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El Festival de Otoño mira al pasado para definir el futuro
El jueves comienza en Madrid el Festival de Otoño y lo hace celebrando su cuarenta aniversario, por eso uno de los objetivos de este año era volver la vista atrás a la propia historia del certamen y programar el regreso de creadores consagrados, pero no es el único. “Afirmó la dramaturga Sarah Kane que el teatro es el arte más existencialista porque no sobrevive tras hacerse. Añado que admite pocas conjeturas sobre su forma en el futuro. La programación de esta edición está en primera línea de presente, es un festival de creación híbrida, en el que diferentes formas de hacer teatro conviven y se suceden. Los espectadores verán a compañías que están conduciendo a este arte hacia su porvenir”, explica Alberto Conejero, director del certamen que concluirá el 27 de noviembre.
Definir el futuro también desde el presente es pues otro de los objetivos de un festival en el que se podrá disfrutar de teatro, danza, circo, títeres o performances procedentes de 18 países en 31 espacios de la Comunidad. “Todas las compañías están trabajando en este momento tan frágil, crítico, de nuestro presente y creo que todas buscan, desde poéticas diferentes, el rescate de nuestros vínculos. Las heridas, pero también las esperanzas de nuestro tiempo, están detrás de las propuestas. El teatro no pretende mostrar certidumbres ni sentar cátedras, tampoco convencer; muestra un fragmento de nuestra humanidad herida, pero anhelante”, señala Conejero.
La Sala Roja de los Teatros del Canal acogerá uno de los platos fuertes de este año, el montaje de Soeurs (Hermanas) del dramaturgo Wadji Mouawad. Junto a él, otros nombres de la escena internacional como Robert Lepage, Gabriel Calderón, Christiane Jatahy, Jérôme Bel, Ligia Lewis, Marina Otero, Phia Ménard, Baro d’evel o
La programación incluye teatro, danza, circo, títeres o ‘performances’ de 18 países, en 31 espacios
“El teatro muestra un fragmento de nuestra humanidad herida, pero anhelante”
Manuela Infante, viajarán con sus propuestas a la Comunidad para mostrarnos cómo ven el mundo tras la pandemia. “Aún recordamos los meses que estuvimos sin teatros. Su ausencia nos hizo valorar su singularidad, el prodigio que es acudir a un espacio para compartir un fragmento de experiencia humana que nace y termina ante nuestros ojos. Siento que el futuro del teatro es seguir defendiendo su condición presencial, frente a las múltiples estrategias para aislarlo y debilitar los vínculos que nos ligan como comunidad. El teatro seguirá recordándonos que nuestro destino depende del de otros y seguirá mostrando nuestra humanidad herida, pero esperanzada”, reconoce Conejero, que sabe de la responsabilidad que supone dirigir un festival con tantos años de historia. “Soy muy consciente de que gran parte de mi trabajo es continuar con ese legado”.
A Conejero le cuesta elegir una obra entre las 39 programadas, pero aconseja no perderse: “Estado global de una cuestión, de la compañía Atresbandes en el Teatro de la Abadía, una mirada lúcida y tragicómica sobre nuestro presente; Y las ideas vuelan, una delicia para toda la familia; y En la medida de lo imposible, de Tiago Rodrigues, que cierra el festival en la Sala Roja del Canal, y que es una aproximación poética al mundo de los cooperantes internacionales”.