Gran compañero y amigo
Decir que no hay palabras ante el fallecimiento de quien fue ese gran compañero y amigo –“fue”, hasta el tiempo del verbo produce escalofríos– Jorge Badía, resulta este año, desgraciadamente para la Abogacía, una frase manida. Son ya varios los compañeros que nos han dejado repentinamente en los últimos meses, a edades demasiado tempranas como para encontrar una explicación mínimamente lógica, y ello, por mucho que nuestra profesión sea especialmente dura y estresante, que lo es.
Tuve ocasión de tratar en muchas ocasiones a Jorge Badía, tanto en mi pasada condición de socio director de Garrigues y de Baker McKenzie, como en la actual de decano del ICAM. La última, hace escasamente unas semanas en la mesa redonda de socios directores de grandes despachos que organizamos en el Colegio con ocasión de nuestro 425 Aniversario.
Jorge fue, ante todo, un gran abogado y admirado por todos los que nos dedicamos al mundo de la litigación y el arbitraje. Pero, además, fue un gran gestor, quien, junto con Rafael Fontana y el propio Emilio Cuatrecasas, supo dirigir ese extraordinario despacho que es Cuatrecasas hasta convertirlo en una auténtica referencia nacional e internacional de la abogacía de los negocios. Ejercer la abogacía y dirigir una Firma del tamaño de Cuatrecasas requiere unas grandes dosis de sacrificio, inteligencia, paciencia, valentía, estrategia y visión de futuro. Jorge Badía tenía todas y cada una de esas virtudes, y ahí está el resultado; virtudes a las que sumaba la excelencia, la ética y la bonhomía.
Como decano del Ilustre Colegio de la Abogacía de Madrid solo puedo expresar mi profundo agradecimiento a Jorge Badía y, con él, a todos los socios y profesionales de Cuatrecasas. Siempre estuvo a disposición del Colegio prestándonos su ayuda y la de su Despacho en cualquier cosa que le pedíamos, y sin importarle compartir la visión que Cuatrecasas tiene sobre los retos a los que la Abogacía se enfrenta, y cómo se plantea abordarlos; información que, sin duda y en un ejercicio de solidaridad encomiable, ha sido y será de una gran utilidad para autónomos, pequeños y medianos despachos.
La Abogacía española está otra vez de luto. Ha perdido a uno de sus grandes referentes. Este país necesita una sociedad civil potente y, desde luego, nuestra profesión se ha convertido en un auténtico ejemplo de esa sociedad dinámica y excelente que España se merece. Jorge Badía, al frente de Cuatrecasas, fue un verdadero pilar de esta nuestra bella profesión y el vacío que deja es enorme.
Descansa en paz, querido amigo y compañero.