La escena económica requiere medidas serias
EEl impuesto temporal por la subida de tipos del BCE elevará el coste de capital y la percepción de riesgo
Los bancos llevan más de diez años con ajustes para sobrevivir a la anomalía monetaria
l plan del Gobierno de crear un nuevo impuesto a los bancos para gravar el beneficio que obtendrán por la subida de tipos que prepara el Banco Central Europeo tiene todos los atributos de la improvisación y el sinsentido. A la idea le faltan los detalles. No se sabe cómo planea articularla: si será un recargo en el impuesto de sociedades, cómo se distribuirá por bancos o si será un gravamen sobre los depósitos. Hay quien piensa que esto último puede ser más práctico a la hora de aplicarlo, pero también más fácil de trasladar al cliente, que será, si es que algún día se materializa, quien acabe pagando los platos rotos vía comisiones. Los expertos están convencidos de que los bancos con negocios puramente nacionales se llevarán la peor parte. En cualquier caso, merece la pena abordar la ocurrencia desde un plano objetivo y serio, porque si se aplica acabará elevando los costes del capital, o sea, de la financiación, y la percepción del riesgo implícito del país por el componente añadido de inseguridad jurídica. Un ladrillo más en el muro de la fragmentación del mercado que tanto preocupa al BCE porque abre la brecha entre países de primera y de segunda en un contexto de creciente incertidumbre y complejidad macroeconómica.
Tipos de interés. Diseñar una subida de impuestos porque el
BCE va a subir los tipos de interés, que no es otra cosa que poner fin a una anormalidad monetaria histórica provocada por la crisis de 2008, es inaudito. El BCE va a acabar con los tipos interés negativos para atajar un inflación disparada que ahoga a la economía. La banca lleva más de una década defendiéndose del efecto de años de dinero gratis y lo ha hecho con un ajuste récord de costes que ha supuesto la pérdida de más de 105.000 empleos, el cierre de 26.692 oficinas y un recorte tal de su rentabilidad que no llega para cubrir el coste del capital (le faltan de media 200 puntos básicos).
El negocio bancario. Pensar que la subida de tipos necesaria para frenar la inflación genera beneficios instantáneos en los bancos demuestra el desconocimiento total de cómo funciona el sistema bancario y su cuenta de resultados. Es un negocio de márgenes y el de interés es extraordinariamente delicado, tal como apuntan los expertos de Analistas Financieros Internacionales, porque la oferta de crédito en una coyuntura inflacionista y con los tipos de interés oficiales al alza puede sobrerreaccionar negativamente, perjudicando seriamente a familias y empresas que necesitan recurrir al préstamo bancario. Por otra prte, el beneficio extra de los bancos por la subida de tipos puede demorarse, ya que el pasivo se encarece antes que el activo. Y mientras los tipos suben, la volatilidad pasa factura a las carteras de crédito. En 2022, el impacto podría ser incluso negativo y en 2023 podría complicarse la situación si la inflación y tipos de interés más altos derivan en morosidad.
La obligación fiscal. Es importante tener presente que no estamos ante un sector con contribución fiscal reducida. Según la
Agencia Tributaria, la banca paga un tipo efectivo medio del
24,7%, más impuestos específicos y contribuciones regulatorias, como la aportación al Fondo de Garantía de Depósitos. El nuevo impuesto no puede ser más inoportuno, porque encarece la reestructuración que lleva a cabo el sector y los servicios financieros que presta. Eso es lo que cotiza en Bolsa.
Desbandada de inversores. La ola de ventas de acciones ha evaporado 5.433 millones de valor bursátil de los bancos, aunque la cifra le parece irrelevante al presidente del Gobierno, porque “la evolución de su capitalización ha sido extraordinaria en los últimos meses”. Los pequeños inversores podrían recordarle ante tan frívolo comentario el calvario bursátil desde 2008: Santander pierde un 54%; BBVA, un 45%, y Sabadell, un 80%. Popular ya no existe. La banca cotiza por debajo de su valor en libros y apenas entre 5 y 7 veces el beneficio por acción esperado.
El anuncio populista de Sánchez tal vez tenga réditos políticos, pero implicará un alto coste en términos de financiación, ahorro e inversión para pymes y familias. No es a esto a lo que se refiere el BCE cuando pide medidas fiscales temporales y adecuadas para prevenir shocks económicos y apoyar el crecimiento.