Elon Musk aplaza su sueño espacial
SPACEX SUSPENDIÓ AYER EN EL ÚLTIMO MINUTO POR UN FALLO TÉCNICO EL PRIMER VUELO ORBITAL DEL COHETE MÁS POTENTE DEL MUNDO, UNA NAVE QUE SERVIRÁ PARA REDEFINIR LOS VIAJES AL ESPACIO, PRIMERO A LA LUNA Y, POSTERIORMENTE, A MARTE. LA COMPAÑÍA VOLVERÁ A HACER O
“Lo más probable es que algo vaya mal”. El consejero delegado de SpaceX, Elon Musk, dejó claro el fin de semana que las probabilidades de que el cohete más potente de la historia ni siquiera despegara el lunes, tal y como estaba previsto, eran más bien altas. Y así, fue. Ayer, en el último minuto, el lanzamiento de la nave fue suspendido. El propio Musk lo avanzó momentos antes en su red social, Twitter: “Una válvula de presión parece estar congelada, por lo que, a menos que comience a funcionar pronto, no se lanzará hoy”.
Teniendo en cuenta todos los aspectos que podrían haber ido mal en el primer intento, el simple hecho de llegar al punto de ignición del cohete sin que se produjera una explosión es ya todo un éxito que acerca a Elon Musk a su sueño de crear el primer asentamiento humano en Marte gracias a una nave espacial no solo capaz de llegar al planeta rojo, sino también de volver a aterrizar en la Tierra.
Millones de personas siguieron ayer el frustrado lanzamiento, retransmitido en directo en streaming. Pese a las advertencias de seguridad y al amplio perímetro de exclusión de varios kilómetros, no faltaron testigos en los alrededores de Brownsville (Texas). También se restringió el tráfico aéreo en la zona. En Estados Unidos, nadie quería perderse ayer el primer vuelo orbital del cohete de SpaceX, que ha despertado un interés sin precedentes que no se recordaba desde la época dorada de la NASA.
Starship (nave estelar), nombre que recibe el proyecto, empezó a desarrollarse hace años en las instalaciones que la compañía fundada por Elon Musk –también dueño de Tesla y Twitter– tiene en Texas, cerca de la frontera entre EEUU y México. La idea surgió en 2005, pero el primer diseño conceptual no llegó hasta 2012. Ha sido necesaria más de una década para llegar a este primer intento de lanzamiento orbital.
De hecho, en 2109 se realizaron las primeras pruebas de vuelo, conocidos como saltos de prueba. Literalmente, los primeros prototipos saltaron por los aires, protagonizando sonadas explosiones cuando intentaban aterrizar en posición vertical.
Todo cambió en 2021, cuando SpaceX logró el primer vuelo suborbital con éxito, acercando el futuro de los viajes espaciales de ida y vuelta con una nave totalmente reutilizable. La gran ventaja es que este cohete permitiría recortar el tiempo entre lanzamientos, y también reduciría drásticamente los costes, pasando de 200 millones de dólares a unos dos millones por despegue.
Aunque los viajes privados entre la Tierra y Marte es el gran sueño espacial por el que Elon Musk fundó SpaceX, a medio plazo, lo que está en juego es el programa Artemis, de la NASA, centrado en la carrera internacional por conquistar la Luna.
Viaje a la Luna
La agencia estadounidense ya ha adjudicado a la compañía un contrato valorado en cerca de 3.000 millones de dólares (2.750 millones de euros) para utilizar Starship en el transporte de astronautas a la superficie lunar para 2025 (un acuerdo posterior incluyó otra misión para 2027). Aun así, estas fechas quedan ahora en entredicho. Si ya eran numerosas las voces dentro de la propia NASA que consideraban que el calendario era muy ajustado, ahora resucitan las dudas, ya que la prueba de ayer era clave para saber si SpaceX sería capaz de cumplir con sus compromisos. Aunque Musk ha asegurado que “habrá un nuevo intento en los próximos días”, no se ha concretado cuándo será.
Más allá del calendario, el retraso no afectará al acuerdo entre la agencia espacial estadounidense y la compañía privada. Es más, desde ambas partes la prueba de ayer está considerada un éxito que acerca los hitos en la carrera espacial a la Luna y a Marte. Además de la plataforma de lanzamiento que SpaceX utiliza en Texas, se está construyendo otra similar en Cabo Cañaveral (lugar desde donde parten las misiones espaciales de la NASA), siguiendo las especificaciones necesarias para el sistema Starship.
En realidad, se trata de dos componentes principales. Por un lado, está el cohete, que recibe el nombre de Super Heavy. Con 69 metros de longitud, cuenta con 33 motores capaces de impulsar una carga al espacio de más de 150 toneladas. Por otra parte, estaría la nave, que recibe el mismo nombre que el proyecto: Starship. Cuando ambas partes están ensambladas, su longitud alcanza los 120 metros de altura (la misma que, por ejemplo, tiene el edificio Torre Europa, en Madrid).
En la prueba de ayer, estaba previsto que el cohete cayera al océano tras el lanzamiento, una vez agotado su combustible en menos de tres minutos. Sin embargo, en el futuro, la idea es que sea reutilizable y aterrice en vertical en un punto designado para tal fin. En cuanto a la nave, de haber despegado, habría llegado a la órbita de la Tierra utilizando sus seis motores y había dado una vuelta al planeta, para finalizar su primer vuelo aterrizando en el mar, cerca de las costas de Hawai.
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