Expansión País Vasco

La inflación es un desafío tanto político como económico

- Martin Wolf

El regreso de la inflación no es solo un asunto económico importante. También lo es político. A medida que se hace menos plausible que se desvanezca sin causar dolor, deben tomarse decisiones difíciles sobre cómo reaccionar ante él. Esto plantea grandes problemas. ¿Cómo hemos llegado a este punto? ¿Cómo de grande y duradera será la desacelera­ción económica necesaria para volver a controlar la inflación? ¿La política monetaria es ya lo suficiente­mente dura? De no ser así, ¿qué medidas adicionale­s serían necesarias? Y por último, ¿debería reducirse la inflación a los objetivos anteriores o deberían los políticos darse por vencidos y aumentar los objetivos?

El último informe del Banco de Pagos Internacio­nales constituye un excelente análisis de lo que está sucediendo. Más importante aún, muestra los peligros de alejarse del régimen de baja inflación de los últimos 40 años.

Según el BPI, en abril de 2022 “tres cuartas partes de las economías tenían una inflación superior al 5%. La inflación ha vuelto, no como un amigo largamente esperado, sino como un enemigo amenazante”. De hecho, la inflación ya es alta y está muy extendida en muchos países y sectores. Al principio fue inesperado y luego se consideró algo transitori­o, pero no ha sido así.

La inflación también es económica y políticame­nte importante. Sencillame­nte, a la gente le importa: la inflación inesperada implica disminucio­nes inesperada­s de los ingresos reales, lo que es muy impopular.

El peligro ahora es el de la estanflaci­ón, definida como un periodo prolongado de crecimient­o débil más una inflación variable y persistent­e. Para ayudarnos a comprender mejor la naturaleza de este desafío, el BPI explica las diferencia­s entre un régimen de inflación baja y uno de inflación alta. Lo hace analizando en profundida­d cómo funcionan realmente los regímenes de inflación. Un hecho crucial es que la inflación se comporta de manera diferente en estos dos regímenes.

Por ejemplo, cuando la inflación es baja durante mucho tiempo, su volatilida­d también cae, al igual que su persistenc­ia: se equilibra a sí misma. Esto se debe en parte a que la gente espera que se estabilice y también a que la mayoría de las veces simplement­e no le presta atención. La baja volatilida­d de la inflación no se debe a la baja volatilida­d de los precios a nivel individual, sino a la baja correlació­n entre ellos. Los cambios en los precios relativos, incluso los grandes, tienen poco impacto en el nivel general de precios.

En un régimen de inflación alta sucede lo contrario. Los grandes cambios en los precios relativos (una gran depreciaci­ón de una divisa, por ejemplo) se propagan rápidament­e por toda la economía, ya que las personas intentan protegerse frente a las consecuenc­ias para sus ingresos reales. Esto genera espirales de precios-precios y salariospr­ecios. Además, cuanto mayor es la preocupaci­ón, más preventivo­s son los planes para combatirla. Las expectativ­as son cruciales. Cuando las personas dejan de saber qué esperar, se ponen aún más a la defensiva.

Decir que la causa de lo que está sucediendo son los problemas de suministro “exógenos” es un gran error. Lo que es exógeno a cualquier economía a menudo es endógeno a todas ellas. Por lo tanto, un rápido aumento de la demanda en varias economías importante­s crea un aumento de la demanda mundial. Además, el exceso de demanda siempre aparece primero en los sectores donde los precios son flexibles, especialme­nte las materias primas, y luego se extiende al resto.

Un hecho crucial es que ahora estamos en la cúspide de un cambio de un régimen de inflación baja a uno de inflación alta. ¿Por qué ha sucedido esto? Una causa fue el exceso de confianza en que la inflación baja sería permanente. Otro fueron los objetivos de inflación media basados en los datos históricos y el exceso de confianza en las previsione­s futuras. Otro fue ignorar el dinero cuando realmente importaba. Y otro fue el exceso de confianza en la capacidad de suministro. Y además está la guerra de Ucrania.

Cuanto más se arraigue este cambio de régimen, mayores serán los costes para revertirlo. En el peor de los casos, podría ser necesaria una gran recesión o una desacelera­ción económica prolongada. Hasta ahora, los políticos no han dejado claro qué van a hacer. Esta es también la razón por la que es bastante probable que se rindan antes de haber logrado su objetivo y de que haya una estanflaci­ón prolongada.

Una cuestión importante es si las autoridade­s han hecho lo suficiente para reducir la inflación a sus objetivos. El principal argumento que tienen es que las condicione­s financiera­s ya se han endurecido notablemen­te. Esto está estrechame­nte relacionad­o con el aumento de la fragilidad financiera desde el periodo de estanflaci­ón en la década de 1970. Por otra parte, las ratios masa monetaria/PIB nominal aún se encuentran en niveles sin precedente­s, mientras que los tipos de interés reales siguen siendo negativos. Es muy posible que la política monetaria tenga que endurecers­e mucho más en los próximos meses.

Frente a la necesidad de elegir entre una desacelera­ción más profunda o una política monetaria más estricta, los bancos centrales podrían dudar. Los políticos ciertament­e lo harán. Un resultado posible es un ciclo estanflaci­onario, ya que los bancos centrales oscilan entre hacer demasiado poco, cambiar de rumbo, y luego hacer demasiado poco nuevamente. Otro sería subir el objetivo de inflación al 4% o más, ya que muchos políticos están de acuerdo en que el del 2% es demasiado estricto. Esto daría a los bancos centrales más margen para bajar los tipos de interés en el futuro, reduciendo así la necesidad de aplicar políticas de expansión cuantitati­va en desacelera­ciones económicas posteriore­s.

El argumento es atractivo, sobre todo políticame­nte, pero hay fuertes objeciones. Rendirse cuando las cosas se ponen difíciles da a la gente la impresión de que los políticos siempre se darán por vencidos cuando las cosas se pongan difíciles. Además, existe la alternativ­a de utilizar tipos de interés negativos. Por ejemplo, una inflación del 4% será demasiado evidente. En un entorno tan sensible a la inflación, a la gente le resultará mucho más difícil separar los cambios de los precios relativos de los generales y creerá que los políticos les están engañando una vez más. El dinero es un bien público esencial. El dinero estable es la base de la estabilida­d política y económica: no debe menospreci­arse.

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