Pandemonio Por qué las bolsas europeas no están a la altura de las estadounidenses Europa, fragmentada
Obstáculos prácticos, políticos y culturales frustran el sueño europeo de crear bolsas que sean capaces
En 2006 la Bolsa de Londres no hacía caso a los pretendientes extranjeros que la cortejaban. Por aquel entonces, las bolsas europeas estaban inmersas en un vertiginoso baile de posibles matrimonios. Varias grandes ya se habían unido para formar Euronext. Alemania intentaba posicionarse como líder mundial. Y las grandes bolsas estadounidenses querían hacerse con los mercados europeos y crear centros de cotización y negociación transatlánticos.
Europa se pavoneaba y confiaba en que sus alianzas podrían conseguir que fuera un serio competidor de Wall Street. La Bolsa estadounidense aún seguía recuperándose de la crisis de las empresas tecnológicas de la década de 2000 y de una serie de escándalos empresariales.
La Bolsa de Londres, en particular, con su prestigio histórico, se mantenía firme, enérgica y a la defensiva. Ya había rechazado a varios socios potenciales, entre ellos la Deutsche Börse de Fráncfort, y seguiría rechazando a más.
La Bolsa de Londres afirmaba que tenía una “posición global única”, debido a la gran base de inversores de la City y al sector de servicios financieros de primera categoría de la capital británica. Todo ese ecosistema, no sólo su magnitud, constituiría la base para seguir atrayendo a empresas de todo el mundo para que cotizaran allí.
Pero tras la crisis financiera, la salida de Reino Unido de la UE y la pandemia del coronavirus, está claro que todas las partes se equivocaron.
Los mercados estadounidenses siguen siendo la sede indiscutible para la cotización y negociación de las acciones de las empresas más dinámicas y de mayor crecimiento del mundo.
Londres no consigue atraer las OPV más importantes e incluso está perdiendo algunas de sus compañías cotizadas más relevantes. Otros mercados europeos son demasiado nacionales y poco diversos y siguen estando muy caracterizados por la vieja economía, dominados por bancos y compañías industriales.
Los inversores afirman que el sueño europeo de tener un entorno de inversión en renta variable que rivalice con el estadounidense sigue siendo lejano y que el camino hacia su creación está sembrado de obstáculos prácticos, políticos y culturales.
Incluso si las bolsas europeas modifican las normas de cotización para atraer a nuevas empresas, EEUU tiene hoy en día una gran ventaja que Europa podría tardar décadas en neutralizar, a medida que el mundo se adapta lentamente al final de la época del dinero fácil y barato que impulsó a las grandes compañías estadounidenses.
“En EEUU hubo una época muy favorable para las empresas tecnológicas y de alto crecimiento. Eso creó entusiasmo, la gente invirtió en ellas y las compañías no estaban sometidas a una presión real a corto plazo para que fueran rentables, ya que los inversores confiaban en su crecimiento y eso era suficiente para ellos. En cambio, en Europa a veces recelaban de las compañías que no ganaban dinero”, señala Euan Munro, consejero delegado de la empresa británica Newton Investment Management.
Debido a la pandemia del Covid-19, los bancos centrales de todo el mundo redujeron los tipos de interés y apuntalaron los mercados de renta fija para apoyar a las economías en crisis.
Como consecuencia, en 2021 se batieron récords de salidas a Bolsa, ya que los precios de los activos se dispararon y las empresas se lanzaron a los parqués. El entusiasmo fue tal que en EEUU llegó la moda de las Sociedades con propósito especial de compra (Spac), que cotizan en Bolsa esencialmente como entidades que tienen dinero y compran otras empresas, proporcionándoles así una vía fácil para salir en Bolsa.
Pero en 2022 el entorno cambió radicalmente. Las bolsas mundiales cayeron alrededor de un 20% cuando los bancos centrales subieron los tipos de interés para atajar la inflación y decenas de Spac se hundieron.
Los inversores ya no estaban de humor para hacer apuestas especulativas en empresas que aún no habían obtenido beneficios.
La avalancha sin precedentes de OPV se acabó. A Europa y a Reino Unido también les fue mal. El valor de las salidas a Bolsa de empresas en Europa en 2022 cayó a su punto más bajo en una década, según datos de Dealogic.
