Bruselas anticipa una recesión en Europa con España creciendo solo un 1% en 2023
A pesar de las bajas cifras de crecimiento, España quedará muy por encima de la media comunitaria, del 0,3%. Alemania sufrirá una recesión del 0,6% por la subida del gas.
Las perspectivas de crecimiento de todos los organismos nacionales e internacionales están dejando en evidencia, en cada oportunidad disponible, las previsiones del Gobierno en las que están basados los Presupuestos Generales del Estado (PGE), lo que hace que las nuevas Cuentas ya sean papel mojado antes de haberse aprobado definitivamente. Después de los recortes del Fondo Monetario Internacional, el Banco de España, la Autoridad Fiscal, ayer fue la hora de la Comisión Europea, que rebajó las previsiones de crecimiento al 1%, 1,1 puntos menos de los pronósticos realizados en julio y de las perspectivas del Ejecutivo nacional. Con todo, la situación no es tan negativa cuando se mira la situación en contexto, ya que España es el tercer país que más crecerá el próximo año, sólo por detrás de Irlanda y Malta, y uno de los tres grandes países, que esquivará, aunque sea por los pelos, la recesión técnica este invierno, si bien queda terreno para recuperar las cifras previas al coronavirus.
En concreto, Bruselas esboza un escenario en el que el crecimiento se frena del 4,5% previsto para este año hasta el 1% en el próximo ejercicio, debido fundamentalmente a la pérdida de poder adquisitivo de los consumidores, que ha golpeado al consumo privado (que apenas avanzará un 0,6%), a lo que hay que sumar el escaso incremento de las inversiones por la incertidumbre y las subidas de tipos de interés (1%) y las dificultades para la exportación, dada la pérdida de competitividad y el hecho de que Alemania, la antaño locomotora europea, es ahora la gran enferma del Viejo Continente, con lo que la venta de bienes y servicios al exterior apenas crecerá un 2,7% en el conjunto del año, frente a un avance ligeramente mayor, del 2,8%, de las importaciones.
Con todo ello, la economía solo crecerá un 1% respecto a 2022, una cifra que se antoja muy escasa si se tiene en cuenta que el país todavía no se ha recuperado por completo de la crisis del coronavirus (ni lo hará hasta finales de 2024, de acuerdo con la Comisión Europea) pero sí parece relativamente vigorosa en comparación con sus vecinos. De hecho, este avance es junto con el de Grecia, Chipre, Croacia y Luxemburgo, el tercero mayor de toda la eurozona, solo por detrás de Irlanda (3,2%) y Malta (2,8%) y queda muy por delante de la media comunitaria (0,3%). Y la cifra es también bastante superior al crecimiento previsto para la economía francesa (0,4%) y la italiana (0,3%). Sin embargo, el gran lastre para Europa es su principal economía, Alemania, que sufrirá un retroceso del 0,6%, debido al efecto demoledor que ha tenido el encarecimiento del gas para la industria nacional. Con ello, se anotará la mayor caída del PIB de la UE el próximo año, junto con Suecia.
Además, a falta de la posible revisión a la baja de los datos del PIB correspondientes al tercer trimestre del año, España también sorteará la recesión técnica, que sí azotará a la mayoría de las grandes economías de la UE y que requiere dos trimestres consecutivos en negativo. Así, Bruselas prevé que el PIB caiga un 0,3% entre octubre y diciembre, seguido del estancamiento entre enero y marzo, mientras que Europa sufrirá una contracción del 0,5% seguida de otro retroceso del 0,1%. Una recesión en la que entrarán Alemania, Francia, Italia, Austria, Portugal y Finlandia, entre otros, y de la que sólo se librarán España, Países Bajos y Bélgica, entre las grandes y medias economías de la eurozona. A pesar de todo, la perspectiva en el medio plazo no es nada positiva en comparación con el resto de Europa, ya que la mayoría de
Solo España, Países Bajos y Bélgica, entre las grandes economías, sortearán la recesión
sus socios ha recuperado los niveles previos al coronavirus. Y, de hecho, España será el país que menos crezca entre 2019 y 2024, con un avance de apenas el 0,7%, frente al 4,6% de la Unión Europea. De hecho, once de los veintisiete países comunitarios habrán registrado un avance de al menos el 10% a lo largo de este periodo.
