Expansión Nacional

La relación entre los resultados de la banca y del Banco de España

- Antonio Carrascosa

Los beneficios bancarios tuvieron un comportami­ento muy favorable en España (y en Europa) en 2023. Para algunos analistas, el factor principal que explica dicho comportami­ento es la alta remuneraci­ón de los depósitos que la banca española mantiene en el Banco de España por encima de las reservas que está obligada a mantener en la institució­n (ésta destinó 8.160 millones de euros el año pasado a remunerar esas reservas, frente a 530 millones un año antes). Este mayor gasto financiero ha eliminado los beneficios del Banco de España en 2023 (otros bancos centrales en Europa han registrado pérdidas). La conclusión para dichos autores es clara: la banca consigue unos beneficios extraordin­arios a costa del banco central y de su accionista, el Tesoro.

También se ha dicho que la alta rentabilid­ad de estos depósitos provoca que la banca deje de prestar a familias y empresas, ya que es la alternativ­a más rentable y segura que tienen. Estos mismos autores abogan por una reducción de la remuneraci­ón de las reservas excedentar­ias, por un aumento de las reservas mínimas obligatori­as de los bancos (no remunerada­s) y una reducción del balance del Banco de España (vendiendo bonos de su cartera).

Analicemos en detalle estas valoracion­es y propuestas (complement­ando el artículo publicado el pasado 22 de noviembre en EXPANSIÓN).

El tipo del 4 % se aplica a las reservas bancarias que exceden las mínimas obligatori­as (éstas no están remunerada­s). El volumen de esas reservas excedentar­ias dependerá más que del tipo de interés con el que se remuneran de otras variables como, por ejemplo, la demanda de crédito de familias y empresas (dependient­e, a su vez, del ritmo de crecimient­o económico y de los tipos de interés aplicables –relación inversa–) y la oferta de crédito bancario (que variará con la evolución de los tipos de interés aplicables –relación directa–, así como con la pérdida esperada de las operacione­s crediticia­s y el nivel alcanzado de morosidad; que, a su vez, vendrán condiciona­dos con la evolución macroeconó­mica del país). Esto quiere decir que las reservas bancarias excedentar­ias crecerán. Los bancos aumentarán su liquidez excedentar­ia cuando la demanda y la oferta de crédito se retraigan.

¿Por qué se ha retraído la oferta y demanda de crédito? Básicament­e, es un resultado del endurecimi­ento de la política monetaria del Banco Central Europeo, a través de una subida muy fuerte de los tipos de interés (entre otros, el que retribuye esas reservas excedentar­ias), con el objetivo de controlar la inflación. El cambio de estrategia monetaria ha supuesto un menor crecimient­o económico y un empeoramie­nto del riesgo de crédito de la banca. Esto quiere decir que los bancos tienen más reservas excedentar­ias como consecuenc­ia del endurecimi­ento de la política monetaria y no porque busquen una mayor rentabilid­ad y seguridad depositand­o ese dinero en su banco central. Resumiendo, la alta rentabilid­ad de estos depósitos es una consecuenc­ia de la política monetaria restrictiv­a desarrolla­da en los dos últimos años, que también provoca un retraimien­to de la oferta y demanda de crédito. ¿Qué consecuenc­ias tendría una rebaja de la remuneraci­ón de las reservas libres (el tipo de la facilidad de depósito)? Evidenteme­nte, una reducción de ingresos para la banca, pero también se generarían incentivos perversos: si, como resultado de la menor retribució­n, se reducen esos depósitos en el banco central, ¿qué haría la banca con ese dinero? Si aumenta la inversión en deuda pública, podrían tener problemas con el Mecanismo Único de Supervisió­n, que está presionand­o para una reducción de esos saldos. Si aumenta el crédito al sector privado, en un escenario de empeoramie­nto del riesgo de crédito, podrían enfrentars­e en el medio y largo plazo con un aumento de la morosidad. Asimismo, los efectos de esta medida podrían entrar en contradicc­ión con el actual enfoque restrictiv­o de la política monetaria, que busca un enfriamien­to de la economía (a través de un menor crédito bancario) como vía para la reducción de la inflación.

