Sánchez y la cortina de humo de la ‘Golden Visa’
El presidente Sánchez ha anunciado que eliminará la concesión de la Golden Visa a los extranjeros que realicen inversiones en activos inmobiliarios, una inversión que, hasta ahora, da derecho a obtener la residencia. Junto a la inversión en inmuebles, se consideran inversiones que permiten acceder a dicho visado una inversión en deuda pública española superior a dos millones de euros; un millón de euros en acciones de empresas españolas con actividad real; un millón de euros en fondos de inversión; un millón de euros en depósitos bancarios en entidades financieras españolas; o una inversión en un proyecto empresarial.
Eliminar la inversión en inmuebles no tiene ningún sentido, pues la economía española necesita captar inversión, elemento que impulsa la actividad económica, no ahuyentarla. Bastante inversión se pierde ya producto de la inseguridad jurídica creciente que se ha instalado con la aplicación de la actual política económica –ahí están los datos de la evolución de la inversión en contabilidad nacional o la importantísima disminución de la inversión extranjera recibida para corroborarlo– como para limitar las variables que permitan atraer a inversores con el incentivo de la obtención de la residencia.
Ahora bien, por otro lado, es un mensaje demagógico y populista, pues el Gobierno sabe perfectamente que esa inversión en inmuebles no es la variable más importante en la concesión de este tipo de visados, sino que, dentro del conjunto de variables que permiten acceder al mismo, es más bien testimonial.
Por tanto, ante este carácter testimonial, su anuncio sólo puede obedecer a un mensaje populista destinado a la opinión pública para tratar de hacer ver que son esos inversores extranjeros con capacidad económica los que hacen que el precio de las viviendas se incremente, cuando el problema del precio de la vivienda no es ése, sino la regulación que impide que la importante cantidad de suelo existente se liberalice para poder edificar y el intervencionismo, por tanto, en el mercado, acrecentado con la perjudicial ley de vivienda que aprobó el Gobierno de Sánchez.
Fracaso intervencionista
Este anuncio se emplea como cortina de humo que tape el fracaso de las políticas intervencionistas, que impone limitaciones al precio de los alquileres en lo que los poderes públicos consideren zonas tensionadas, y que está provocando una disminución del parque del alquiler en España. Es, por ello, un auténtico despropósito, un verdadero disparate que perjudica al mercado del alquiler, a los propietarios y a los inquilinos, pues interviene completamente el mercado del alquiler, sin solucionar ninguno de sus problemas, agravándolos e introduciendo nuevos impedimentos que distorsionan la economía y la generación de actividad económica y de empleo. Dichas distorsiones producen una disminución de las transacciones, con el efecto negativo que se extiende por todo el tejido productivo.
Limitación acentuada con la prohibición de que el precio de los alquileres se indexe a la inflación o se forme en libre equilibrio del mercado, con topes establecidos, que se actualizarán con un nuevo índice alejado de la inflación y que será el Gobierno quien lo diseñe, a su arbitrio, perjudicando a los inversores, a los que se niega una rentabilidad; a los ahorradores, a los que se les cercena la posibilidad de completar los ingresos en su jubilación, por ejemplo; y a los arrendatarios, que tendrán menos oferta entre la que elegir, además de la inseguridad jurídica para los propietarios ante el cambio que supone frente a los desahucios.
Esa ley es la que está fallando y la que se ve, en el día a día del mercado, que está produciendo unos efectos contraproducentes para la economía española, y son sus malos resultados los que trata de tapar el Gobierno con esta cortina de humo. Recurrir a echarle la culpa a otro, a alguien de fuera, suele ser muy socorrido para los malos gestores –recordemos la expropiación de empresas españolas en Argentina o en Venezuela, en su momento, realizadas a lomos del populismo–, pero la realidad es la que es, por mucho que Sánchez haya fabricado este nuevo señuelo para tratar de desviar la atención sobre el fracaso de su intervencionismo en el mercado inmobiliario.