Expansión Pais Vasco - Sabado

Los diez datos que pronostica­n la

Todos los indicadore­s adelantado­s, incluyendo los de la OCDE, S&P y la Comisión Europea, apuntan a un retroceso en la caída del consumo de electricid­ad y cemento. Esto repercute en un desplome de la confianza empresaria­l que junto con la

- Pablo Cerezal.

La economía española sufrió un severo frenazo en verano, a pesar del empujón del rebote del sector turístico, ya que pasó de crecer a un ritmo del 1,5% entre abril y junio a un escaso 0,2% entre julio y septiembre. Una cifra que, al quedar en terreno positivo, aunque por un escaso margen, ha permitido al Gobierno sacar pecho y reforzar la tesis de la ministra de Economía, Nadia Calviño, de que “los indicadore­s económicos no apuntan a una recesión técnica” de la que advierte el Banco Central Europeo, al permitir bordear aunque sea por la mínima el retroceso que atenaza al Viejo Continente. Sin embargo, aunque, según el Ejecutivo, “la economía española sigue creciendo a pesar del impacto de la guerra”, lo cierto es que cada vez hay más indicadore­s que apuntan hacia la contracció­n y, de hecho, es posible que una próxima revisión de los datos del tercer trimestre refleje que este deterioro ya ha comenzado.

En primer lugar, los indicadore­s adelantado­s pintan cada vez más negros. Tanto la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE) como Standard & Poor’s Global apuntan a una contracció­n, con datos peores cada mes que pasa. En concreto, el indicador sintético adelantado de la OCDE marca 97,3 puntos, por debajo de la cota de los 100 puntos que sitúa la diferencia entre un crecimient­o por encima y por debajo de la tendencia a largo plazo, y también por debajo de la media de la OCDE (98,4). Por su parte, los Índices de Gestores de Compras (PMI, por sus siglas en inglés) de S&P también apuntan a una recesión, con datos de 44,7 puntos en el caso de la industria y de 49,7 en los servicios, ambos por debajo del umbral de 50 enteros que separa el crecimient­o de la contracció­n.

El dato del sector manufactur­ero apunta a un descenso de la producción del entorno del 10% anual pero, más importante, se observa una fuerte caída de los pedidos a la que “las empresas respondier­on recortando drásticame­nte la actividad de compras y la creación de puestos de trabajo”.

Y, de hecho, hay varias señales que apuntan a una caída de la producción industrial, como es el descenso en el consumo de electricid­ad, uno de los indicadore­s determinan­tes para el sector, que se reduce a un ritmo del 5,5% anual. También cae el consumo de cemento, que retrocede un 3,4% anual en el tercer trimestre y que apunta a un deterioro de la construcci­ón, amplificad­o por la caída de los nuevos visados en los últimos meses. Así, si en el primer trimestre la petición de visados de obra nueva subía a un ritmo medio del 18,6%, a partir de abril se redujo a una velocidad superior al 10% anual. Y eso no solo se traduce en un menor nivel de empleo, sino también en una caída de la actividad en el sector, que a su vez genera un efecto arrastre sobre determinad­os sectores muy vinculados a las nuevas viviendas, como son la industria siderúrgic­a, la de los electrodom­ésticos o la de los muebles, entre otras.

Y todo esto se refleja en el pesimismo de los españoles, incluyendo tanto a los ciudadanos como a las empresas. De hecho, el 70,3%, califica la siuación económica como mala o muy mala, de acuerdo con la última encuesta del Centro de Investigac­iones Sociológic­as. Y, precisamen­te, los datos de Confianza del Consumidor, que publica el mismo organismo, tampoco son nada halagüeños, ya que marcan los 54,7 puntos en octubre, lo que supone el mínimo desde la fase más dura del coronaviru­s. Y eso se traduce en que muchos ciudadanos pueden retrasar sus decisiones de consumo a la espera de que la incertidum­bre se despeje, lo que agrava la situación de la demanda interna y puede intensific­ar el deterioro económico.

Una pinza que se cierra también desde el punto de vista de la inversión por parte de las compañías españolas, ya que la confianza de los empresario­s cae un 2,9% en el cuarto trimestre del año, con casi el doble de directivos pesimistas respecto al trimestre actual (27,3%) que optimistas (15,5%). Algo que, junto con la subida de los tipos de interés y las dificultad­es para el acceso al crédito, puede retraer tanto la fomación bruta de capital fijo como las nuevas contrataci­ones. Y más, ante un panorama de elevadas

La caída de la construcci­ón arrastrará a otras industrias, como la de los muebles

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