El petróleo, una nueva amenaza a la inflación
El recorte de la producción de petróleo por parte de la OPEP y sus socios ha supuesto un revulsivo para el mercado del crudo, que se anotó ayer su máxima subida en una sola sesión desde hace casi un año, cuando esta materia prima se encontraba sacudida por la guerra. Hay dos razones para pensar que este impulso se puede mantener en el medio plazo. Por un lado, la demanda global se encuentra tocada, pero no hundida, gracias a la reactivación de las importaciones chinas tras el final de la política Covid cero. Por otro, la oferta de terceros países se encuentra limitada por la falta de inversiones en los últimos años, agravada por las subidas de tipos. Y eso es una muy mala noticia para la recuperación de la economía europea, ya que el crudo no sólo impacta en el precio de los carburantes, con un peso relativamente limitado en la mayor parte de las familias españolas, sino en el coste de numerosos bienes y servicios, como los productos agrarios, los industriales, el transporte, los servicios turísticos o las mercancías de mayor volumen. Eso puede dar una vuelta de tuerca a los precios en un momento especialmente complicado, ya que, si bien la inflación se está moderando, se resiste a bajar con fuerza debido a que muchos precios se han quedado en las cotas más elevadas. Hay dos grandes razones: las empresas siguen repercutiendo la subida de los costes padecida durante los meses anteriores y sufren también fuertes incrementos de costes laborales, espoleados por la falta de profesionales en determinados puestos de trabajo, que acabarán trasladando a sus clientes en el futuro. Por eso, el recorte de la producción por parte de la OPEP puede provocar una mayor subida de tipos por parte del Banco Central Europeo, con el objetivo de frenar esta espiral inflacionista. Con un problema añadido: tanto las presiones de precios como las subidas de tipos lastran el crecimiento. Además, las restricciones en la política monetaria agravan las tensiones futuras en el mercado del petróleo, ya que laminan la rentabilidad de las inversiones en nuevos pozos. En el caso de España, además, la subida de los precios del crudo tiene una derivada adicional, ya que se produce pocos meses después del final de la bonificación fiscal de 20 céntimos por litro de carburante con carácter general y apenas unos días después de su reducción a la mitad para transportistas, lo que puede avivar las tensiones sociales y posibles paros como los del año pasado.
Si el crudo se enquista en cifras elevadas podría elevar la presión para subir los tipos