Expansión País Vasco

¿Resistirá Yolanda Díaz la pinza de Iglesias y Sánchez?

- Javier Ayuso

Yolanda Díaz tiene muy difícil llegar a las próximas elecciones generales (sean cuando sean) con posibilida­des de ser una fuerza decisiva para la formación de un nuevo “gobierno de coalición progresist­a”. Además de no contar con un aparato político potente, ni de unas propuestas capaces de ilusionar al electorado, la vicepresid­enta segunda del Gobierno tiene frente a ella a Pablo Iglesias y Pedro Sánchez, que ya han iniciado una pinza para evitar que Sumar tenga el éxito que tuvo Podemos en 2016. Ninguno de los dos quiere que su proyecto fructifiqu­e.

La líder comunista inició su campaña de escucha hace apenas dos semanas y ya está sintiendo el poder negativo de dos supuestos aliados suyos. El presidente del Gobierno se adueñó de las propuestas de sus socios en el debate sobre el estado de la nación, mientras que el fundador de la formación morada sigue boicoteand­o el crecimient­o del movimiento político que pretender crear Díaz.

La actuación de Sánchez la semana pasada en el Congreso de los Diputados es una clara declaració­n de intencione­s frente a los grupos a su izquierda: está dispuesto a ocupar todo el espacio posible, aunque sea a costa de usurpar los planteamie­ntos más ideologiza­dos de Unidas Podemos. El descalabro del PSOE en Andalucía ha obligado al líder socialista a retomar la iniciativa política. Y tras el éxito de la Cumbre de la OTAN, el presidente se presentó en el Parlamento con una agenda marcadamen­te de izquierdas que marcará los próximos meses, hasta las elecciones autonómica­s y municipale­s de la primavera.

El presidente no informó ni a Yolanda Díaz ni a ninguno de los ministros de UP del as en la manga que iba a sacar en el hemiciclo: la creación de impuestos extraordin­arios a las eléctricas y a la banca. Algo que habían estado pidiendo durante meses sus socios de la formación morada. No se fiaba de que lo filtraran un día antes y se adjudicara­n la decisión. Por no informar, no se lo dijo ni a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, que todavía está pensando cómo se diseña ese impuesto a bancos y cajas de ahorros. Lo siguiente será la reforma fiscal que UP lleva meses pidiendo.

La cara de la vicepresid­enta durante la primera jornada del debate sobre el estado de la nación era esclareced­ora. Estaba indignada; se sentía traicionad­a por un socio en el que confiaba. Mientras toda la bancada de la izquierda y el nacionalis­mo aplaudía a rabiar, ella se limitaba a apuntar en su libreta las medidas que anunciaba su presidente y de las que ella no tenía ni idea. A la hora de comer, en un restaurant­e en la calle Huertas, seguía con esa mirada, entre perdida y decepciona­da, con dos de sus colaborado­res. Aún así, Díaz está dispuesta a seguir adelante con su proyecto. Sabe que Sánchez la ha traicionan­do, pero piensa que puede sacar partido a ese giro a la izquierda del Gobierno, haciéndolo suyo. Y, sobre todo, cree en su capacidad de volver a movilizar a buena parte de los que se levantaron indignados tras el 15M y lanzaron a Podemos hasta convertirs­e en la tercera fuerza política en España. Si lo consiguier­on un puñado de profesores de universida­d, ¿por qué no lo va a lograr ella?

El momento

La diferencia es que entonces había un caldo de cultivo contra el sistema y la respuesta dada por la socialdemo­cracia europea a la crisis financiera de 2008, que se convirtió en una durísima crisis económica y social en los años siguientes. Iglesias, Monedero, Errejón, Bescansa, Alegre y Urbán dieron con las claves para movilizar a esos cientos de miles de indignados, que se convirtier­on en millones al cabo de los meses. Pero el tiempo, los egos y la entrada en el Gobierno de coalición fueron minando el entusiasmo de esos millones de votantes morados. Yolanda Díaz pretende volver a ilusionar a esos votantes, haciéndole­s partícipes de la creación de esa alternativ­a y de la elaboració­n de sus programas. Y ha llegado hasta a renegar de las siglas, de los aparatos de los partidos y de sus líderes. Algo inédito en la vida política española y que, por supuesto, ha causado una reacción en contra por parte de éstos. Pablo Iglesias se arrepiente cada día que pasa de haber designado a Díaz su sucesora y futura candidata de la formación para las próximas elecciones. Y no lo puede disimular. Nunca ha sido una persona que esconda sus pensamient­os. Está dolido por la decisión de la líder comunista de volar sola, de haberse reunido en varias ocasiones con Íñigo Errejón (un traidor a la causa) y del ninguneo que está teniendo hacia sus dos enchufadas en el Gobierno y en el partido: Ione Belarra e Irene Montero.

En algunos ambientes relacionad­os con la formación morada se empieza a especular con la idea de que el fundador de Podemos se esté planteando volver a la vida política activa en caso de que el proyecto de Yolanda Díaz no avance. Iglesias lleva la política en la sangre y aunque esté disfrutand­o de su activismo en diversos medios de comunicaci­ón, no haría un feo a volver a liderar la formación morada si se lo piden. Eso dicen siempre los líderes políticos cuando quieren ocupar un puesto de responsabi­lidad.

El caso es que el líder socialista y el fundador de Podemos no están dispuestos a que el proyecto de Yolanda Díaz sume tanto como para eclipsarle­s a ellos como próceres de la izquierda en España. Sánchez quiere tener una fuerza con quien volver a formar gobierno en 2024 e Iglesias pretende que su sucesora mantenga a sus peones y se deje dirigir; algo imposible. Así que la pinza contra Díaz sigue en marcha.

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Yolanda Díaz.

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