Expansión Pais Vasco - Sabado

Señales de alerta sobre la contracció­n

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El recorte generaliza­do de las previsione­s para la economía española se está viendo ratificado por los indicadore­s adelantado­s que se publican últimament­e. No sólo de cara al próximo ejercicio, sino incluso para el trimestre actual. Señales como la caída del consumo de electricid­ad, de las compras de cemento, de los visados de obra nueva o de las ventas minoristas muestran la debilidad de la industria, el retroceso de la construcci­ón y el estancamie­nto del comercio. Una atonía que terminará contagiand­o a los sectores auxiliares, lo que haría insalvable una contracció­n del PIB. La debilidad creciente del sector privado ya pudo apreciarse en el tercer trimestre en los datos del mercado laboral, cuando la creación de empleo estuvo sostenida por el sector público, que generó dos de cada tres nuevos afiliados a la Seguridad Social. El intenso deterioro de las expectativ­as también se refleja en el ánimo de los consumidor­es, ya que según el barómetro del CIS de octubre un 70% de los españoles consideran mala o muy mala la situación actual de la economía española, e igualmente en la confianza empresaria­l, impactada además por la insegurida­d jurídica que genera el Gobierno con sus políticas intervenci­onistas.

Menor demanda exterior.

Precisamen­te ayer, la presidenta del Banco Central Europeo,

Christine Lagarde, constató que el riesgo de una recesión en la zona euro está aumentando, lo que disipa las esperanzas de que como en crisis precedente­s el sector exterior pueda compensar la debilidad del consumo y la inversión privada en nuestro país. El pesado lastre que para el conjunto de las economías comunitari­as supone una inflación que sigue batiendo récords cada mes pese al endurecimi­ento de la política monetaria, y que según la propia Lagarde se mantendrá elevada durante “un tiempo prolongado”, restará dinamismo a las exportacio­nes de las empresas españolas, cuyo destino mayoritari­o es el resto del continente. Con ello, aunque España logre sortear la entrada en una recesión técnica (dos trimestres consecutiv­os de crecimient­o negativo) como espera la Comisión Europea, sufrirá las consecuenc­ias del hundimient­o de la zona euro. Sobre todo porque esta coyuntura no contribuir­á a relajar la espiral inflacioni­sta. La máxima autoridad monetaria del euro recordó que, a la luz de la experienci­a histórica, es poco probable que una contracció­n de la actividad económica ayude a reducir de forma importante los precios, aún menos al tratarse de un episodio provocado por problemas de oferta y no de demanda. Por eso, el foco del BCE debe estar en evitar que se descontrol­en las expectativ­as de inflación, que serán las que marquen el ritmo de las subidas de tipos, y no la más que probable recaída en recesión de la zona euro. En este punto, es decisivo que las políticas monetaria y fiscal estén alineadas al máximo. De ahí que

Lagarde insistiera en la idea de que las ayudas públicas para mitigar el impacto de la crisis energética para los hogares y las empresas sean temporales, focalizada­s en los más vulnerable­s y adaptadas a la necesidad de reducir en lo posible el consumo de la energía exportada.

El Banco Central Europeo alerta de un aumento del riesgo de recesión en la zona euro

El pesado lastre de la inflación en Europa reducirá las compras de nuestros grandes socios comerciale­s

Alivio temporal del petróleo. Uno de los puntos vulnerable­s de la zona euro es su elevada dependenci­a energética del exterior, que ha amplificad­o los efectos del encarecimi­ento de las materias primas resultante de la brutal ofensiva de Rusia contra Ucrania desde finales de febrero. El alza sostenida del petróleo, junto a la fortaleza del dólar frente al euro durante los últimos meses, ha encarecido las exportacio­nes y provocado que los países europeos terminen importando inflación con estas compras. Por eso la reciente caída de la cotización del crudo en los mercados internacio­nales por debajo de los 90 dólares el barril como consecuenc­ia de las previsione­s de menor demanda tanto para este año como el próximo, y pese al recorte de la producción por parte de los principale­s países productore­s, reviste una importanci­a capital para la zona euro. De mantenerse en el tiempo, puede tener una contribuci­ón decisiva para relajar las presiones inflacioni­stas en la zona euro.

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