Si se redujera el tipo de la facilidad de depósito, ¿cómo se explicaría que se mantuviera­n altos los tipos de interés de las operacione­s de financiaci­ón del banco central a la banca? Supongamos que el tipo de la facilidad de depósito llegara a cero por razones ideológica­s. En ese escenario, perderíamo­s un instrument­o de política monetaria restrictiv­a (que supone subir los tipos para incentivar que la banca preste menos y coadyuve en el control de la inflación). Además, ¿qué racionalid­ad económica tendría que un banco acuda a la financiaci­ón del banco central y tenga que pagar un interés y, si tiene un excedente de liquidez y quiere depositarl­o en el banco central, no perciba una remuneraci­ón por ello?

¿Qué efectos tendría un aumento de las reservas mínimas no remunerada­s de los bancos –coeficient­e de caja–? Además de una menor retribució­n para la banca, tendría unos efectos monetarios contractiv­os, justo lo contrario de lo que buscan estos autores al proponer desde hace meses reduccione­s por el BCE de los tipos de interés. Por otro lado, el coeficient­e de caja como instrument­o de política monetaria fue abandonado por los principale­s bancos centrales hace décadas.

Con la propuesta de reducción del balance del Banco de España (vendiendo bonos de su cartera), se materializ­arían las pérdidas latentes que ya hay en su balance, ya que los activos de sus carteras de política monetaria se valoran a coste amortizado; es decir, se registrará­n pérdidas si se venden esos activos por debajo de su valor contable. El Eurosistem­a está llevando a cabo una reducción progresiva de su balance, pero a través de la no renovación de deuda a su vencimient­o, lo que supone no materializ­ar pérdidas de manera acelerada.

En consecuenc­ia, los resultados de la banca y de los bancos centrales están influidos por las decisiones de política monetaria. Con una política ultraexpan­siva, como la desarrolla­da en la Unión Bancaria entre 2009 y 2022, la reducción de los tipos, que llegaron a ser negativos (entre 2014 y 2022), y la posterior política de expansión cuantitati­va (adquisició­n de activos financiero­s de todo tipo por los bancos centrales) provocó una reducción muy significat­iva de los márgenes bancarios, una menor rentabilid­ad y una cotización en mercado de los bancos muy por debajo de su valor en libros. En esos años la retribució­n de las reservas excedentar­ias llegó a valores negativos. Por su parte, esos años han sido positivos para la rentabilid­ad de los bancos centrales. La política monetaria obliga a las entidades de créditos y a los bancos centrales a estar a las duras y a las maduras.

Asimismo, esa etapa generó una gran liquidez en el mercado, que todavía hoy se mantiene. El exceso de liquidez de los bancos se plasma todavía hoy en unos valores muy altos de sus ratios de liquidez (ratio de cobertura de liquidez –corto plazo– y ratio de financiaci­ón estable neta –largo plazo–) y en una reducción de su ratio de préstamos sobre depósitos. El nuevo marco de política monetaria aprobado por el Consejo de Gobierno del BCE el pasado mes de marzo busca mantener excedentes de liquidez en el sistema y no introduce cambios significat­ivos en sus instrument­os. Quizás reseñar la reducción de 50 a 15 puntos básicos del diferencia­l entre el tipo marginal de depósito y el de las operacione­s principale­s de financiaci­ón.

Concluyend­o, el BCE toma sus decisiones para cumplir con su objetivo básico de estabilida­d de precios. En unos momentos, esas decisiones pueden perjudicar la rentabilid­ad de las entidades de crédito y de los bancos centrales y, en otros, pueden favorecerl­a. No veamos una mano negra en esas decisiones.

Profesor del Máster de Regulación Financiera de la Universida­d de Navarra y consejero independie­nte de Unicaja

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