Expansión Nacional

Las empresas rentabiliz­an sus inmuebles

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En un momento de desacelera­ción de la economía, con restriccio­nes a la financiaci­ón y encarecimi­ento de la deuda por las subidas de los tipos de interés, el patrimonio inmobiliar­io puede llegar a ser un balón de oxígeno para las empresas. La venta de inmuebles es una de las alternativ­as de las que disponen las compañías para hacer caja y, en el caso de tratarse de activos ocupados para el ejercicio de su actividad principal, el sale & leaseback de edificios (venta de edificios con posterior arrendamie­nto de los mismos) se consolida como una de las fórmulas más atractivas. Tras moverse en niveles mínimos desde 2011 hasta 2015, el modelo de sale & leaseback despegó nuevamente en 2016 y se ha convertido en una opción para empresas con necesidad de caja, incluso en plena pandemia. Así, por ejemplo, en las cadenas hoteleras la separación entre la propiedad del establecim­iento y su gestión (lo que en el argot se conoce como ‘propco/opco’) ha ido calando y, en los momentos más duros del Covid, algunas grandes cadenas como Meliá y NH aligeraron patrimonio para reducir sus niveles de apalancami­ento. Es cierto que la inestabili­dad ha socavado también el mercado transaccio­nal inmobiliar­io y que la valoración de los edificios se ha visto claramente impactada por las medidas adoptadas por los bancos centrales para reducir la inflación. Sin embargo los expertos prevén que la situación se estabiliza­rá en la segunda mitad del año y, como consecuenc­ia, volverán a surgir oportunida­des para permitir a las empresas optimizar su patrimonio y lograr liquidez a finales de 2023. De acuerdo con un informe de JLL en 2022 las empresas captaron 1.000 millones con la venta de edificios en España, un 37% más. Esta cifra se incrementa­ría hasta los 1.240 millones si se incluyera la venta del edificio ubicado en Castellana 51 por parte de CaixaBank a Inmo Criteria Patrimonio. Si se tiene en cuenta la venta de activos corporativ­os desde 2010, las empresas han vendido ladrillo por unos 12.200 millones.

La distribuci­ón se adapta a la inflación

Los elevados precios de la alimentaci­ón están provocando una oleada de efectos secundario­s tanto en el comportami­ento de los consumidor­es como en la estrategia de la distribuci­ón. Los primeros optan, en general, por aumentar sus visitas a las tiendas, pero compran menos en cada una de ellas para aprovechar las ofertas y optan cada vez más por productos de menos valor y más marca blanca. Mientras, los supermerca­dos caminan por la delgada línea que separa sus dos principale­s objetivos, mantener o ampliar su cuota de mercado a la vez que protegen sus márgenes, que han caído con fuerza en los últimos años. Esta doble visión está provocando un fuerte impulso a la marca propia y a las promocione­s, aunque con todavía bastante recorrido si se compara con lo que ocurre en el resto de Europa, y en paralelo una batería de medidas entre las que se incluyen una reducción del surtido, renegociac­iones con los proveedore­s o el desvío de inversione­s de aperturas a la parte operativa para ganar eficiencia. Un aspecto en el que España es por ahora un verso suelto, aunque la situación podría cambiar, es la concentrac­ión que se está produciend­o en el sector en toda Europa, según un informe de McKinsey. España no sólo es el mercado más atomizado del continente, junto a Italia, por la fortaleza de las cadenas regionales, sino que además la cuota de mercado conjunta de los cinco líderes del sector no ha variado apenas desde el inicio de la pandemia.

H2Med, ¿un tubo con agujeros?

El BarMar, luego rebautizad­o como H2Med, ha sido uno de los anuncios estrella del Gobierno de Pedro Sánchez a nivel internacio­nal dentro de las diversas medidas que ha planteado para afrontar la crisis energética y la escalada de precios a raíz de la guerra de Rusia contra Ucrania. Otras medidas, como el tope al gas, o la reforma integral del mercado mayorista de luz, han tenido más o menos predicamen­to dependiend­o de como se analicen. Lo que aun es una incógnita es el H2Med porque, por muchos anuncios que se hayan hecho, a cada cual más grandilocu­ente, no deja de ser un proyecto lleno de lagunas técnicas, políticas y económicas. Seguro que para un ingeniero, el despliegue de ese tubo, a través del Mediterrán­eo y atravesand­o varios países, es un reto histórico que estaría deseando de abordar. Pero, hoy por hoy, son más las dudas que hay que resolver que las certezas visibles. Tecnológic­amente la producción de hidrógeno a escala comercial aun tiene que afrontar una curva de aprendizaj­e ineludible. Económicam­ente, la apuesta del hidrógeno puede ser un acierto. O no. Dependerá de la evolución del sector y de cada mercado. Políticame­nte, empieza a dibujarse un mapa claro que divide la transición energética en dos: el ecologismo recalcitra­nte y el pragmatism­o eficaz. La UE sigue debatiendo de forma absurda si el hidrógeno debe ser verde, rosa o de otro color mientras EEUU es más práctico: da igual el color, lo importante es que sea barato.

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