Una única operación, la salida a Bolsa del fabricante de automóviles Porsche en Fráncfort, por valor de 75.000 millones de euros, representó el 60% del volumen total emitido.
En Reino Unido sólo 45 compañías salieron a Bolsa en 2022 y, en conjunto, consiguieron un 90% menos de dinero que en 2021, según datos de la Bolsa de Londres. Solamente seis recaudaron más de 100 millones de libras con sus OPV.
La excelente evolución de EEUU en los últimos años, tanto en el número de empresas que salieron a Bolsa como en las valoraciones que alcanzaron, se debió a dos factores: el sector tecnológico de Silicon Valley y la política monetaria ultralaxa que impulsó la inversión en activos de mayor riesgo, como la renta variable.
A principios de la década de 2000, el crecimiento y desarrollo rápidos de empresas gigantescas estadounidenses, como Apple y Google, hizo que los inversores y las compañías tecnológicas europeas se quedaran aún más rezagadas con respecto a las del otro lado del Atlántico.
Al haber más inversores en tecnología, se fomentó la creación de más empresas tecnológicas. Era un círculo virtuoso.
La consecuencia fue que las empresas europeas no pudieron acceder al capital que tanto necesitaban para impulsar su crecimiento. “El hecho de que los fondos de pensiones no inviertan mucho dinero en Europa no afecta a las grandes compañías, sino a las de mediana y pequeña capitalización”, afirma Anthony Attia, director mundial de mercados primarios y posnegociación de Euronext.
Reino Unido, en particular, ha sufrido una escasez de inversión nacional en renta variable, ya que el porcentaje de capital invertido por los fondos de pensiones en compañías que cotizan en el país ha bajado del 50% a sólo el 4% en dos décadas, debido a que los cambios en las normas contables les incentivaron a comprar renta fija en vez de renta variable.
Esta cifra contrasta con las de Australia y Canadá, cuyos mercados bursátiles también
EEUU sigue siendo la sede indiscutible para la cotización de las acciones más dinámicas
Londres no logra atraer las OPV más importantes, y otros mercados europeos son poco diversos
están dominados por empresas de la vieja economía, pero en los que los fondos de pensiones tienen invertidos el 22% y el 9% de sus activos, respectivamente, en renta variable.
Antoine de Guillenchmidt, codirector de mercados europeos de renta variable de Goldman Sachs, señala que directivos de las bolsas europeas le preguntan a menudo qué más pueden hacer para atraer empresas de alta calidad para que coticen en Europa.
El capital riesgo ha llenado este vacío. La época de dinero fácil y barato y tipos de interés en mínimos históricos impul
só la expansión de los grupos de capital riesgo a ambos lados del Atlántico y les permitió comprar compañías a bajas valoraciones gracias a la financiación barata y fácilmente disponible.
Pero debido a la nueva situación ahora les resulta más difícil rentabilizar sus inversiones y sacar sus empresas a Bolsa, por lo que tienen que mantener su propiedad durante más tiempo o venderlas a otros compradores privados.
Según datos de PitchBook, los grupos de capital riesgo de EEUU y Europa mantuvieron la propiedad de sus empresas durante una media de seis años y medio en 2022, frente a poco más de cuatro años en 2000.
La cantidad total de compañías cotizadas ha bajado en todo el mundo en los últimos años, en parte porque gracias al dinero fácil y barato los propietarios podían financiar fácilmente su crecimiento sin que salieran a Bolsa.
En este sentido, a Europa también le ha ido peor que a EEUU, ya que muchas de sus empresas tecnológicas más prometedoras han optado por salir a Bolsa en EEUU y no en Europa, como la compañía británica de ropa de lujo Farfetch y la empresa sueca de streaming de música Spotify, en 2018, y la firma suiza de zapatillas On Running, en 2021.
El diseñador de chips Arm, que durante años fue una de las pocas empresas tecnológicas importantes de la Bolsa de Londres antes de ser adquirida por SoftBank en 2016, también volverá a cotizar en Nueva York.
Las Spac también absorbieron a empresas europeas nuevas que los inversores locales miraban con desconfianza, como la compañía de venta de automóviles Cazoo y la empresa sanitaria Babylon.
