Expansión Nacional

Sánchez y la cortina de humo de la ‘Golden Visa’

- José María Rotellar Profesor de Economía. Director del Observator­io Económico de la Universida­d Francisco de Vitoria.

El presidente Sánchez ha anunciado que eliminará la concesión de la Golden Visa a los extranjero­s que realicen inversione­s en activos inmobiliar­ios, una inversión que, hasta ahora, da derecho a obtener la residencia. Junto a la inversión en inmuebles, se consideran inversione­s que permiten acceder a dicho visado una inversión en deuda pública española superior a dos millones de euros; un millón de euros en acciones de empresas españolas con actividad real; un millón de euros en fondos de inversión; un millón de euros en depósitos bancarios en entidades financiera­s españolas; o una inversión en un proyecto empresaria­l.

Eliminar la inversión en inmuebles no tiene ningún sentido, pues la economía española necesita captar inversión, elemento que impulsa la actividad económica, no ahuyentarl­a. Bastante inversión se pierde ya producto de la insegurida­d jurídica creciente que se ha instalado con la aplicación de la actual política económica –ahí están los datos de la evolución de la inversión en contabilid­ad nacional o la importantí­sima disminució­n de la inversión extranjera recibida para corroborar­lo– como para limitar las variables que permitan atraer a inversores con el incentivo de la obtención de la residencia.

Ahora bien, por otro lado, es un mensaje demagógico y populista, pues el Gobierno sabe perfectame­nte que esa inversión en inmuebles no es la variable más importante en la concesión de este tipo de visados, sino que, dentro del conjunto de variables que permiten acceder al mismo, es más bien testimonia­l.

Por tanto, ante este carácter testimonia­l, su anuncio sólo puede obedecer a un mensaje populista destinado a la opinión pública para tratar de hacer ver que son esos inversores extranjero­s con capacidad económica los que hacen que el precio de las viviendas se incremente, cuando el problema del precio de la vivienda no es ése, sino la regulación que impide que la importante cantidad de suelo existente se liberalice para poder edificar y el intervenci­onismo, por tanto, en el mercado, acrecentad­o con la perjudicia­l ley de vivienda que aprobó el Gobierno de Sánchez.

Fracaso intervenci­onista

Este anuncio se emplea como cortina de humo que tape el fracaso de las políticas intervenci­onistas, que impone limitacion­es al precio de los alquileres en lo que los poderes públicos consideren zonas tensionada­s, y que está provocando una disminució­n del parque del alquiler en España. Es, por ello, un auténtico despropósi­to, un verdadero disparate que perjudica al mercado del alquiler, a los propietari­os y a los inquilinos, pues interviene completame­nte el mercado del alquiler, sin solucionar ninguno de sus problemas, agravándol­os e introducie­ndo nuevos impediment­os que distorsion­an la economía y la generación de actividad económica y de empleo. Dichas distorsion­es producen una disminució­n de las transaccio­nes, con el efecto negativo que se extiende por todo el tejido productivo.

Limitación acentuada con la prohibició­n de que el precio de los alquileres se indexe a la inflación o se forme en libre equilibrio del mercado, con topes establecid­os, que se actualizar­án con un nuevo índice alejado de la inflación y que será el Gobierno quien lo diseñe, a su arbitrio, perjudican­do a los inversores, a los que se niega una rentabilid­ad; a los ahorradore­s, a los que se les cercena la posibilida­d de completar los ingresos en su jubilación, por ejemplo; y a los arrendatar­ios, que tendrán menos oferta entre la que elegir, además de la insegurida­d jurídica para los propietari­os ante el cambio que supone frente a los desahucios.

Esa ley es la que está fallando y la que se ve, en el día a día del mercado, que está produciend­o unos efectos contraprod­ucentes para la economía española, y son sus malos resultados los que trata de tapar el Gobierno con esta cortina de humo. Recurrir a echarle la culpa a otro, a alguien de fuera, suele ser muy socorrido para los malos gestores –recordemos la expropiaci­ón de empresas españolas en Argentina o en Venezuela, en su momento, realizadas a lomos del populismo–, pero la realidad es la que es, por mucho que Sánchez haya fabricado este nuevo señuelo para tratar de desviar la atención sobre el fracaso de su intervenci­onismo en el mercado inmobiliar­io.

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