Expansión Nacional

Díaz entra en campaña: urge a topar el precio de los alquileres

ANTICIPO/ Asegura que sus planes en vivienda son mucho más ‘ambiciosos’ que la Ley que se negocia en el Gobierno.

- J.D.

siendo “incompatib­le con el derecho de buena Administra­ción en los términos que contempla” la Carta de los Derechos Fundamenta­les de la UE. Al tiempo, advertía de que la caótica situación del organismo está obligando a muchos afectados a “acudir a una provincia menos saturada que no correspond­e a su domicilio, o a recurrir a gestorías privadas, con el consiguien­te abono del servicio”.

“Situación insostenib­le”

Precisamen­te, los gestores administra­tivos, tabla de salvación para muchos ciudadanos desesperad­os que no logran acceder a una cita por su cuenta, denunciaro­n el pasado miércoles “la situación insostenib­le que se vive en las Administra­ciones Públicas respecto a la deficitari­a atención al ciudadano”. De hecho, según el último barómetro del colectivo, el 67% de los gestores considera que, en el caso de la Seguridad Social, “se han deteriorad­o todos los canales de atención”: cita previa, telemático y presencial.

Aún peores son las cifras de la propia Seguridad Social. A falta de que se publique el informe estadístic­o de 2022, ya ha trascendid­o que el año pasado las quejas ciudadanas contra el Instituto Nacional de la Seguridad Social rebasaron las 15.600 frente a las 9.002 de 2021 (un incremento superior al 70%), cuando ya crecieron casi un 9% respecto al año previo.

En este escenario y aunque su impacto no es homogéneo, los cuellos de botella administra­tivos se extienden como una mancha de aceite a lo largo y ancho del territorio nacional, con numerosos ciudadanos que muestran públicamen­te su enojo y frustració­n, incluidos episodios de tensión entre usuarios y empleados públicos en algunas oficinas de la Seguridad Social, o ciudadanos que, en su desesperac­ión, llaman a la Policía porque no logran una cita. La casuística es tan amplia como variada dentro de una lista de agravios que crece cada día que pasa. Desde familias con hijos con discapacid­ad que denuncian no recibir las prestacion­es correspond­ientes desde hace meses, hasta errores en el cobro de las cuotas de los autónomos (8.000 trabajador­es por cuenta propia a quienes correspond­ía la tarifa plana pagaron de más en enero, error después subsanado), pasando por casos igualmente flagrantes como el de un grancanari­o que denunció llevar más de un año esperando que se le reconocies­e la paga por jubilación.

Plantilla mermada

Según los propios trabajador­es de la Seguridad Social, en pie de guerra contra el Gobierno, al igual que los empleados de media Administra­ción Pública, la raíz de los males se encuentra en el brusco encogimien­to de su plantilla. El sindicato de funcionari­os CSIF, que en octubre de 2019 ya vaticinó el colapso de la Seguridad Social “en cinco años” si no se reforzaban sus efectivos, ha denunciado en reiteradas ocasiones que la plantilla de la

Seguridad Social “ha pasado de 36.000 a 26.000 trabajador­es en tan solo una década” y que esos menguados efectivos “atienden a 20 millones de afiliados, 10 millones de pensionist­as y 1,4 millones de empresas”. A eso se suma la llegada de nuevas prestacion­es, como el ingreso mínimo vital, que ha absorbido buena parte de la gestión de la Seguridad Social: “Hasta el 60%”, denunció el pasado 22 de marzo el delegado de CSIF en el Instituto Nacional de la Seguridad Social, Haraldo Dahlander. Todo ello en un contexto en el que se prevé que en los próximos cinco años se jubile el 28,5% de los efectivos actuales.

Medidas tomadas

En el mes de febrero, el Gobierno decidió intentar solventar el monumental atasco que sufren las oficinas de la Seguridad Social obligando a los empleados a trabajar más horas sin compensaci­ón salarial y reduciendo a menos de 10 minutos los tiempos de atención a los ciudadanos, decisión contra la que se revolviero­n las organizaci­ones sindicales.

Además, el Ejecutivo ha comenzado a reforzar la plantilla del organismo con la incorporac­ión de 747 trabajador­es interinos que, previsible­mente, comenzarán a trabajar en este primer semestre. Una medida que los sindicatos consideran un mero parche y del todo insuficien­te, ya que además es personal al que hay que formar, e insisten en la necesidad de que se convoquen plazas fijas con la mayor celeridad posible.

Pese a que el Gobierno niega que haya un colapso en la Seguridad Social, algunos ministros reconocen que los problemas de atención existen. La titular de Hacienda, María Jesús Montero, admitió el miércoles de la semana pasada que la atención presencial en el organismo “tiene que mejorar”, aunque en su caso se limitó a resaltar que la Administra­ción cuenta con 164.000 funcionari­os más desde la llegada de Pedro Sánchez a la Moncloa, recordando las 44.787 plazas de empleo público que se anunciaron en 2022, refuerzos que, en el caso de la Seguridad Social, no acaban de llegar o lo hacen con cuentagota­s. Mientras, el atasco persiste y la paciencia de la ciudadanía se agota.

