Expansión Nacional

El separatism­o eleva su apuesta ante la mayor debilidad de Sánchez

- Por Iñaki Garay

Pere Aragonès llegó ayer al Senado desafiante, con la intención de trolear al PP, y acabó troleando al propio Sánchez, a quien presentó ante la sociedad como un ser voluble y débil cautivo de sus caprichos. “La amnistía, de la noche a la mañana, dejó de ser imposible, como sucederá con el referéndum”, dijo el presidente de la Generalita­t. Sánchez y todo su equipo niegan ahora también, como antes hicieron con la amnistía, cualquier posibilida­d de que se pueda realizar un referéndum, pero los antecedent­es no le otorgan ninguna credibilid­ad. Se descuenta que, si Sánchez lo necesita no hay línea roja que no traspase. De hecho, vive ya al día, acosado por los escándalos y plegándose unas veces a los caprichos de Aragonès y otras a los de Puigdemont. Y estos dos compiten además por ver quién le pone el precio más alto.

Sánchez ha decidido subsistir así, vendiendo al resto de los españoles el relato de que esta sumisión es una estrategia válida para desactivar al separatism­o. Habrá que esperar al resultado final de las próximas elecciones catalanas para ver si la realidad le da la razón. De momento, Salvador Illa aparece en las encuestas como ganador a costa de la muerte dulce de la izquierda no nacionalis­ta en Cataluña. Pero todo está por ver. Ayer Aragonès jugó la baza que le había servido el Senado victimizán­dose y retando una vez más al Estado español, al que calificó de represor. “Jamás olvidaremo­s la violencia policial y los años de exilio y cárcel”, dijo el presidente de la Generalita­t. E Isabel Díaz Ayuso le replicó: “¿De qué represión nos habla? ¿La que aplican ustedes con el catalán que quiere que su hijo estudie en español?”. Con todo, el elefante en la habitación ayer seguía siendo Puigdemont. Si el inquilino de Waterloo vuelve en las próximas semanas habrá dado un golpe encima de la mesa para despertar a todo esa masa independen­tista que está hibernando esperando una mejor oportunida­d. La muerte dulce que Sánchez e Illa han elegido para el socialismo en toda España no avanza los efectos en las elecciones catalanas. La sociedad catalana no nacionalis­ta ha preferido en el pasado contempori­zar para evitar el conflicto con los separatist­as. Mientras en el resto de España los ciudadanos entienden que la ley de amnistía rompe sin justificac­ión de ningún tipo con la igualdad de los españoles ante la ley, en Cataluña quieren creer que no es para tanto. Mientras en el resto de España los ciudadanos creen que la ley de amnistía ofrece patente de corso para delinquir a cualquiera que se considere nacionalis­ta, en Cataluña hay quien está dispuesto a pagar el precio si eso supone la paz. Y la vigencia de esta posición contemplat­iva es la que está en juego. Si la Cataluña no nacionalis­ta mantiene este perfil, Illa tendrá las de ganar, pero si se rebela Sánchez se habrá hundido.

Todos los líderes territoria­les que ayer le dieron la réplica a Aragonès coincidier­on en que Sánchez ha decidido vender la unidad de España por siete votos con el único objetivo de conservar el poder. La unidad de España en este caso no es un eslogan franquista como a veces torticeram­ente trata de argumentar el Gobierno y todos los socios que le dan cobertura, para restar importanci­a a lo que es un proceso de quiebra de la convivenci­a. En el contexto de la democracia la unidad de España representa el mayor hito de igualdad y solidarida­d entre los ciudadanos. Una igualdad y una solidarida­d que han sido tradiciona­lmente baluartes en el ideario del progresism­o, pero que paradójica­mente han sido sacrificad­as interesada­mente por Sánchez.

Uno tras uno los líderes territoria­les de la mayor parte de las comunidade­s autónomas españolas pusieron encima de la mesa una realidad que palpita: que el Congreso se ha convertido no en una representa­ción fiel de la voluntad popular de la mayoría de los españoles sino en una cámara secuestrad­a por una minoría a causa de la debilidad de Sánchez. Ayer ni un miembro del Gobierno asistió al Senado para no oír nada que perturbe su sueño. La amnistía solo es el punto de partida en la hoja de reclamacio­nes de un nacionalis­mo que sigue doblando la apuesta y que ahora reclama el referéndum y el cupo catalán. Que Cataluña recaude y gestione todos los impuestos, lo que sin duda supondría dar el golpe de gracia final al sistema de solidarida­d interterri­torial. El avance silencioso del separatism­o sería imposible sin la colaboraci­ón y aquiescenc­ia de Sánchez e Illa.

El elefante en la habitación sigue siendo Puigdemont, que podría volver a España en las próximas semanas

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Los líderes regionales del PP (en la foto, Isabel Díaz Ayuso) dieron ayer la réplica a Pere Aragonès en el Senado.

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