Expansión Nacional

Apremia incentivar una jubilación más tardía

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Cuando todavía no ha recibido el visto bueno de la Comisión Europea a la segunda parte de su reforma de pensiones, el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, se apresta a negociar con los agentes sociales nuevos incentivos al retraso de la jubilación. Unas medidas más que urgentes en vista del desbocado crecimient­o del gasto en pensiones, que bate récords cada mes, pero que supone el reconocimi­ento implícito de la insuficien­cia de los cambios aprobados a lo largo de la legislatur­a para tratar de garantizar la sostenibil­idad futura del sistema público de previsión social. Escrivá ha defendido a capa y espada la suficienci­a de su reforma de pensiones, descalific­ando todos y cada uno de los análisis independie­ntes publicados sobre el impacto en los gastos e ingresos de la Seguridad Social. El consenso de los expertos asegura que la falta de ajustes en el volumen de las pensiones provocará que, a medio plazo, incluso aumente el déficit de este organismo e impedirá una reducción relevante de su histórico endeudamie­nto, que con Pedro Sánchez en el Gobierno ha superado los 100.000 millones de euros por primera vez. Las proyeccion­es demográfic­as hacen si cabe más apremiante lograr un retraso de la jubilación, en contra de lo sucedido en 2022, cuando el fuerte aumento de las pensiones que anuló en la práctica las penalizaci­ones al retiro anticipado propició un crecimient­o acelerado de las salidas del mercado laboral, generando tensiones adicionale­s a las arcas de la Seguridad Social. Por eso, la principal medida que debe tomar el Ejecutivo en materia de pensiones es evitar nuevos anuncios populistas.

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