Blackstone, Apollo y Carlyle estudian la compra de SVB
Las autoridades suizas aprobaron varias líneas de liquidez para asistir a Credit Suisse y UBS en caso de que las necesitasen. Sumando los dos principales programas de ayuda se superan los 200.000 millones de euros en potencia de fuego.
Las salidas de depósitos se pueden producir a un ritmo impensable hace solo unos años
Popular perdió un 20% de depósitos en 90 días; SVB más de un 25% en apenas 24 horas
La cartera de créditos de la entidad californiana asciende a 74.000 millones de dólares
Silicon Valley Bank (SVB) dejó antes de su intervención por parte de las autoridades estadounidenses una importante lección para el sector bancario mundial. El colapso financiero puede llegar y desencadenarse de manera acelerada, llevando a una entidad a una situación de inviabilidad en pocas horas.
La combinación de factores, como una creciente operativa digital en la banca y el mayor peso de las redes sociales, han cambiado el panorama de las entidades a la hora de afrontar una crisis. Es lo que Sam Theodore, consultor sénior de Scope Ratings, llama la nueva “era digital” en el sector bancario, que puede llevar a que en apenas un día un grupo pierda 42.000 millones de dólares de liquidez, equivalentes a un 25% de su base de depósitos.
La mayor parte de las retiradas de dinero de SVB “se produjeron por medios online”, resalta el analista de la agencia de calificación alemana, que opina que una situación como la vivida por el banco norteamericano es difícil de imaginar hace unos años.
Theodore cree que una retirada masiva de depósitos digitales “puede tener consecuencias fatídicas para cualquier banco”, aunque matiza que son las entidades grandes las más resistentes en este contexto.
“La situación es diferente para los bancos de segundo y tercer nivel, más pequeños e insuficientemente diversificados, que siguen siendo intrínsecamente más vulnerables”, según el analista, que advierte que esta tendencia se irá agudizando a medida que Europa avance en su unión del mercado de capitales y, por tanto, fomente una mayor cantidad de ahorro localizada fuera del perímetro bancario.
Un punto de vista similar comparten los analistas de otra agencia de ráting, DBRS, que consideran que el fracaso de SVB muestra que “las crisis bancarias y de liquidez se pueden desplegar a una velocidad no vista hasta ahora” e impensable hace solo unos pocos años.
Ponen como ejemplo el caso de Banco Popular, que hace apenas seis años acabó resuelto por las autoridades tras una fuga continuada de depósitos que duró 90 días y que restó un 20% de los recursos de pasivo de la entidad.
Nuevas medidas
A la vista de que los riesgos vinculados a una fuga de depósitos que pueden llevar a un banco a una situación insostenible han evolucionado, analistas como los de DBRS reclaman una reforma de la regulación que se adapte al contexto actual: “Son necesarias nuevas herramientas para abordar las crisis de liquidez”, advierten, señalando que el marco de resolución vigente, que las autoridades europeas están sometiendo a debate, deberá tener en cuenta las nuevas necesidades que ha mostrado esta crisis.
Scope, por su parte, mantiene que los supervisores deben “perfeccionar sus escenarios y herramientas” para anticipar potenciales quiebras en esta era. Además, reclama que las autoridades compartan con el mercado los resultados de sus trabajos.
Lo cierto es que son varias las autoridades supervisoras que desde hace tiempo abordan cómo reformar el marco regulatorio para reforzar la liquidez de las entidades bancarias en contextos de grandes salidas aceleradas de depósitos. Es el caso del Riksbank, el banco central sueco, que hace un año planteó la necesidad de crear un nuevo indicador de riesgo vinculado a las salidas de fondos a un ritmo de hipervelocidad.
En un estudio, el Riksbank propone complementar las dos principales métricas existentes para testar la resistencia de un banco ante salidas de depósitos (la ratio de cobertura de liquidez o LCR, en la jerga del sector, y el coeficiente de financiación estable neto o NSFR) con un nuevo indicador, llamado “capacidad de pérdida de depósitos” o DLC.
Este DLC calcularía cuándo (en qué momento del futuro) la posición de liquidez de un banco es más endeble, teniendo en cuenta además qué capacidad de resistencia tendría a salidas de depósitos en ese momento de especial debilidad.
En los próximos meses, las autoridades comunitarias abordarán la reforma del marco regulatorio de las crisis bancarias. Sobre la mesa de los legisladores está, entre otras medidas, la utilización de los fondos de garantía europeos para la ampliación de la potencia de fuego de la que disponen los supervisores para lidiar con una crisis de liquidez.
Hoy termina la prórroga que el regulador se ha dado para encontrar un comprador para la división de banca comercial de Silicon Valley Bank (SVB), que hace dos semanas fue intervenido por la Corporación Federal de Garantía de Depósitos (FDIC, en sus siglas en inglés). Entre los posibles candidatos figuran los grandes fondos como Blackstone, Apollo o Carlyle, aunque según también están analizando la cartera de créditos de la entidad firmas como Sixth Street o HPS Investment.
El regulador ha abierto los libros a estas firmas para intentar vender por lotes los activos de SVB, después de que la semana pasada agotara el plazo que se había dado para intentar subastar el banco en su conjunto y que quedara bajo el paraguas de otra entidad financiera, como sí logró hacer con el neoyorquino Signature Bank.
Con la subasta desierta, la FDIC tuvo que poner en marcha el plan B y plantearse una venta troceada, dando entrada a nuevos compradores potenciales, entre los que se encuentran los grandes fondos y firmas de inversión. El miércoles terminó el plazo para pujar por la división de banca privada que, a priori, es la que más interés podría haber despertado entre estos grupos.
Sin embargo, este proceso tampoco está resultando fácil, porque a medida que analizan la cartera de préstamos de 74.000 millones de dólares (68.000 millones de euros), se están encontrando con las mismas sorpresas que ahuyentaron a los bancos tradicionales de la subasta.
Quienes han accedido a los libros definen el balance de Silicon Valley Bank como “un negocio único en comparación con cualquier otro banco”.
Hoy termina la prórroga para remitir al regulador las ofertas por los activos del banco
Concretamente, más de la mitad de los créditos, alrededor de 41.000 millones de dólares, serían lo que se denomina como “líneas de suscripción” que SVB ofrecía a fondos de capital riesgo y venture capital, sus mayores clientes en el sector de las start up tecnológicas.
Precisamente, esta parte de la cartera de préstamos de la entidad sería la que ha generado más dudas entre los bancos y, ahora, también entre los grandes fondos dada las particularidades del producto. Se trata de vehículos que sirven como un crédito puente entre el momento en el que un fondo compra una empresa y cuando recibe el efectivo que tiene comprometido por parte de sus inversores.
Sus rendimientos suelen ser inferiores a otro tipo de préstamos, por lo que su interés en un proceso de venta es bastante más bajo, incluso con descuento. Tampoco cuentan con calificación crediticia y están en desuso por parte de la gran banca.
Por otra parte, cuenta con 6.700 millones de dólares en préstamos a start up en fases iniciales o de crecimiento, pero por contrato sólo se pueden reembolsar en caso de que la compañía protagonice una OPV, escenario complicado en un entorno en el que se han paralizado la mayoría de salidas a Bolsa.