De una novela ‘bestseller’ a una película
Los más viejos de la tribu recordamos y reconocemos a Torcuato Luca de Tena. Hijo del gran maestro de periodistas y empresarios, Juan Ignacio Luca de Tena, e inscrito en la saga que hizo grande al diario ABC. Torcuato Luca de Tena, amén de dirigir el diario en dos ocasiones probó, y con éxito, fortuna en la literatura, otro de los campos que cultivaba la familia. Dicho eso, si somos sinceros, poca gente, salvo insisto, los que vivimos aquellos tiempos, recordaría esa obra literaria, por lo que les confieso mi sorpresa cuando supe que se estaba rodando, y ahora se estrena, una película basada en una de las novelas, Los renglones torcidos de Dios, que obtuvo, cuando se publicó, un enorme éxito. De entrada les alabo el gusto a los productores, por su inteligencia para buscar en el pasado de nuestra literatura, tan poco frecuentado desgraciadamente por nuestra limitada industria del cine.
De esa época hay novelistas muy interesantes y con citar a Aldecoa, Torrente Ballester, ya sería suficiente. Que además se hayan acercado a la novela sin complejos y con una producción muy cuidada ya es, nuevamente, de encomiar. Anoto que ya en 1983, Tulio Demicheli, un cineasta bien conocido en España, adaptó la novela de Luca de Tena, en una película producida en Méjico y protagonizada por Lucía Méndez, que no he visto, y en la que, al parecer se implicó muy directamente el autor de la novela.
La trama de Los renglones torcidos de Dios es extremadamente ambiciosa y revela el talento de Luca de Tena, que se internó él mismo, pese a las severas objeciones de su amigo y médico, el Dr. Vallejo Nájera, que prologa la novela de manera muy certera a la hora de armar un relato sólido y de buena calidad literaria.
Del papel a la pantalla
La novela se articula en relación con la irrupción de una mujer, Alicia Gould, atractiva, joven, de clase aristocrática, inteligente, en un manicomio, con el propósito de investigar un crimen que se ha cometido en el centro. De Madrid al corazón de la tierra castellana, más aislada, más telúrica. Esa idea central se bifurca, casi de inmediato, en dos niveles inquietantes. De un lado las sospechas reales o inducidas sobre el estado mental de Alicia; de otro lado, la contraposición sobre el eje de la locura, los renglones torcidos de Dios, la posibilidad de enderezarlos humanamente, la ciencia introduciendo nuevos conceptos en la ancestral concepción de un manicomio y los límites éticos y morales de esos cambios.
Viendo Los renglones torcidos de Dios me he acordado, por supuesto de la película de Milos Forman, Alguien voló sobre el nido del cuco, pero, sobre todo, de Corredor sin retorno (Shock Corridor), la inquietante y magistral película de Sam Fuller, hoy injustamente olvidado, tan próxima, aunque más seca, más directa, a la película que les comento.
Para la nueva versión de Los renglones torcidos de Dios se ha elegido a Oriol Paulo, uno de los más interesantes cineastas españoles, muy dotado para el cine de género, especialmente el thriller, potente visualmente a la hora de contar las historias, con buen pulso para el ritmo narrativo. Si no han visto sus anteriores películas –Los ojos de Alicia, El Cuerpo y especialmente Contratiempo– les invito a hacerlo. El otro acierto de la película es haber contado como protagonista con Barbara Lennie, que ya había trabajado con Paulo en Contratiempo, como Alicia Gould; si no se acierta en ese personaje en guion y en la interpretación, tal es su dominio en la narrativa eje de la novela, la película no va a funcionar. Lennie es una actriz soberbia, con una extraordinaria formación y carrera en los escenarios, pero le faltaba un gran papel en el cine. Lo consigue con el de Alicia Gould. Está soberbia y buena parte del magnetismo inquietante de la película reside en su inteligente interpretación. También me ha gustado Eduard Fernández, aunque quizás el guion no ha extraído más recovecos, y ofrece mucho, de su aparentemente opaco personaje.
Personalmente creo que la película es más deficiente en la estructura del guion, que tiene buen nivel, y Oriol Paulo, entre los guionistas, debería haber sido menos ambicioso, porque las casi dos horas y medias de metraje pesan en la zona central de la película, más sintético, menos funambulista en ciertos giros que apuntan a una cierta superficialidad innecesaria.
En todo caso, en una primera visión, posiblemente esos defectos pasen desapercibidos por la muy notable puesta en escena, a ratos muy hitchcockiana, el fondo de la historia le habría gustado a Hitch: Oriol Paulo que ofrece un excelente despliegue visual, a ratos deslumbrante, visual en la manera de contar la historia, ayudado por un montaje de imágenes muy impactante y con gran dominio del punto de vista con el que cuenta la película, en el que en ningún momento olvida al espectador, otro ítem hitchcockiano.
‘Los renglones torcidos de Dios’ cuenta con un deslumbrante despliegue visual estilo ‘hitchcockiano’
Parte del magnetismo inquietante de la película reside en la interpretación de Barbara Lennie