Newsom ha amenazado con recortar el servicio de basuras si caen los ingresos fiscales
dad a otros estados cercanos y fiscalmente más atractivos, como Texas. Se quejan de que “la carga fiscal hace que sea difícil operar en California”.
La rebelión de los empresarios es un golpe en la línea de flotación política de Gavin Newsom, uno de los nombres que más suena para sustituir a Joe Biden en la carrera a la Casa Blanca en caso de que el mandatario decida dar un paso atrás en sus aspiraciones de revalidar un segundo mandato.
La idea de bloquear la capacidad estatal de subir impuestos no es nueva. En California ya se ha probado anteriormente iniciativas similares, aunque hay que remontarse hasta 1978 para encontrar un caso relevante. Entonces, los votantes lograron una importante victoria en las urnas para limitar cualquier aumento en el impuesto a la propiedad.
El gobernador se defiende, asegurando que si se recortan los impuestos o se limita su capacidad para crear otros nuevos serán los servicios básicos quienes más sufran. Concretamente, amenaza con inundar las calles de basura y cerrar las estaciones de bomberos. California no tiene dinero, así que no hay margen para reducir la carga fiscal.
En este estado, muchos de los tributos que propone la Administración son sometidos al visto bueno de los ciudadanos, que cuando acuden a las urnas tienen que pronunciarse sobre nombramientos de cargos públicos, pero también sobre iniciativas legislativas de todo tipo, incluyendo impuestos. Basta una mayoría simple para que sean aprobados. Con la nueva propuesta, el umbral se elevaría a dos tercios, haciendo casi imposible sacar adelante cualquier gravamen que no cuente con un amplio respaldo popular.