El fallo estratégico con Argelia que saldrá caro
Casi desde el minuto uno en el que las relaciones entre España y Argelia empezaban a quebrarse por la decisión del Gobierno de Pedro Sánchez de cambiar la posición histórica de nuestro país sobre el Sáhara Occidental, Italia estaba ya haciendo las gestiones para reforzar las relaciones comerciales con el país argelino. El ministro de Transición Ecológica de Italia, Roberto Cingolani, viajó en aquel momento a Argel para que Italia sustituyera a España como socio preferente. El Gobierno de Mario Draghi sabía ya que Argelia, como importante productor gasista, podía ser una pieza clave para asegurar el suministro ante las difíciles circunstancias que se estaban gestando por la invasión rusa de Ucrania. Tan estratégico es para Italia el acuerdo con Argelia que Draghi ha frenado su salida del Gobierno para dejar cerrados ayer todos los cabos. El resultado es que en lo que llevamos de año el suministro de gas desde Argelia a Italia ha crecido más de un 113% y que el país africano ha sustituido a Rusia como primer proveedor del país transalpino. Justo el movimiento contrario al efectuado con España. Si cuando se produjo la decisión protagonizada por el Gobierno de Sánchez respecto a Argelia ya pareció un grave error, el paso del tiempo no ha hecho sino confirmarlo.
Más teniendo en cuenta que la ruptura de relaciones ha dejado las dos grandes arterias que teníamos para traer gas a nuestro país casi paralizadas.
La amenaza de Rusia de cortar el suministro gasista a Europa se presenta como una espada de Damocles sobre el crecimiento del Viejo Continente. De ese gas depende no solo que se puedan calentar los hogares sino también que funcione una parte de la industria. Tan grave es la situación que la mayor parte de los países europeos, con Alemania a la cabeza, ha empezado a fijar ya planes de contingencia, que incluyen la reapertura de viejas centrales de fuel y de carbón, ante una posible escasez a partir del otoño. España presume de tener prácticamente un tercio de las plantas de regasificación que hay en Europa y eso le otorga una cierta ventaja que, sin embargo, no es suficiente en un momento en el que el gas va a escasear y en el que muchos países van a pujar por llevarse los barcos que haya en el mercado. España no tendrá un problema de suministro, pero tendrá un problema de precio, derivado en buena medida de una mala decisión en el peor momento.
Los esfuerzos de Draghi por estrechar lazos con Argelia muestran el error que cometió España