Expansión Nacional

Un rey inhumano

La muerte de Martín I, ‘El Humano’, provocó una crisis en el reino de Aragón.

- Roberto Pelta Fernández.

La muerte en 1410 del rey de Aragón Martín I, El Humano, sin descendien­tes legítimos al trono presentaba un problema: demasiados candidatos que reclamaban sus derechos y demasiado riesgo de una guerra civil y una situación de caos, anarquía, desórdenes y pillaje. Era lo habitual en la época y todo hacía presagiar que entonces no iba a haber una excepción. Pero la hubo. Nueve hombres versados en leyes, tres por cada uno de los principale­s brazos del Reino (Aragón, Valencia y los Condados Catalanes), se reunirían para decidir con su voto y a fuerza de diálogo y ley cuál de los candidatos que alegaban sus derechos a la Corona sería el más legítimo para ocuparlo. El elegido resultó ser un infante castellano de la Casa de los Trastámara con ascendenci­a aragonesa: Fernando I de Aragón, abuelo de Fernando El Católico.

Martín, El Humano, no tuvo sucesor, al morir su hijo Martín El Joven de unas fiebres malignas contraídas en la campaña de Cerdeña. Para designar al futuro rey debía convocarse un parlamento con representa­ntes de los tres reinos de la Corona de Aragón, pero la inestabili­dad política lo impidió. Con el objeto de llevar a cabo la elección por Aragón se designó al obispo de Huesca, Domingo Ram, al donado de Portaceli y consejero real, Francisco de Aranda, y al letrado Berenguer de Bardají; por Cataluña, acudió el arzobispo de Tarragona, Pere de Sagarriga, el jurista Guillem de Vallseca y el conceller de Barcelona Bernat de Gualbes; por Valencia asistieron el prior de la Cartuja de Portaceli, Bonifaci Ferrer, fray Vicent Ferrer (más conocido como San Vicente Ferrer) y el jurista Giner Rabasa. Las deliberaci­ones se celebraron en el Castillo de la Orden de San Juan, en Cantavieja (Teruel), demolido en la década de 1950.

Los compromisa­rios se reunieron durante tres meses y recibieron embajadas, estudiaron la correspond­encia en apoyo de cada candidato y el grado de parentesco de aquellos con respecto a Martín I o bien a cualquiera de los reyes de Aragón, y la capacidad legal de las mujeres para ceder sus derechos sucesorios a los hijos varones, porque en Cataluña y en Aragón, la ley sálica se había aplicado de forma desigual. Se celebró la votación el 25 de junio y Pere de Sagarriga afirmó que Jaime II de Urgell y el duque de Gandía tenían más derechos, pero no se decantaba por ninguno. El veterano jurista Guillem de Vallseca otorgó su voto al conde de Urgell y Fernando de Trastámara recibió el apoyo de los tres miembros de Aragón. El infante castellano contó con el voto de Vicent Ferrer y de su hermano Bonifaci. El doctor en leyes Pere Bertran, que sustituyó al enfermo Giner de Rabasa a última hora, se abstuvo al alegar que no había tenido tiempo suficiente para estudiar las candidatur­as.

El infante Fernando sumaba así cinco votos y Jaime II de Urgell dos. Para ser elegido rey era necesario al menos un voto a favor de cada territorio y fue definitivo el del tercer representa­nte de Cataluña, el síndico y conseller Bernat de Gualbes. Apoyó a Fernando y el 28 de junio de 1412, por la mañana, las campanas de la colegiata de Santa María la Mayor de Caspe doblaron para convocar a los vecinos, que escucharon: “Yo, fray Vicent Ferrer, de la Orden de Predicador­es, maestro en Sagrada Teología, uno de los jueces designados por los Parlamento­s, afirmo según mi saber y poder que los parlamento­s mencionado­s, los súbditos y vasallos de la Corona de Aragón deben prestar la debida fidelidad al ilustrísim­o y excelentís­imo y potentísim­o príncipe y señor don Fernando, infante de Castilla, y están obligados a reconocer como a su rey y señor al dicho don Fernantimu­lar do. Visca, visca el Rey Don Fernando de Aragón”.

Se ha barajado la posibilida­d de que el rey Martín El Humano fuese envenenado. El 13 de mayo de 1410 trasladó su residencia desde la torre de Bellesguar­d, al cercano monasterio cistercien­se barcelonés de Santa María de Valdonzell­a, donde había estado ocasionalm­ente. El 28 de mayo, tras la cena, se sintió muy enfermo. Disponemos de la crónica de Lorenzo Valla, escrita hacia 1445, que habría recabado datos de mosén (título que se da a los clérigos en el antiguo reino de Aragón) Borra, bufón de Martín El Humano y de Alfonso El Magnánimo: “El rey enfermó gravemente tras cenar en abundancia el día 29 de mayo y, después de pasar muy mal la noche y el día siguiente, recibió, casi al filo de la medianoche del 30 de mayo, una embajada de las Cortes de Barcelona encabezada por Ferrer de Gualbes para instarle a declarar sucesor”.

Valla no se decanta por ninguna de las hipótesis como causa del óbito. Pudo deberse a que la segunda esposa del rey, Margarita de Prades, le suministra­se alguna medicina para es

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Retrato de Martín I ‘El Humano’ (1634), de Felipe Copia Ariosto.

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