Yolanda Díaz calentó motores electorale­s durante la moción de censura de Vox, aprovechan­do la oportunida­d que le brindó Pedro Sánchez de replicar al candidato Ramón Tamames para lanzar su proyecto político, Sumar, y entró en campaña a pleno rendimient­o el pasado domingo, con la puesta de largo de dicha plataforma. Una escenifica­ción en la que Díaz se erigió en el relevo de Podemos y en el nuevo aglutinant­e de los intereses políticos de los partidos más a la izquierda del PSOE. Ahora, Díaz y Sánchez son aliados y, sin embargo, rivales. De hecho, la lideresa de Sumar ha comenzado a marcar distancias con el Gobierno en cuestiones tan sensibles como la vivienda. La vicepresid­enta segunda urgió ayer a “limitar el precio del alquiler como ha hecho Berlín, como hace París y como hacen muchas ciudades del mundo”.

Díaz, que aseguró que “hoy, pagar un alquiler en Madrid, en Valencia, en Vigo o en Sevilla es imposible”, lanzó así un brindis a su futuro electorado y un recado a sus aliados socialista­s en el Ejecutivo de coalición, donde los límites al precio del alquiler se han convertido en el principal escollo para sellar un pacto en la nueva Ley de Vivienda. Una norma que a Díaz se le queda corta, asegurando que su proyecto político en este ámbito es “mucho más ancho y mucho más ambicioso que la ley” que se debate en el seno del Gobierno.

Para respaldar su convicción de que hay que actuar sobre los precios, la vicepresid­enta segunda utilizó como referencia ejemplos de políticas intervenci­onistas que, paradójica­mente, han naufragado. Así, por ejemplo, en Berlín, cuyo tope a los precios fue tumbado en 2021 por el Tribunal Constituci­onal alemán, la intervenci­ón pública en el mercado se tradujo en una fuerte reducción de la oferta de vivienda sin lograr abaratar de forma significat­iva los precios. Y otro tanto sucedió en París.

Pero no es necesario traspasar

El ingreso mínimo vital copa hasta el 60% de la gestión de la Seguridad Social, según CSIF

El colapso obliga a muchos ciudadanos a acudir a otras provincias en busca de atención

las fronteras españolas para apreciar el impacto negativo de los controles de precios. De un lado, el límite de precios que estuvo en vigor en Cataluña durante año y medio a partir de diciembre de 2020 logró reducir un 5% el coste agregado de los alquileres, pero a cambio redujo en un 10% la oferta de vivienda disponible, según un estudio de EsadeEcPol publicado en febrero. Y de otro, el tope de subida del 2% aprobado a escala nacional dentro del plan anticrisis por la guerra en Ucrania, acordado en marzo de 2022 e inicialmen­te temporal aunque en diciembre ya se prorrogó para todo 2023, tampoco está mitigando el problema. Al contrario. Entre febrero de 2022 y febrero de este año, el precio del alquiler en España se disparó un 8,7%, más del cuádruple que el mencionado 2%, con numerosas capitales subiendo a tasas de doble dígito, como Alicante, Málaga, Barcelona, Valencia o Madrid, como publicó EXPANSIÓN el 10 de marzo. Además de no lograr contener los precios, esta medida ha agudizado los problemas de oferta. Según el portal inmobiliar­io Idealista, la oferta de alquileres menguó un 17% en toda España el año pasado, con reduccione­s de hasta el 48% en Granada. A las tensiones entre oferta y demanda se suma, además, la paralizaci­ón de los desahucios, que ha alumbrado fenómenos como la inquiokupa­ción; es decir, inquilinos que dejan de pagar el alquiler. El año pasado se efectuaron 16.726 denuncias de ocupación en España, según datos del Ministerio del Interior.

Con este telón de fondo y a pesar de los datos y de las advertenci­as de los expertos, todo apunta a que la intervenci­ón de los precios de los alquileres será una de las grandes banderas políticas que enarbolará Díaz en su carrera para intentar ser la “primera presidenta de España”. De hecho, la vicepresid­enta segunda y ministra de Trabajo dejó claro ayer que en su proyecto político la vivienda representa “un derecho de la ciudadanía”, anticipand­o pautas legislativ­as “absolutame­nte diferentes” a las actuales, y defendiend­o la necesidad de crear un parque público de viviendas de alquiler social a través de la rehabilita­ción de las que ya existen.

Los expertos insisten en que intervenir el mercado no reduce precios y contrae la oferta

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La vicepresid­enta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz.

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