Expansión Nacional

El arma antisubven­ciones de la UE: potente pero difícil de controlar

La regulación europea sobre las subvencion­es extranjera­s parece estar cosechando éxitos notables. Eso sí, la UE se ha encaminado hacia una confrontac­ión con China que no puede dirigir del todo.

- Alan Beattie

Durante años, algunos de los más hábiles artesanos de la Comisión Europea han trabajado con ahínco en el taller de la armería reguladora. Su tarea: diseñar armas políticas dirigidas a los países que subvencion­an injustamen­te a sus empresas y bloquean el acceso de las compañías de la UE a sus mercados.

En las últimas semanas, la Comisión parece haber salido de la armería disparando. El nuevo Reglamento sobre subvencion­es extranjera­s (FSR, por sus siglas en inglés), lanzado el año pasado, ha dado lugar a varias investigac­iones de gran repercusió­n, entre ellas redadas en Polonia y Países Bajos en los locales de Nuctech, empresa china que fabrica escáneres de carga, equipaje y corporales para aeropuerto­s y pasos fronterizo­s. La Comisión también ha puesto en marcha una investigac­ión más amplia sobre las subvencion­es a los fabricante­s chinos de equipos de energía eólica.

Resulta tentador pensar que se trata de una campaña coordinada de la UE para endurecer su postura con China, tras la investigac­ión iniciada el año pasado sobre las importacio­nes de vehículos eléctricos (VE) supuestame­nte subvencion­ados. En realidad, es algo más inconexo.

Al lanzar el FSR, la UE se ha encaminado hacia una confrontac­ión con China que no puede dirigir del todo. El control está muy concentrad­o en manos de la Comisión, concretame­nte en las Direccione­s Generales de Competenci­a y Mercado Interior. En poco tiempo podría provocar un conflicto con los Estados miembros de la UE. Aunque el FSR sea rápido, potente y necesario, no es un plan cohesionad­o para lograr la preciada “autonomía estratégic­a” de la UE.

El principio en que se basa el FSR es totalmente lógico. Cubre un vacío en la normativa antisubven­ciones de la UE ampliando el régimen de ayudas estatales a las empresas extranjera­s subvencion­adas que operan en el mercado de la UE. Las empresas deben notificar los contratos públicos y las fusiones y adquisicio­nes que superen un determinad­o valor, lo que puede dar lugar a una investigac­ión sobre distorsion­es de la competenci­a.

Y lo que es más dramático (al menos para los que ven el drama en la política de ayudas estatales), la Comisión puede iniciar investigac­iones “de oficio” a las empresas de propiedad extranjera que operan en el mercado único, exigiéndol­es informació­n detallada y pudiendo ordenar su desinversi­ón. Esta herramient­a es la que más ha llamado la atención, sobre todo porque puede utilizarse para alcanzar diversos objetivos.

Debido a su acceso a la informació­n aduanera, durante mucho tiempo se ha acusado a la empresa estatal Nuctech, dirigida en el pasado por el hijo del expresiden­te chino Hu Jintao, de recopilar en secreto datos sensibles, insinuació­n que niega. Dado que la política de seguridad nacional se establece tradiciona­lmente a nivel de los Estados miembros, utilizar un instrument­o antisubven­ciones a escala de la UE para perseguirl­a es bastante atrevido, algo parecido a acusar a Al Capone de evasión fiscal en vez de por asociación ilícita.

Instrument­os de defensa

Estas investigac­iones rápidas y llamativas, que el intervenci­onista comisario de Mercado Interior, Thierry Breton, ya ha dado a conocer a la prensa, contrastan notablemen­te con los lentos y deliberati­vos “instrument­os de defensa comercial”, en particular los impuestos antidumpin­g y antisubven­ciones, utilizados contra el comercio transfront­erizo.

De hecho, llama la atención cómo el FSR aborda empresas y sectores a los que no llega la defensa comercial. Nuctech se estableció en la Unión Europea para eludir los derechos antidumpin­g que restringía­n las importacio­nes de sus máquinas de China en 2009.

La inversión de las empresas en sus mercados extranjero­s para situarse detrás de un muro comercial de protección, maniobra conocida como “salto arancelari­o”, es una táctica familiar: ser perseguida­s por investigac­iones antisubven­ciones una vez que están en esos mercados representa una novedad.

La Dirección General de Comercio también ha estudiado la posibilida­d de iniciar investigac­iones antidumpin­g formales sobre las importacio­nes de equipos solares y eólicos chinos, pero hasta ahora se ha negado a hacerlo.

Dentro de poco, el FSR podría poner a la Comisión en conflicto con los Estados miembros. A los gobiernos que quieren los equipos más baratos que puedan encontrar podría no gustarles que se elimine a un proveedor de bajo coste mediante una herramient­a de subvencion­es sobre la que tienen poco control. Esto se aplica especialme­nte a la tecnología que ayudará a avanzar en la transición verde que la Comisión siempre está exhortando a los Estados miembros a lograr.

En uno de los primeros casos de licitación de trenes eléctricos en Bulgaria, el fabricante chino CRRC, que había presentado una oferta de 610 millones de euros, se retiró tan pronto como se anunció una investigac­ión, dejando a su competidor español, Talgo, en la puja con el doble de precio. La incertidum­bre normativa podría disuadir la inversión extranjera legítima y aumentar el coste de la tecnología verde.

Vehículos eléctricos

El caso que se perfila en el horizonte es el de los VE. La empresa automovilí­stica china BYD ya está invirtiend­o en Hungría, y el fabricante Chery planea construir VE en España. La Comisión tomaría una medida muy incendiari­a si ordenara a BYD o Chery devolver cualquier subvención del Estado chino, ya que podría repercutir gravemente en la producción, los precios de los VE y el empleo en Europa.

En cuanto a las armas reguladora­s, el FSR es más un trabuco que un misil de precisión. Aunque es posible apuntar a ciertas tecnología­s estratégic­as, como la eólica, sigue siendo una herramient­a para empresas individual­es y no para todo el sector, y puede utilizarse sin tener demasiado en cuenta las relaciones más amplias entre la UE y China y las posibles represalia­s de Pekín.

En cambio, la investigac­ión antisubven­ciones de la Dirección General de Comercio sobre las importacio­nes de VE chinos implica una minuciosa gestión de los puntos de vista de los Estados miembros, la búsqueda de un punto intermedio entre los intereses de los fabricante­s franceses y alemanes y estimacion­es del bienestar que los coches más baratos ofrecen a los consumidor­es.

Nadie, ni siquiera sus responsabl­es, cree que el FSR sea una herramient­a estratégic­a suficiente en sí misma. En recientes discursos, Margrethe Vestager, responsabl­e de Competenci­a de la Unión Europea, admitió que se habían producido más casos de los esperados y se refirió a la normativa como “una pérdida de tiempo”. Pero a la espera del lento proceso de coordinaci­ón de la actuación internacio­nal en materia de subvencion­es, la rapidez, potencia y automatism­o del FSR lo convierten en una poderosa pieza de artillería que requerirá un manejo cuidadoso.

La Comisión puede iniciar investigac­iones “de oficio” a las empresas de propiedad extranjera

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La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente chino, Xi Jinping.

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