El IPC en EEUU se dispara hasta el 9,1% y toca máximos de 41 años
CONSUMO/ El dato interanual de la inflación en Estados Unidos superó ayer todas las previsiones de los economistas al escalar medio punto en junio respecto a mayo impulsado por los precios de la energía.
Otro récord de las últimas cuatro décadas. El IPC estadounidense interanual se situó en junio en el 9,1%, medio punto por encima del 8,6% que registró en mayo y superando todas las previsiones de los economistas, que pronosticaban un 8,8%. Se trata de la cifra más elevada desde 1981.
La inflación se aleja todavía más del objetivo del 2% que se ha fijado la Reserva Federal (Fed), por lo que es de esperar que a finales de este mes el banco central vuelva a subir los tipos en tres cuartos de punto, como ya hizo el mes pasado –un incremento que no se veía desde 1994–.
La buena noticia, según los economistas, es que en los datos publicados ayer por la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos se aprecia una moderación en el alza del precio de la gasolina (que con un incremento del 11,2% sigue siendo el motor de la inflación), así como en la cesta de la compra, lo que podría indicar que el IPC podría haber tocado techo ya y empezar a dar señales de desaceleración en los próximos meses.
Aun así, mientras que los alimentos subieron un 1% en el último mes, los precios de la energía subieron un 7,5%. Hay que tener en cuenta que se trata de la partida con más peso en el índice y, en los últimos doce meses, ha escalado un 41,6%. De fondo, la guerra de Ucrania, las sanciones al petróleo y al gas rusos y la crisis energética que se ha desatado en Europa a raíz del bloqueo a Rusia.
Mientras Estados Unidos intenta aumentar la producción de crudo y renegociar sus relaciones bilaterales con Venezuela y Arabia Saudí para que también incrementen el ritmo de barriles diarios, la energía sigue haciendo estragos en la economía doméstica del país.
La inflación subyacente interanual, que no tiene en cuenta ni la energía ni los alimentos, se situó en junio en el 5,9%, una décima por debajo de la registrada en mayo, por lo que también es una señal positiva. Por el contrario, en términos mensuales, se situó en el 0,7%, ligeramente superior al 0,6% entre abril y mayo.
Por otra parte, aumenta la presión inflacionista en los gastos relacionados con la vivienda, que suponen el 40% de la inflación subyacente. Según los expertos, esta partida es una de las más permeables a la subida de tipos de la Fed, por la relación directa entre el precio del dinero y los créditos hipotecarios, pero su impacto en el precio de alquileres y compraventa de viviendas no es inmediato y se deja notar a medio plazo.
En su última reunión, celebrada en junio, la Fed ya apuntó que una vez que se diera a conocer el dato de la inflación de este mes tomaría una decisión sobre la próxima revisión de los tipos. Los gobernadores del banco central se debatían entre el medio punto y los 75 puntos básicos. Con un 9,1% de inflación, nadie duda ya que la decisión estará en la franja alta. Incluso alguna voz sugería ayer un ritmo aún mayor, cercano al punto entero. Sin embargo, de momento esta opción parece descartada, sobre todo ante el temor de una sobrerreacción que termine provocando una profunda recesión económica, lejos del “aterrizaje suave” que todavía defiende la Fed.