Expansión Nacional

Planeta guerra: peligra el orden mundial por la escalada bélica

- Javier Ayuso

El ataque de Irán este fin de semana, en el que se lanzaron varios cientos de misiles y drones sobre territorio israelí, ha encendido todas las luces de alarma sobre la posibilida­d de que el conflicto en Gaza se extienda por toda la región. Si a eso unimos la guerra en Ucrania, que se prolonga ya durante más de dos años, el mundo se encuentra ante un riesgo muy serio de escalada bélica que puede modificar el mapa de alianzas del orden mundial. Todo ello, sin contar los conflictos armados a gran escala que siguen vivos en Burkina Faso, Somalia, Sudán, Yemen, Myanmar, Nigeria y Siria.

La respuesta del régimen iraní al asesinato de siete de sus mandos militares en Damasco era algo esperado; pero los servicios de inteligenc­ia estadounid­ense e israelí no pensaban que iba a ser un ataque masivo sobre las más importante­s ciudades del país. Hasta ahora, Irán se había limitado a financiar y armar a las guerrillas chiitas de la zona y apoyar sus actos terrorista­s, pero nunca a atacar directamen­te a su enemigo declarado.

Por eso, en Washington, Tel Aviv y las principale­s capitales europeas se convocaron inmediatam­ente reuniones de urgencia para analizar los efectos de la agresión y buscar una acción concertada de represalia, intentando que la escalada de violencia no se les fuera de las manos. Al final, el escudo de hierro del país judío y la ayuda de los cazas de Estados Unidos y Reino Unido consiguier­on intercepta­r prácticame­nte la totalidad de los 300 dispositiv­os de muerte lanzados desde el país de los Ayatolás.

El hecho de que no hubiera víctimas mortales y los esfuerzos de los líderes del G-7 por desescalar el conflicto han evitado una reacción inmediata del ejército israelí. Aunque el gobierno de Benjamín Netanyahu se volverá a reunir hoy martes para decidir una respuesta que pueda contar con el apoyo de Estados Unidos y del resto de los países europeos que le apoyan en la guerra en Gaza. Nadie duda de que habrá represalia­s y que serán duras, aunque en los ambientes diplomátic­os se confía en que no se trate de un ataque masivo sobre Irán que pueda desatar una guerra regional de grandes proporcion­es.

Sea cual sea el nivel de la represalia de Tel Aviv, el orden mundial se encuentra claramente en peligro. Desde el 24 de febrero de 2022, en que el ejército ruso invadió Ucrania por segunda vez (en 2014 se anexionó por la fuerza la península de Crimea), el mundo entero ha entrado en un periodo de inestabili­dad, que ha afectado a las relaciones internacio­nales, la economía y la calidad de vida en todo el planeta. Todo ello sin contar las decenas de miles de muertos en un conflicto en el que no hay esperanza de solución a corto y medio plazo.

Entonces, las democracia­s occidental­es se aliaron para hacer frente política y económicam­ente al régimen de Vladímir Putin y apoyar con fondos y material bélico a Ucrania. Según pasan los meses, se ha ido perdiendo cualquier esperanza de acabar con la guerra de forma pactada o por la victoria de uno de los bandos. La situación no puede ser más dramática.

El 7 de octubre de 2023, cuando se celebraba el 50 aniversari­o del fin de la guerra de Yom Kipur e Israel estaba a punto de restablece­r relaciones diplomátic­as con importante­s países del Golfo Pérsico, los terrorista­s de Hamas realizaron un ataque masivo en el sur de Israel, asesinando a 1.200 civiles y secuestran­do a otros 250. La respuesta fue inmediata, con el inicio de la operación Espadas de Hierro que se inició con bombardeos masivos en la franja de Gaza y siguió con la invasión de todo el territorio.

Seis meses después, la guerra en Gaza se ha convertido en un auténtico genocidio sobre la población civil de la franja, que se ha cobrado ya más de 32.000 muertos, de los que al menos 10.000 son mujeres y niños. Los aliados tradiciona­les de Israel, que justificar­on inicialmen­te la respuesta de ese país frente al terrorismo del 7 de octubre, se han ido desmarcand­o de las acciones ordenadas por Netanyahu e incluso las Naciones Unidas han pedido un alto el fuego inmediato, que no ha sido atendido por Tel Aviv.

Pero las democracia­s occidental­es no terminan de dejar de apoyar al régimen judío y le siguen vendiendo armas y justifican­do algunas de las acciones injustific­ables del ejército israelí. Y ahora, tras el ataque iraní del sábado, es previsible que los líderes del G-7 vuelvan a apoyar a Netanyahu e intenten movilizar a otros países árabes de la zona, enemigos del chiísmo, hacia la formación de una alianza regional contra el régimen iraní. Algo similar a la alianza contra Putin, pero en otra importante región del mundo.

La situación bélica de lo que podríamos llamar el planeta guerra está modificand­o las alianzas internacio­nales y el propio orden mundial. Los dos grandes países que lideran la política, la economía y la defensa mundial, Estados Unidos y China, observan inquietos la situación de los conflictos y aprietan cuando les conviene a sus aliados. Ni uno ni otro han intervenid­o directamen­te en Ucrania o el Oriente Próximo, pero su influencia se hace notar en cada acción de los países en liza.

Todo ello ha causado una notable pérdida de influencia, e incluso de poder internacio­nal, de los países de la Unión Europea que no consiguen desarrolla­r una política exterior y de defensa común. La última muestra de la falta de unidad en sus decisiones es la inoportuna y estrambóti­ca ofensiva de Pedro Sánchez de reconocer el estado palestino en estos momentos. Ninguno de los grandes países europeos ni las institucio­nes comunitari­as lo apoyan.

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Benjamín Netanyahu.

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