Europa incluso empezó a perder empresas: desde 2000, 221 han salido a Bolsa en Estados Unidos, más del doble que en el otro sentido, según Dealogic. Las que optaron por EEUU han conseguido en total casi cuatro veces más dinero con sus OPV que las estadounidenses que eligieron Europa.
Entre las más notables figura el gigante industrial alemán Linde, valorado en 145.000 millones de euros, que dejó de cotizar en Fráncfort el mes pasado y ahora solamente cotiza en Nueva York.
Las bolsas estadounidenses se han dado cuenta de la debilidad de las bolsas europeas y están cortejando a compañías del Viejo Continente para que coticen en Bolsa allí. Como ventajas argumentan la enorme cantidad de capital y de inversores que hay al otro lado del Atlántico.
Cassandra Seier, directora de mercados de capitales internacionales de la Bolsa de Nueva York, afirma que la Bolsa neoyorquina realiza una gran labor de promoción. “Tenemos empleados sobre el terreno en varias regiones. Queremos que las empresas que intentan atraer capital estadounidense coticen aquí, no importa de qué país procedan ni lo grandes que sean”.
Euronext, el mayor operador bursátil de Europa, ha cambiado su estrategia competitiva: “Antes del Brexit competíamos con la Bolsa de Londres. Ahora no nos enfrentamos a ella en absoluto, sino al tecnológico Nasdaq. En los últimos dos años la Bolsa europea no ha perdido ninguna batalla contra el Nasdaq”, indica Attia. Euronext ha crecido en los últimos años gracias a una serie de adquisiciones. Ahora ofrece una plataforma única para las bolsas de Ámsterdam, París, Milán y otras, así como una cámara de compensación.
Pero incluso después de décadas de hablar de un mercado de capitales paneuropeo, la región sigue fragmentada, con numerosas bolsas y cámaras de compensación y liquidación, así como una gran cantidad de legislaciones nacionales.
Todo ello contrasta fuertemente con el entorno más sencillo de EEUU, donde existe una autoridad principal que regula los mercados de valores y una cámara de compensación, la Depository Trust & Clearing Corporation, que se encarga de todos los asuntos de compensación y liquidación.
Andreas Bernstorff, director de mercados de capitales de renta variable de BNP Paribas, afirma que la fragmentación de las bolsas europeas sigue siendo un gran impedimento: “El problema de Europa es que hay demasiadas bolsas y por ello la concentración de liquidez es baja.Londres ha perdido importancia como lugar neutral y Ámsterdam es una alternativa”.
La UE ha propuesto una serie de cambios para que a las pymes les resulte menos costoso y engorroso salir a Bolsa en Europa, entre ellos acortar de seis a tres días el periodo de la OPV y que haya un solo prospecto para una OPV en toda la UE.
Las autoridades británicas también quieren realizar cambios, entre ellos una consulta sobre el papel de los fondos de pensiones británicos en el mercado nacional de renta variable. “Un cambio real requiere un compromiso financiero y sostenido de todas las partes del ecosistema”, afirma Nikhil Rathi, consejero delegado de la Autoridad de Conducta Financiera de Reino Unido.
Algunos inversores afirman que la fragmentación del entorno europeo se ajusta a sus necesidades. Puede que el mercado estadounidense sea más rápido, se realicen más operaciones y tenga un mayor volumen de negociación y un mayor número de inversores, pero lo que gana en cantidad puede perderlo en calidad. EEUU es indulgente con la remuneración excesiva de los ejecutivos, cosa que sería socialmente más problemática en Europa, y las estructuras de propiedad de dos niveles de ciertas empresas estadounidenses a menudo confieren más derechos a los fundadores de las empresas que a los otros accionistas.
EEUU también es propenso a las modas. Luc Mouzon, director de mercados de capitales de renta variable de Amundi, la mayor firma de inversión europea, considera que el boom de las Spac fue “un mercado loco, un espectáculo de payasos”, mientras que Bernstorff afirma que marcó “el punto álgido de la estulticia” en la época de los bajos tipos de interés.
Muchos de los grupos tecnológicos más prometedores han optado por salir a Bolsa en EEUU
Las bolsas de EEUU cortejan a las empresas europeas para atraerlas a cotizar en Wall Street