“Las joyas reflejan la sociedad contemporánea”
El DHub de Barcelona repasa 50 años de trayectoria.
Collares, brazaletes, anillos y pendientes son sinónimos de elegancia, distinción y lujo. Sin embargo, para el joyero Enric Majoral (Sabadell, Barcelona, 1949), sirven también para “reflejar la sociedad contemporánea” mediante un lenguaje simbólico, y hablar así de algunos de los grandes retos que hoy en día tiene el ser humano. Entre ellos, la relación con la naturaleza, el diálogo con el mundo antiguo y la importancia de los valores humanos.
Majoral recibe a EXPANSIÓN en el Disseny Hub (DHub) de Barcelona, que acoge hasta el 27 de noviembre una exposición que repasa su medio siglo de trayectoria. Bajo el título La joya expandida, la muestra, que ha comisionado la doctora en historia del arte Maia Creus, explora cuáles son las coordenadas de un estilo muy personal.
Prueba de ello es que sus diseños son fácilmente identificables: formas básicas y esenciales, sin apenas ornamentación y donde el protagonismo no lo tienen las piedras preciosas sino “la forma, el volumen y la textura” de los materiales nobles que utiliza: oro y plata. “Yo prefiero las piezas íntimas; quiero que sea el metal quien hable”, explica.
Se trata de una mirada “autodidacta” y muy impregnada de mediterraneidad. No en vano, su vida cambió en 1971 cuando, tras estudiar Arquitectura Técnica y realizar el servicio militar en Ibiza, visitó Formentera por primera vez. “En 1973 conocí a mi mujer, Dolors, y empezamos un proyecto en común: vivir en la isla y poner en marcha un negocio dedicado a la artesanía; había pocos turistas y empezamos a hacer joyas”, relata.
Lenguaje compartido
Descubrió así un oficio que se convirtió en su gran pasión y una forma de vida que ha dado lugar a una empresa familiar que lleva su apellido. En ella, también trabajan sus dos hijos, Sabina y Roc, quien también es diseñador de joyas. “Los dos utilizamos el mismo lenguaje: sin opulencia, alejado de las corrientes tradicionales, muy próximo y que busca soluciones especiales” e imaginativas, agrega.
Él define sus formas como “un poco primitivas” ya que uno de sus principales referentes son las civilizaciones ancestrales de Oriente Próximo que, como
Formentera, se estructuraron alrededor del Mare Nostrum.
De hecho, el Mediterráneo es un elemento central en sus obras. A formas que evocan la vegetación y la fauna marina características de la zona se suma también una profunda reflexión intelectual. Según dice, Occidente no puede entenderse sin este mar “y el diálogo entre las diferentes culturas que lo han poblado: romanos y fenicios, persas y griegos, cristianismo e islam, y ahora, entre la ribera norte y la ribera sur”.
Para estas culturas, las joyas eran muy importantes, aunque la necesidad de adornarse viene de mucho antes, y arranca en la prehistoria. “Las primeras piezas eran pequeñas partes de los animales y la palabra personas, en griego significa máscara”, relata. Desde entonces, el objetivo es el mismo: los complementos “nos ayudan a representarnos frente a los otros mediante unos valores”. De ahí la importancia que él da a esta cuestión, y que se traduce en el uso de materiales certificados para garantizar que no hay explotación infantil y que los mineros reciben un precio justo por su trabajo.
“La joyería es un valor artístico”, concluye Majoral, cuya principal preocupación ha sido acercar a un público amplio el diseño contemporáneo, en línea con lo que hicieron hace cien años corrientes vanguardistas como Bauhaus.