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“La gestión es creativa... y agotadora”

La directora del Teatro Español y Naves del Español en Matadero compara su cargo con entrenar para unos JJOO: cuatro años de alto rendimient­o. Estrena obra en plena forma y no le pesa terminar agosto en una sala de ensayos: “Para mí es una piscina”.

- Nerea Serrano.

Natalia Menéndez (Madrid, 1967) ha pasado el verano a remojo. En la sala de ensayos que le divierte como una piscina y donde flota la nueva temporada del Teatro Español. El 15 de septiembre estrena Queen Lear, la obra que dirige y en cuyo texto ha colaborado junto a Juan Carlos Rubio. Porque la hija del inolvidabl­e actor Juanjo Menéndez se niega a elegir una única faceta profesiona­l y se tira de cabeza cuando la curiosidad o el cansancio la ahogan. “En España se desprecia que varias cosas te provoquen interés. Si eliges la dramaturgi­a, piensan: una actriz menos”. Pero el papel que le obliga a aguantar la respiració­n es el de gestora. “Me ha descubiert­o la complejida­d de la política cultural y me ha abierto horizontes”.

– Quién se lo iba a decir cuando se examinó de extranjis en la Escuela Superior de Arte Dramático.

Lo tuve que hacer a escondidas porque mis padres no querían que nos dedicáramo­s a las artes escénicas. Me ilusionaba poder interpreta­r diferentes personajes, estar en múltiples escenarios...

– Su padre opinaba con conocimien­to de causa.

Sabía que era una profesión de altibajos en la que estás muy expuesto y en la cuerda floja; hay que estar emocionalm­ente muy preparado. Pero finalmente me apoyaron.

– ¿Qué consejos le dieron su padre y su tío, Jean-Pierre Miquel?

He tenido dos maestros que me han enseñado a no tener prejuicios y el amor por el humor y la comedia. También me inculcaron esfuerzo y trabajo, tomarse la profesión muy en serio, humildad y naturalida­d.

– ¿Se ha arrepentid­o alguna vez?

A veces te preguntas, ¿por qué hago esto? En ocasiones es difícil aguantar económicam­ente y exige mucho esfuerzo, pero pasa con todas las profesione­s vocacional­es. Sin dudas no hubiera avanzado.

– ¿También duda de si elegir calidad o algo más comercial cuando programa la cartelera?

Hay que estar entre lo creativo y lo pragmático, es decir, combinar nueva creación con autores más reconocido­s, ir hacia una variedad de propuestas y cuidar al público familiar.

– Vamos, la fórmula de Santiago Segura pero aplicada al teatro...

Las obras tienen que tener un componente de luz y de humor, aunque sean temas dramáticos. El espectador elige lo que le gusta y, de vez en cuando, se arriesga.

– ¿Liderar un proyecto público sí que es un riesgo?

Tú no eliges los condiciona­ntes económicos ni políticos, debes tener flexibilid­ad y firmeza para defender los intereses de la institució­n y saberlos explicar. Hay que buscar el diálogo para hacerte entender y encontrar fórmulas para llevar a cabo tus objetivos; es una parte del teatro muy creativa... y agotadora.

– Fue directora de la Fundación Festival Internacio­nal de Teatro Clásico de Almagro de 2010 a 2017, en una etapa difícil. Debió ser más cansado que una maratón, ¿no?

Cuando llegué sabía que había que saldar una gran deuda, y nos apretamos el cinturón, pero aun así se consiguió más presencia internacio­nal que nunca, certámenes, pedagogía... La gestión me sirve para entender lo que puedo aportar sobre la cultura y transforma­r lo que siento.

– ¿Por qué a veces se intenta enfrentar la palabra rentabilid­ad con la de cultura?

La cultura siempre produce riqueza. Económica, por el impacto que deja en la ciudad, pero también en el alma. Para muchas personas es sanadora y les evita tener que tomar esa noche una pastilla para dormir. No hay más que ver a algunos espectador­es que salen de la sala como si se hubieran hecho un lifting.

– ¿Va la inflación a ‘arrugar’ la vuelta del público al teatro?

La gente va a seguir viniendo, pero va a elegir muy bien, por eso hay que mirar con lupa la calidad y el rigor de lo que programas. Los creadores y el público nos hemos vuelto más exigentes y nuestra paciencia es menor tras la pandemia. Lo que no cambia es que el teatro es un espacio de encuentro único.

– Y de reflexión. De hecho, su nueva obra, ‘Queen Lear’, invita a meditar sobre la crueldad y el poder. Muy oportuno hoy en día.

El mensaje es el de ejercer el poder no violento. Está en nuestra naturaleza elegir entre el bien y el mal, no siempre es fácil, pero la posibilida­d existe.

– El rey Lear convertido en reina. ¿Es una obra feminista?

No es la intención. Elegir a una mujer en el poder no siempre trata de reivindica­r “las mujeres al poder”. No soy tan ingenua.

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Natalia Menéndez estrena el 15 de septiembre en el Teatro Español ‘Queen Lear’, que podrá verse hasta el 6 de noviembre.

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