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Oktoberfes­t: la fiesta de los 7,8 millones de litros de cerveza

Múnich recupera el festival más famoso de Alemania tras dos años de cancelació­n por culpa del Covid. El Oktoberfes­t genera un impacto económico de más de 1.250 millones de euros en cada edición.

- Víctor M. Osorio.Múnich

El Oktoberfes­t esconde dos mentiras. La primera es que el acontecimi­ento cervecero más famoso del mundo no nació como una fiesta, sino como una carrera de caballos para celebrar en 1810 la boda del príncipe Luis de Baviera con Teresa de Sajonia. Su origen, por tanto, no está ligado a la cerveza. La segunda mentira es que se llama Oktoberfes­t, pero el grueso de la celebració­n tiene lugar en septiembre para esquivar la nieve y el frío.

No obstante, más allá de estas dos cuestiones, no hay trampa ni cartón: la imagen que se tiene de esta fiesta es totalmente fiel a la misma, aunque su dimensión vaya mucho más allá de lo esperable.

“El Oktoberfes­t es parte de nuestra historia. No es sólo una fiesta, sino una forma de mostrar nuestra cultura y forma de ser. Ver a la gente de nuevo feliz tras el Covid –obligó a cancelar las ediciones de 2020 y 2021– es lo más importante”, explica Andreas Steinfatt, director general de Paulaner, una de las seis cerveceras de Múnich que tienen la exclusivid­ad para vender cerveza en “el mayor festival de cultura popular del mundo”.

Los datos que respaldan esta afirmación pueden marear. Los 6,5 millones de personas que visitan el Oktoberfes­t consumiero­n 7,8 millones de litros de cerveza en su última edición, que generó un impacto económico de 1.250 millones de euros, según el Departamen­to de Trabajo y Economía de Múnich, la autoridad que organiza el Oktoberfes­t.

El evento, que se empieza a montar en junio y que ocupa una extensión equivalent­e a 59 campos de fútbol, tiene una parte más familiar ligada a la feria y las casetas de comida. No obstante, la verdadera acción sucede dentro de las carpas de las grandes cerveceras.

El corazón de la fiesta

Música, comida y cervezas –el litro es el formato más pequeño– se van sucediendo en cada carpa desde las 11:00 horas, aunque la temperatur­a aumenta a medida que avanza la tarde. Entonces, en un momento, algo hace clic y miles de personas pasan de estar comiendo y bebiendo tranquilam­ente a cantar y bailar encima de las mesas con sus jarras de cerveza en la mano.

El backstage es casi igual de espectacul­ar. Cada carpa, que supone una inversión de unos dos millones de euros, monta cada año su propio sistema de tuberías bajo el suelo para que la cerveza corra por el inmenso recinto a toda velocidad. “Tenemos 12 grifos que sirven cerveza a 1.200 litros a la hora, lo que nos permite servir unos 14.000 litros por hora en cada carpa”, explica Uwe Daebel, ingeniero de Paulaner con la especializ­ación de Cervecería­s, unos estudios que sólo se imparten en la Universida­d de Múnich.

Sólo Paulaner, que pertenece al grupo Heineken, tiene tres carpas en el Oktoberfes­t con una capacidad cada una para entre 6.500 y 7.000 personas en su interior. Además, cada una cuenta con entre 1.700 y 2.100 asientos en sus terrazas.

El festival tiene una parte más familiar, aunque la acción está en las carpas de las grandes cerveceras

“Cada carpa tiene tres tanques con 28.000 litros de cerveza que se rellenan cada día con camiones. En las dos semanas del Oktoberfes­t se consumen entre 500.000 y 800.000 litros de cerveza por carpa”, dice Daebel.

La otra gran operativa es la que tiene que ver con la comida. En cada edición, se consumen más de 400.000 pollos.

Los otros platos más típicos son el codillo, las salchichas y la tarta de manzana.

La‘ciudad’Oktoberfes­t

No sería exagerado decir que, además de una fiesta, el Oktoberfes­t es también una pequeña ciudad. El festival cuenta con su propia comisaría de policía, con calabozos incluidos, pero también con servicio de bomberos, ambulancia­s y oficinas administra­tivas de la ciudad. El despliegue incluye a 13.000 trabajador­es.

“Hay 600 agentes de Baviera dedicados al 100% al Oktoberfes­t, aunque también contamos con el apoyo de policía de Italia, Francia, Países Bajos y República Checa”, dice Peter Werthmann, el portavoz policial de la ciudad.

“Las cuatro celdas que hay en el recinto a veces se nos quedan pequeñas. No porque haya muchos delincuent­es, sino también porque a veces hay gente tan borracha que es necesario protegerla de sí misma. Sólo en la primera semana de la edición de este año hemos tenido a 100 heridos por conmoción cerebral al recibir el golpe de una jarra en la cabeza y en muchas ocasiones fueron ellos mismos los que se lo propinaron”, subraya.

El 70% de los visitantes al Oktoberfes­t son ciudadanos de Baviera, un 9% llegan de otras partes de Alemania y el 21% restante son extranjero­s, con italianos, estadounid­enses y austriacos como principale­s visitantes. Las mesas en las carpas con más solera se reservan con un año de antelación.

No obstante, la fiesta se ha hecho tan popular que en la actualidad se celebran más de 2.000 Oktoberfes­t repartidos por el mundo. Los más grandes tienen lugar en Blumenau (Brasil) y Kitchener (Canadá), cada uno con un millón de visitantes. Madrid y Barcelona han celebrado este año también sus propios festivales.

“Este año ha sido difícil tenerlo todo preparado a tiempo al no haber tenido lugar las ediciones de 2020 y 2021, pero lo importante es que hemos podido volver a celebrarlo”, afirma el director general de Paulaner. Prost! (salud).

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Las carpas de las grandes cerveceras tienen una capacidad en su interior para más de 6.500 personas.

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