Talgo recuperó ayer parte del valor perdido y subió a los 4,3 euros por acción, un 5,2% más
que el lunes presentó los avales por los 620 millones de euros de la opa y cuenta con el apoyo unánime del consejo de administración y del 40% del capital de Talgo.
En el sector no ven a ningún fabricante dispuesto a entrar en esta operación, ya que la compra de Talgo no les aportaría valor adicional. La francesa Alstom se encuentra actualmente en serias dificultades financieras y su consejo de administración trabaja
desde hace meses en un agresivo plan de desinversiones para reducir la deuda. El gigante francés va a recortar empleos, acelerar la venta de activos, reorganizar la dirección y, sobre todo, pedir ayuda a sus accionistas de referencia (Caisse de dépôt et placement du Québec y BPI, entre otros) para reequilibrar el balance del grupo y reducir la deuda, que se ha elevado a 3.400 millones de euros.
Además, Alstom y Talgo compiten en el mismo segmento de la alta velocidad, lo que podría generar un análisis profundo por parte de los servicios de la Comisión Europea (lo hizo en la compra de Bombardier).
La suiza Stadler tampoco
está interesada, entre otras razones porque no compite en el segmento de la alta velocidad. La compañía, con fábrica en Valencia tras comprar Vossloh, es competitiva en modelos de hasta 250 kilómetros por hora.
La española CAF, que no tiene alta velocidad en su cartera de trenes, tampoco está interesada en Talgo. El grupo vasco sí analizó en el pasado esta opción, que nunca ha encajado por la baja predisposición de la familia Oriol a ser absorbida por su rival CAF. Además, una fusión entre las dos compañías de origen vasco tendría un efecto dilutivo sobre el porcentaje de capital de CAF propiedad de empleados. Fuentes del sector apuntan a que CAF solo daría un paso al frente si el Gobierno español le garantizase algún tipo de beneficio extraordinario como, por ejemplo, carga de trabajo en España durante los próximos años.
Además de los avales, el consorcio Ganz Mavag está pendiente de obtener la firma de los waiver de cuatro de los 28 bancos acreedores de Talgo. Los inversores tienen garantizada desde hace tiempo la financiación con un banco húngaro y el fondo Corvinus.