Espiral inflacionista
Por otro lado, el mercado laboral crecerá un 0,9% este año, lo que supone la incorporación de cerca de 165.000 personas a un puesto de trabajo pero que no servirá para reducir una tasa de paro enquistada en el 12,7% de la población activa debido a la incorporación de más personas al mercado laboral. Uno de los elementos que, quizá, haya permitido mantener en cierta medida el dinamismo del empleo es la moderación salarial, que también está ayudando a frenar la espiral inflacionista este año. Así, aunque la subida de los precios de consumo (8,5% este año) es una de las mayores de toda Europa, la subida salarial ha sido contenida (2,6%), lo que se traduce en una gran pérdida de poder adquisitivo pero también una menor pérdida de competitividad que ayuda a la sostenibilidad del empleo y frena la espiral inflacionista. Así, la subida de precios se frenará al 4,8% el próximo año, un punto por debajo de la media de la eurozona, un año en el que la Comisión sí que prevé mayores incrementos salariales, del 4,9%, en línea con el resto de la Unión Europea.
Ya no son sólo algunos gobiernos europeos como el francés, el italiano o el finlandés quienes cuestionan la política monetaria restrictiva del Banco Central Europeo. También la Comisión Europea se sumó ayer a las voces de quienes dudan de la capacidad de la economía comunitaria para soportar el tratamiento de choque necesario para domeñar la escalada de la inflación. Lo hizo por medio del comisario de Asuntos Económicos, Paolo Gentiloni, quien señaló que un endurecimiento excesivo de las condiciones monetarias puede ser un factor determinante para amplificar los riesgos que se ciernen sobre la zona euro. Christine Lagarde anticipó tras la última reunión de los miembros de la autoridad monetaria que quiere calibrar bien el impacto de las subidas de tipos de interés antes de perseverar en esta senda, pero la presión política va en ascenso. Lo cierto es que la restricción monetaria no parece estar dando los resultados esperados frente a una inflación que, alentada por motivos de oferta y no de demanda, lejos de relajarse se ha acelerado en los últimos meses, y alcanza ya tasas de dos dígitos en once países, Alemania e Italia entre ellos, al tiempo que el crecimiento se ha frenado en seco. De hecho, la
Comisión Europea prevé que el
PIB de la zona euro se contraiga un 0,5% en el último trimestre del año y decrezca otro 0,1% en el primer trimestre de 2023. La recesión técnica será la tónica dominante en la mayoría de las economías del euro, con la excepción de España, Bélgica y Países Bajos. Pero aun así nuestro país experimentará una desaceleración intensa, ya que el PIB pasará de crecer un 4,5% este año a avanzar sólo un 1% el próximo ejercicio. La previsión de Bruselas, que sitúa a la economía española como la que más crecerá entre las grandes potencias del euro, es sin embargo la más pesimista de las difundidas hasta el momento, lo que termina de desarbolar las estimaciones injustificadas por optimistas en que se basó Moncloa para sustentar el fuerte aumento del gasto público presupuestado de cara a 2023. Por el contrario, el Ejecutivo comunitario mejora las perspectivas de empleo, pero la tasa de paro de la economía española seguirá siendo el doble que la media de la Unión Europea. Sin el empuje de la demanda exterior y con un consumo interno debilitado por la pérdida de poder adquisitivo, las reformas estructurales pendientes adquieren si cabe un carácter más urgente para impulsar la capacidad de recuperación de nuestro país.
España se salvará de la recesión, pero sufrirá el impacto del hundimiento del resto de la zona euro