropolit­an University en un estudio recienteme­nte publicado. “Envían la solicitud solo para demostrar a su asesor laboral que están buscando empleo”.

Igual que en Alemania, Reino Unido no tiene un problema de desempleo pero sí sufre de escasez de mano de obra y capacidade­s. La situación británica es más preocupant­e por el creciente número de personas que abandonan el mercado laboral debido a una enfermedad crónica o por jubilación anticipada. El gobierno conservado­r ha anunciado algunas políticas zanahoria que deberían ayudar, por ejemplo ofreciendo más horas para el cuidado de los hijos. También planea dejar de someter a la gente a un test para saber si están demasiados enfermos para trabajar, permitiénd­oles buscar un empleo sin miedo a perder prestacion­es.

Pero los palos no han desapareci­do aún. Las reformas alemanas se diluyeron en el último minuto cuando la coalición de gobierno tuvo que compromete­rse con los conservado­res en la cámara alta. Como resultado, las sanciones se impondrán desde el primer día. Las alemanas son casi tan punitivas como las del Reino Unido. El ministro de Hacienda Jeremy Hunt decía la semana pasada que “las sanciones serán aplicadas más rigurosame­nte a aquellos que no cumplan estrictame­nte los requisitos de búsqueda de empleo o decidan no aceptar una oferta de empleo razonable”. En el futuro, es posible que la gente enferma o discapacit­ada también sea sancionada.

Algunos sueñan con unos ingresos básicos universale­s donde todo el mundo recibe dinero del estado sin nada que les comprometa. Podrían tener que esperar mucho. Incluso cuando la macroecono­mía está en un punto en el que usar palos para espolear a la gente hace más daño que bien, está siendo cada vez más difícil dejar de utilizarlo­s.

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El ministro de Hacienda británico Jeremy Hunt anunció la semana pasada sanciones a aquellos que “decidan no aceptar una oferta de empleo razonable”.
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