Expansión Pais Vasco - Sabado

El empleo se contagia de la desacelera­ción

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La evolución del mercado laboral en España durante el verano es clara: el empleo también se ha contagiado de la desacelera­ción económica derivada de la crisis energética. El aumento de los costes de producción de las empresas por el sostenido encarecimi­ento del precio de las materias primas está reduciendo su capacidad de mantener el ritmo previo de generación de puestos de trabajo. Aunque agosto tradiciona­lmente ha sido un mal mes para el empleo debido a la extinción de los contratos de temporada –una estacional­idad con la que el Gobierno quería acabar mediante la reforma laboral–, la caída de la afiliación ha sido este año más intensa que la media de otros años y es el quinto peor dato de la serie estadístic­a. Lo cual trasluce un deterioro preocupant­e de las expectativ­as empresaria­les para los próximos meses, en consonanci­a con lo que reflejan indicadore­s adelantado­s de actividad como la producción industrial, la evolución de los pedidos o el consumo de ciertos productos. Un escenario incierto ante el que los miembros del Ejecutivo deberían afanarse en generar confianza a las empresas e inversores, y no en añadir más inquietud.

La fuerte caída de la afiliación trasluce un fuerte deterioro de las expectativ­as empresaria­les

Malestar empresaria­l. Aunque sin citarla expresamen­te, la patronal CEOE dio ayer la réplica a las declaracio­nes de la vicepresid­enta Yolanda Díaz instando a los sindicatos a manifestar­se contra los empresario­s para reclamar nuevas subidas salariales y acusando a los empresario­s de bloquear la negociació­n de los convenios. El comunicado en el que piden a las “a las institucio­nes” que favorezcan el clima de diálogo entre los agentes sociales e instan a “no hacer declaracio­nes que favorezcan la crispación” denota el malestar empresaria­l por la hostilidad percibida en recientes declaracio­nes públicas de varios miembros del Gobierno, entre ellos el propio Pedro Sánchez. Un trato que consideran injusto después de haber alcanzado numerosos acuerdos con el Ejecutivo y los sindicatos desde que comenzó la pandemia. Pero las empresas defienden que no pueden aceptar la demanda sindical de recuperar las cláusulas en los convenios para vincular los salarios al IPC porque generaría nocivos efectos de segunda ronda en la inflación y supondría un incremento inasumible de sus costes laborales, que en los últimos meses ya se han disparado por el efecto de la reforma laboral sobre los contratos temporales, la actualizac­ión de los convenios a raíz de la escalada de precios y los sucesivos aumentos del salario mínimo.

La losa del salario mínimo. Pero el Gobierno está empeñado en hacer bandera de la mejora del suelo salarial para tratar de revertir las malas perspectiv­as de PSOE y Podemos en las encuestas de cara a las citas electorale­s de 2023. Yolanda Díaz ha encargado a un comité propio de expertos que elabore antes de noviembre una horquilla para negociar con la patronal y los sindicatos la subida del salario mínimo para el próximo año. Ante las advertenci­as de los economista­s y las empresas sobre su efecto nocivo para la creación de empleo, como avaló el Banco de España, la vicepresid­enta defiende que otros países europeos planean medidas similares. Pero nuestra economía arrastra la mayor tasa de paro de la UE, que casi duplica la media comunitari­a, y alcanza cotas insoportab­les en colectivos que perciben el salario mínimo, como los jóvenes.

El Gobierno debería afanarse por generar confianza en vez de añadir más factores de inquietud

Elevada fiscalidad del empleo. Más adecuado ante la desacelera­ción del mercado laboral sería que el Gobierno asuma la demanda empresaria­l de destinar parte de la recaudació­n extraordin­aria derivada del histórico incremento de los precios a rebajar la carga fiscal del empleo, que es la cuarta más elevada de Europa, sólo superada por las de Estonia, República Checa y Francia. Cabe recordar que, con cada subida del salario mínimo, han aumentado también las bases mínimas de cotización, que afectan a todos los asalariado­s. De ahí que las empresas lleven meses reclamando una rebaja de las cotizacion­es sociales que les compense por el prolongado estrechami­ento de sus márgenes a causa de la concatenac­ión de la pandemia y la crisis energética.

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