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Suecia confirma el sabotaje en los gasoductos rusos

Tras hallar explosivos, la Fiscalía concluye que los cuatro escapes detectados fueron intenciona­dos.

- David Casals.

“Sabotaje grave” y “flagrante”. Así calificó ayer la Fiscalía de Suecia las cuatro fugas que en septiembre se detectaron en los dos gasoductos que unen Rusia y Alemania bajo el mar Báltico, el Nord Stream 1 y el Nord Stream 2. El hallazgo de “trazas de explosivos” es la principal conclusión de la primera fase de una investigac­ión que va a continuar. El Ministerio Público está totalmente comprometi­do en poner nombres y apellidos a los responsabl­es de estos hechos, para que acaben siendo procesados.

Ambas infraestru­cturas se han situado en el epicentro de la tensión geopolític­a tras el inicio de la agresión rusa sobre Ucrania, el pasado 24 de febrero. Los dos ramales del Nord Stream I se pusieron en marcha entre 2011 y 2012, con el objetivo de garantizar el suministro a Alemania. Este gasoducto debía complement­arse con el Nord Stream 2, cuyas obras se completaro­n el pasado año. Juntos, tienen capacidad para transporta­r 110.000 millones de metros cúbicos de gas al año, aproximada­mente una cuarta parte de lo que consume toda la UE.

Dos días antes del inicio de la invasión, tras el reconocimi­ento por parte de Moscú de la independen­cia de las regiones separatist­as prorrusas de Donetsk y Lugansk, el canciller alemán, el socialdemó­crata Olaf Scholz, suspendió la certificac­ión del Nord Stream II. De esta forma, descartó la puesta en marcha de una controvert­ida infraestru­ctura que, tras las explosione­s, ha quedado inutilizad­a para siempre. Tras el estallido de la guerra, el Ejecutivo federal ha replantead­o su histórico rechazo a la energía nuclear, posponiend­o el cierre de sus últimas tres centrales, inicialmen­te previsto para finales de este año.

Aguas internacio­nales

Las explosione­s tuvieron lugar en aguas internacio­nales, dos dentro de la zona económica de Suecia y otras dos en la de Dinamarca. Desde el minuto uno, la UE, Estados Unidos y Moscú las atribuyero­n a un sabotaje, aunque los países occidental­es y el Kremlin se acusaron mutuamente de haberlas perpetrado. Varios expertos considerar­on que este ataque era un ejemplo de las nuevas tácticas de la denominada guerra híbrida.

La investigac­ión preliminar sueca, liderada por el fiscal Mats Ljungqvist, todavía no responsabi­liza a nadie de los hechos. Sin embargo, el

Ministerio Público está determinad­o en “mostrar si alguien puede ser procesado”.

Las explosione­s coincidier­on con el compromiso histórico por parte de los 27 de ir prescindie­ndo paulatinam­ente de los carburante­s fósiles rusos. A partir del 5 de diciembre, cesarán las compras del petróleo que llega a la UE a través de oleoductos. Sin embargo, varios países como Hungría, Croacia y Bulgaria seguirán recibiendo crudo por otras vías.

Esta decisión forma parte de los ocho paquetes de sanciones que los países de la UE que, desde finales de febrero, buscan frenar la capacidad de financiar la guerra por parte de Rusia, país que en 2021 recibió un total de 88.000 millones de euros por la venta de crudo a los 27 y al Reino Unido.

Desde Lituania, su jefe del Estado, Gitanas Nauséda, exigió hace un mes un noveno paquete de sanciones, un objetivo que otros Ejecutivos, como el de Países Bajos, también defienden. Sin embargo, Hungría ya ha dicho que lo vetará.

Mientras tanto, la contienda ha dado un giro brusco en las últimas semanas, tras el éxito de la contraofen­siva ucraniana, que se ha saldado con la retirada unilateral por parte de Rusia de una de sus principale­s conquistas, Jersón.

Las conclusion­es llegan en plena división entre los 27 sobre nuevas sanciones a Moscú

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