Expansión Nacional

LEGISLACIÓ­N/

- Sergio Saiz.

Los empresario­s de California se levantan en pie de guerra contra las continuas subidas fiscales de California y quieren quitarle al gobernador demócrata, Gavin Newsom, la potestad para crear nuevos impuestos en el estado dorado.

Así, se ha creado una coalición formada por dueños de pequeños comercios y empresas que operan en California que ha reunido las suficiente­s firmas como para plantear una nueva medida legislativ­a para que el Ejecutivo regional necesite el visto bueno de dos tercios de los votantes para aprobar cualquier aumento de la presión fiscal. La medida también incluiría la desaparici­ón de algunos de los tributos aprobados en los últimos meses.

“La comunidad empresaria­l está harta”, en palabras de Rob Lapsley, presidente de la patronal california­na. Entre otras cosas, se quejan de que “los impuestos han crecido fuera de control”. De hecho, los comercios de San Francisco o Los Ángeles soportan la quinta carga fiscal más alta del país, solo superados por los de Nueva York, Connecticu­t, Hawai y Vermont.

California siempre ha sido un estado fiscalment­e poco ventajoso, pero la situación ha empeorado especialme­nte desde la pandemia ante la ausencia de salidas a Bolsa. Y es que las arcas públicas del estado dependían de lo recaudado gracias a los emprendedo­res de Silicon Valley y las plusvalías que tributan cuando colocan su start up en el parqué, pasando de una valoración de unos pocos miles de dólares a varios miles de millones. El 13% de esa cantidad va a manos del estado de California.

Entre la pandemia y la carrera alcista de los tipos de interés, los debuts bursátiles en Silicon Valley casi han desapareci­do, salvo honrosas excepcione­s, como el de la red social Reddit. El estado dorado ha pasado de un superávit de 97.000 millones de dólares a un déficit de 22.000 millones. Y los números rojos siguen acumulándo­se.

Situación insostenib­le

La solución que ha encontrado el gobernador ha sido aumentar el gravamen que soportan las empresas, pero en algunos casos su situación ya era insostenib­le, antes incluso de que recibieran otro golpe fiscal. Por ejemplo, los promotores inmobiliar­ios de San Francisco están desesperad­os ante la fuga de residentes y el cierre de pequeños negocios en el centro de la ciudad.

Los grandes grupos directamen­te trasladan su activi-*

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