Expansión Pais Vasco - Sabado

Así se convirtió Ono en una de las pocas mujeres CEO de Japón

- Andrew Hill.

La primera ejecutiva de Suntory Beverage and Food, que en Europa comerciali­za marcas como Orangina y Lucozade, hace balance sobre sus éxitos y las dificultad­es a las que se ha enfrentado.

“Es algo más que ‘ve a por ello’. Es algo así como: ‘No tengas miedo al fracaso. Sé persistent­e y ve a por los grandes retos. No te rindas”.

Makiko Ono intenta describir el concepto de yatte minahare, la clave de la filosofía corporativ­a de la empresa de bebidas japonesa Suntory Holdings. No existe una traducción exacta a otros idiomas, explica. Si no fuera demasiado modesta para ponerse de ejemplo, su propia carrera de cuatro décadas dentro de Suntory podría ser la mejor forma de explicar el concepto.

El año pasado, Ono se convirtió en una de las pocas consejeras delegadas de Japón cuando se le encargó llevar las riendas de Suntory Beverage & Food, una división del conglomera­do de bebidas que cotiza en Bolsa.

Cima de la gestión

Pensaba que había llegado a la cima de la gestión, ya que en enero de 2022, a los 61 años, se convirtió en directora de sostenibil­idad de Suntory. Es el tipo de puesto que suele marcar el techo de cristal para las mujeres en el entorno corporativ­o nipón. Reconoce que fue “una gran sorpresa” ser ascendida a CEO de Suntory Beverage & Food, que en Europa comerciali­za marcas como Orangina y Lucozade. También tiene una joint venture de embotellad­o con PepsiCo en Estados Unidos.

¿Se habría sentido decepciona­da si se hubiera nombrado a otro?

“Es una pregunta muy difícil”, responde Ono, haciendo una pausa antes de añadir: “Nunca pensé en ser primera ejecutiva, pero si otra persona ocupara ese puesto, podría sentirme decepciona­da, no frustrada, no totalmente satisfecha, pero tampoco insatisfec­ha”.

Ono ya tuvo alguna decepción al principio de su carrera y se recuperó. En 1982, tras incorporar­se a Suntory, fue asignada al equipo que dirigió la primera compra de una compañía de vinos francesa, Château Lagrange, por parte de una empresa nipona. La experienci­a le despertó el gusto por el buen vino y las ganas de trabajar en Francia.

“Le dije a mi jefe que tenía esta aspiración, pero en aquella época en el grupo Suntory no había ninguna mujer trabajando en el extranjero. Por supuesto, había algunos hombres en los principale­s países. Y [la] división de RRHH de entonces no estaba muy dispuesta a enviar a una mujer fuera de Japón”. Cuando surgía un trabajo en Suntory Francia, se le asignaba a un compañero.

Esta experienci­a le resultó frustrante. Ono había elegido Suntory en parte por la oportunida­d de trabajar fuera del país. Aun así, el grupo le parecía más moderno que otras empresas japonesas. Destacaba, por ejemplo, por contar con personal femenino en sus presentaci­ones de contrataci­ón de candidatas.

Sin embargo, en el fondo, el grupo seguía siendo entonces “muy de la vieja generación”. Ono reaccionó ante la decisión de Francia como lo habrían hecho muchas japonesas: “No mostré mi malestar, pero, por supuesto, seguí soñando con que llegaría mi momento”, recuerda.

En 1991, ya trabajaba en París para Suntory France, la primera mujer expatriada del grupo: yatte minahare.

La tenacidad y persistenc­ia de Ono parecen haberla hecho destacar de otras mujeres en el Japón empresaria­l de los años ochenta, cuando se esperaba que el personal femenino dejara su trabajo después de casarse. Otras cuatro mujeres se incorporar­on a la división internacio­nal de Suntory con Ono en 1982. “Nos preguntaro­n: ‘¿Cuánto tiempo queréis trabajar en esta empresa?’. Mis compañeras respondier­on que tres años. Y yo respondí, cinco años”.

En realidad, Ono, que es soltera, superó con creces esa modesta ambición, y ya va por su quinta década con Suntory.

En Francia añadió la ópera a sus pasiones antes de regresar a casa en 1997. “Cuando volví a Japón, me di cuenta de que me faltaba la experienci­a de trabajar en una empresa de verdad, es decir, dentro de la empresa”, asegura. Presionó a su jefe para que le diera un trabajo más práctico y, en 2001, se convirtió en directora de márketing de la marca de helados Häagen-Dazs Japan, en la que Suntory tiene una participac­ión del 40%, con un equipo de 40 empleados a sus órdenes.

“Sabían mucho más de Häagen-Dazs que yo”, reconoce Ono. El reto exigía un estilo de gestión poco común en la cultura de liderazgo dominada por los hombres de Japón. En lugar de imponer sus ideas, “empezó a pensar en potenciar o capacitar” al equipo de Häagen-Dazs para expandir la marca.

Como consejera delegada, Ono sigue aplicando la misma estrategia, marcando la dirección pero delegando en miembros expertos del equipo cuando lo estima oportuno: “No puedo hacerlo todo. Cada miembro tiene sus fortalezas y a veces tiene más experienci­a que yo en un sector o área”.

Ono se siente incómoda con la atención que ha despertado su ascenso. A los pocos meses de su nombramien­to, Fortune y Forbes la incluyeron en sus listas de líderes poderosas. Financial Times lo hizo en su ránking de las mujeres más influyente­s del mundo, junto a otras CEO más veteranas, como Mary Barra, de General Motors. En aquel momento, Ono ni siquiera llevaba un año en la cima y la cotización de sus acciones en los meses posteriore­s a su nombramien­to no fue muy buena, según reconoció ella misma.

“Agradezco que los medios me eligieran, pero creo que en realidad no saben mucho de mí”, asegura Ono.

Desafíos

La ejecutiva ya se ha impuesto desafíos difíciles. Aprovechan­do su experienci­a al frente del departamen­to de RRHH de Suntory Beverage & Food, quiere internacio­nalizar aún más el grupo. Aunque los colegas no japoneses han asimilado parte de la cultura corporativ­a japonesa, quiere derribar el “muro mental” que, según ella, sigue impidiendo que los equipos que trabajan en Japón aprendan de sus colegas internacio­nales.

En Japón, intenta combatir la mentalidad deflacioni­sta entre los clientes. Suntory Beverage & Food subió los precios antes que la competenci­a el año pasado y Ono no descarta volver a hacerlo, ya que los gastos generales siguen siendo elevados. Para lograr un nivel de crecimient­o sostenible, “tenemos que cambiar o mejorar toda la estructura de beneficios”, opina.

Desde que se incorporó a Suntory, la antigua empresa familiar ha crecido hasta convertirs­e en una multinacio­nal, aunque siga estando controlada por la familia. Ono afirma que nunca imaginó que directores no japoneses formarían parte del consejo o que su negocio internacio­nal llegaría a ser mayor que su actividad nacional.

Pero insiste en que aún queda mucho por hacer.

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MAKIKO ONO, consejera delegada de la empresa japonesa de bebidas Suntory Beverage & Food.

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