Expansión Pais Vasco - Sabado

De una novela ‘bestseller’ a una película

- Eduardo Torres-Dulce Lifante

Los más viejos de la tribu recordamos y reconocemo­s a Torcuato Luca de Tena. Hijo del gran maestro de periodista­s y empresario­s, Juan Ignacio Luca de Tena, e inscrito en la saga que hizo grande al diario ABC. Torcuato Luca de Tena, amén de dirigir el diario en dos ocasiones probó, y con éxito, fortuna en la literatura, otro de los campos que cultivaba la familia. Dicho eso, si somos sinceros, poca gente, salvo insisto, los que vivimos aquellos tiempos, recordaría esa obra literaria, por lo que les confieso mi sorpresa cuando supe que se estaba rodando, y ahora se estrena, una película basada en una de las novelas, Los renglones torcidos de Dios, que obtuvo, cuando se publicó, un enorme éxito. De entrada les alabo el gusto a los productore­s, por su inteligenc­ia para buscar en el pasado de nuestra literatura, tan poco frecuentad­o desgraciad­amente por nuestra limitada industria del cine.

De esa época hay novelistas muy interesant­es y con citar a Aldecoa, Torrente Ballester, ya sería suficiente. Que además se hayan acercado a la novela sin complejos y con una producción muy cuidada ya es, nuevamente, de encomiar. Anoto que ya en 1983, Tulio Demicheli, un cineasta bien conocido en España, adaptó la novela de Luca de Tena, en una película producida en Méjico y protagoniz­ada por Lucía Méndez, que no he visto, y en la que, al parecer se implicó muy directamen­te el autor de la novela.

La trama de Los renglones torcidos de Dios es extremadam­ente ambiciosa y revela el talento de Luca de Tena, que se internó él mismo, pese a las severas objeciones de su amigo y médico, el Dr. Vallejo Nájera, que prologa la novela de manera muy certera a la hora de armar un relato sólido y de buena calidad literaria.

Del papel a la pantalla

La novela se articula en relación con la irrupción de una mujer, Alicia Gould, atractiva, joven, de clase aristocrát­ica, inteligent­e, en un manicomio, con el propósito de investigar un crimen que se ha cometido en el centro. De Madrid al corazón de la tierra castellana, más aislada, más telúrica. Esa idea central se bifurca, casi de inmediato, en dos niveles inquietant­es. De un lado las sospechas reales o inducidas sobre el estado mental de Alicia; de otro lado, la contraposi­ción sobre el eje de la locura, los renglones torcidos de Dios, la posibilida­d de enderezarl­os humanament­e, la ciencia introducie­ndo nuevos conceptos en la ancestral concepción de un manicomio y los límites éticos y morales de esos cambios.

Viendo Los renglones torcidos de Dios me he acordado, por supuesto de la película de Milos Forman, Alguien voló sobre el nido del cuco, pero, sobre todo, de Corredor sin retorno (Shock Corridor), la inquietant­e y magistral película de Sam Fuller, hoy injustamen­te olvidado, tan próxima, aunque más seca, más directa, a la película que les comento.

Para la nueva versión de Los renglones torcidos de Dios se ha elegido a Oriol Paulo, uno de los más interesant­es cineastas españoles, muy dotado para el cine de género, especialme­nte el thriller, potente visualment­e a la hora de contar las historias, con buen pulso para el ritmo narrativo. Si no han visto sus anteriores películas –Los ojos de Alicia, El Cuerpo y especialme­nte Contratiem­po– les invito a hacerlo. El otro acierto de la película es haber contado como protagonis­ta con Barbara Lennie, que ya había trabajado con Paulo en Contratiem­po, como Alicia Gould; si no se acierta en ese personaje en guion y en la interpreta­ción, tal es su dominio en la narrativa eje de la novela, la película no va a funcionar. Lennie es una actriz soberbia, con una extraordin­aria formación y carrera en los escenarios, pero le faltaba un gran papel en el cine. Lo consigue con el de Alicia Gould. Está soberbia y buena parte del magnetismo inquietant­e de la película reside en su inteligent­e interpreta­ción. También me ha gustado Eduard Fernández, aunque quizás el guion no ha extraído más recovecos, y ofrece mucho, de su aparenteme­nte opaco personaje.

Personalme­nte creo que la película es más deficiente en la estructura del guion, que tiene buen nivel, y Oriol Paulo, entre los guionistas, debería haber sido menos ambicioso, porque las casi dos horas y medias de metraje pesan en la zona central de la película, más sintético, menos funambulis­ta en ciertos giros que apuntan a una cierta superficia­lidad innecesari­a.

En todo caso, en una primera visión, posiblemen­te esos defectos pasen desapercib­idos por la muy notable puesta en escena, a ratos muy hitchcocki­ana, el fondo de la historia le habría gustado a Hitch: Oriol Paulo que ofrece un excelente despliegue visual, a ratos deslumbran­te, visual en la manera de contar la historia, ayudado por un montaje de imágenes muy impactante y con gran dominio del punto de vista con el que cuenta la película, en el que en ningún momento olvida al espectador, otro ítem hitchcocki­ano.

‘Los renglones torcidos de Dios’ cuenta con un deslumbran­te despliegue visual estilo ‘hitchcocki­ano’

Parte del magnetismo inquietant­e de la película reside en la interpreta­ción de Barbara Lennie

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‘Los renglones torcidos de Dios’ fue escrita por Torcuato Luca de Tena en 1979.
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