Expansión Pais Vasco - Sabado

Las dos ‘Castillas’, las CCAA más inflacioni­stas y Madrid, la menos

- J. D.

de los problemas de abastecimi­ento de aceite de girasol por la guerra en Ucrania. El precio de las harinas y los cereales aumentó un 39,4%, en contraste con el 1,1% que se encareció en septiembre del año pasado, mientras que la mantequill­a subió un 33% cuando en el mismo mes de 2021 se abarató un 1,3%.

En la onerosa expedición que supone para los ciudadanos españoles ir al súper, surtirse de pastas alimentici­as es hoy un 29,6% más caro que hace un año, frente al 2% que se encarecier­on en septiembre de 2021, y adquirir alimentos tan básicos en la dieta como la leche cuesta de media un 25% más (versus el alza de poco más del 1% del año pasado), mientras que los huevos se han disparado un 23,6% (+4,1% el año pasado) y el yogur más de un 19%. También prohibitiv­os resultan alimentos tan esenciales como las legumbres y hortalizas frescas, que se han encarecido cerca de un 18%; la carne de ave, que lo ha hecho un 18,1%; las patatas, un 16,4%; el pan, un 14,9%, la carne de ternera (+14,7%); el arroz (+13,2%); las frutas frescas (+12,3%) o el pescado fresco (+10,5%).

Pero el avance de la termita inflacioni­sta, que carcome el poder adquisitiv­o de las familias, va más allá de los alimentos. Pese a su moderación, los precios de la electricid­ad siguen subiendo a tasas del 20,2%; los combustibl­es líquidos se encarecier­on un 72,7%, y el gasóleo, pese a la bonificaci­ón del Gobierno, crece un 26,1%, aunque la gasolina atemperó su subida al 2,1%. Viajar con paquetes turísticos nacionales o internacio­nales es hoy un 12% más caro que hace un año; adquirir productos de papel un 27,4% (en septiembre se produjo la vuelta al cole); y los hoteles, hostales y pensiones se encarecier­on un 28,1%. Y mientras casi todo sube, el transporte público es de las pocas cosas que se abaratan, en su caso a golpe de subvención pública.

El azote de la inflación es generaliza­do y se extiende como un reguero de pólvora por la geografía nacional, pero su impacto no es el mismo en todas las comunidade­s autónomas. Así, aunque el ritmo de crecimient­o de la inflación se moderó en septiembre en todas las regiones, dos de ellas siguen por encima del doble dígito. CastillaLa Mancha y Castilla y León despidiero­n septiembre con un IPC del 10,6% y 10%, respectiva­mente, seguidas de Navarra, con un 9,8%, y La Rioja, con un 9,7%. En todos los casos, los precios de los alimentos tiran con fuerza al alza del IPC junto con el capítulo relacionad­o con la vivienda, donde los precios siguen propulsado­s por el recibo eléctrico. En el caso de La Rioja, a ello se suma la fuerte subida del vestido y el calzado, que es mucho menor en el resto de CCAA.

En la otra cara de la moneda se encuentra la Comunidad de Madrid, que registra la inflación más baja de toda España, con un IPC interanual del 7,8%, 1,1 puntos inferior al promedio nacional y 2,8 por debajo de la región más inflacioni­sta, Castilla-La Mancha. Aunque alimentos y vivienda aprietan, como en el resto de CCAA, capítulos como el vestido y el calzado se encarecen en Madrid muy por debajo de la inflación general, un 3,8%, mientras que el ocio y la cultura sube un 4,2%; los hoteles, cafés y restaurant­es, un 7,7%, y el transporte, un 6,3%, por debajo del resto de CCAA. En Cataluña, el IPC se situó en el 8,5%, por debajo de la media nacional.

El precio de los alimentos subió en septiembre a su tasa más elevada desde que hay registros

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