Sindicalismo e innovación
Hoy es un día apropiado para volver sobre lo que hace poco, en un editorial, EXPANSIÓN llamó la “amenaza irresponsable de los sindicatos”, que anunciaron actos violentos si no había acuerdo con los empresarios sobre la subida de los salarios, poniendo como ejemplo los altercados en Francia. Señaló nuestro periódico: “Resulta paradójico que las reclamaciones de los sindicatos excluyan al Ejecutivo de PSOE y Podemos pese a que la subida de la presión fiscal a las clases medias ha agravado la erosión del poder adquisitivo de la mayoría de los hogares”.
Sin embargo, los chantajes sindicales, así como su oportunismo ideológico y su apoyo a medidas coyunturales antiliberales, por criticables que sean, no constituyen, desgraciadamente, innovación alguna. He podido ver, en cambio, nuevas investigaciones empíricas –referidas, precisamente, a Francia– sobre la relación estructural entre sindicalismo, innovación y progreso.
En noviembre de 2016, Luis Garicano, Claire Lelarge y John Van Reenen, abordaron el asunto en el American Economic Review: “Firm Size Distortions and the Productivity Distribution: Evidence from France”. Con datos que cubren el período entre 1995 y 2007, analizan las consecuencias de la legislación laboral que fuerza el peso de los sindicatos en las empresas con más de 50 empleados. Concluyen que “el coste de estas regulaciones equivale a un impuesto variable del 2,3% sobre el trabajo”, mientras que su coste en términos de bienestar social es del 3,4% del PIB. Los principales perjudicados con estas medidas que benefician a los sindicatos son los trabajadores.
En un estudio para el National Bureau of Economic Research, de enero de 2021, Philippe Aghion, Antonin Bergeaud y, otra vez, John Van Reenen, volvieron sobre el caso francés, la legislación laboral en favor de los sindicatos, y la innovación y el crecimiento. Su hipótesis era que dicho intervencionismo es negativo a corto plazo, pero “sus efectos potenciales sobre el crecimiento de la economía en el largo plazo probablemente serán mucho más pronunciados”.
La conclusión es tan inquietante como la de Luis Garicano y sus coautores: “La regulación laboral francesa equivale a un impuesto sobre los beneficios del 2,6%, lo que reduce la innovación total en un 5,8% –equivalente a reducir la tasa de crecimiento anual del 1,7 al 1,6 %– y recorta el bienestar al menos en un 2,3 % en términos de consumo. Este es el resultado de desincentivar la creación de empresas nuevas y de incentivar a las empresas existente a contratar a menos trabajadores”.
Se dirá que estas investigaciones atañen a Francia y no a España. Pero cualquiera que conozca algo de las empresas españolas sabe que aquí se puede aplicar la famosa frase que Marx cita en las primeras páginas de El Capital y que acuñó Horacio: De te fabula narratur!
Nuevas investigaciones abordan la relación entre sindicalismo, innovación y progreso