En busca de cobalto en los desechos mineros
LOS GEÓLOGOS BUSCAN EN EL INTERIOR DE AUSTRALIA LA MATERIA PRIMA UTILIZADA EN LAS BATERÍAS DE LOS VEHÍCULOS ELÉCTRICOS COMO PARTE DE LOS ESFUERZOS DE CANBERRA PARA DIVERSIFICARSE DE LOS COMBUSTIBLES FÓSILES Y POSICIONARSE EN LA PRIMERA LÍNEA DEL NUEVO PAR
Cuando el Gobierno del estado de Queensland envió a Anita Parbhakar-Fox a la remota ciudad de Mt Isa, en el interior de Australia, para buscar cobalto en los escombros de las minas de cobre, la profesora de geología albergaba grandes expectativas.
Pero cuando analizó las muestras en su laboratorio de la Universidad de Queensland se quedó sorprendida. Una de las lecturas mostraba 7.000 partes de cobalto por millón (ppm), más de 200 veces la presencia media de cobalto en la corteza terrestre.
“Casi me caigo de la silla cuando recibí ese dato”, asegura, explicando que 300 ppm son suficientes para entusiasmar a las mineras. “Si tienes 7.000 ppm, es muy jugoso. Fue un momento triunfal”.
Los gobiernos estatales y federales de Australia están enviando equipos de geólogos al interior del país para que busquen cobalto en los residuos de las minas, dentro de los esfuerzos del país para diversificarse de los combustibles fósiles y convertirse en exportador de minerales para energías limpias, como el cobalto, el níquel y el litio.
El descubrimiento de Parbhakar-Fox indica que numerosas escombreras y presas de la región pueden contener grandes cantidades de cobalto convenientemente situadas cerca de las infraestructuras mineras y de transporte. El país sólo produce el 4% del cobalto mundial, a pesar de poseer casi el 20% de los yacimientos estimados, según las cifras del Gobierno.
“Esto supone un punto de inflexión para Australia”, asegura Joe Kaderavek, consejero delegado de Cobalt Blue, una minera y procesadora de cobalto australiana de Broken Hill, en el sureste de Australia, que está examinando el potencial de extracción de cobalto de los residuos de las minas.
“La escala de la oportunidad de extraer cobalto de estas presas y escombreras significaría que no estaríamos obteniendo 3.000 o 4.000 toneladas de cobalto [al año], sino cuatro o cinco veces más que esta cifra, si fuéramos a sacarlo al mercado”, explica Kaderavek.
Calcula que puede haber hasta 300.000 toneladas de cobalto entre los escombros mineros olvidados que dejaron las empresas durante el siglo pasado, cuando los metales para baterías no tenían mucha demanda.
El cobalto es un componente clave de las baterías de iones de litio utilizadas en los vehículos eléctricos (VE) y los smartphones, y suele encontrarse junto a los depósitos de cobre y níquel.
Aunque las baterías pueden fabricarse sin cobalto, su inclusión aumenta considerablemente la eficiencia. Tres cuartas partes de las baterías para VE fabricadas el año pasado contenían este metal, según el Instituto del Cobalto, una asociación comercial de Reino Unido.
Pero las fuentes de cobalto son problemáticas. La República Democrática del Congo (RDC), en África, produce más de dos tercios del cobalto del mundo, según Wood Mackenzie, y la industria de ese país ha sido objeto de continuas críticas por abusos de los derechos humanos.
Un histórico informe de 2016 de Amnistía Internacional descubrió que el trabajo infantil era común en las pequeñas minas artesanales, donde los trabajadores estaban expuestos a condiciones peligrosas a cambio de un salario escaso.
Wood Mackenzie prevé que la demanda global de cobalto se duplique en 2050, a medida que el uso de baterías aumente exponencialmente y los VE con emisiones cero sustituyan a los motores de combustión que emiten carbono.
“Creo que [el cobalto] todavía tiene un espacio en el sistema de baterías para aquellas con un mayor rendimiento. Y si se puede extraer de un lugar donde su coste sea razonablemente competitivo y se cuente con un flujo fiable que no salga de la RDC, entonces seguro que habrá compradores”, afirma Ross Gregory, del grupo de asesoramiento New Electric Partners.
Allison Britt, directora de asesoramiento y promoción de recursos minerales en Geoscience Australia, una agencia del Gobierno federal que está cartografiando los depósitos de cobalto en las escombreras de las minas de toda Australia, asegura que el país tiene “un enorme potencial para suministrar una mayor cantidad del cobalto mundial”.
“Si lo hiciéramos, se produ-* ciría bajo nuestro sólido régimen medioambiental, social y de gobernanza, lo que reduciría la dependencia de las minas de cobalto del Congo”, explica.
Diversos analistas señalan que otra motivación para construir nuevas cadenas de suministro de cobalto es romper el dominio de China en el procesamiento de cobalto. El año pasado, China representó el 72% del refinado de cobalto, según el Instituto del Cobalto. Las mineras australianas suelen ser reacias a procesar sus minerales a nivel local, pero eso está cambiando.
El apetito de Estados Unidos por el cobalto australiano quedó demostrado a principios de este año cuando General Motors firmó un contrato a largo plazo con Glencore, el mayor productor de cobalto de Australia, por el cobalto extraído y procesado en Australia Occidental.
Aunque Australia tiene potencial como exportador de cobalto, los expertos afirman que no está claro que los inversores se arriesguen a aportar capital a largo plazo dado que la tecnología de las baterías avanza tan deprisa.
“Normalmente una nueva mina tarda de ocho a quince años en empezar a producir”, señala Ying Lu, analista de metales para baterías de Wood Mackenzie.
“Si empezamos a invertir y a construir ahora, lo más pronto que podremos obtener material será a principios de la década de 2030. Y en ese tiempo probablemente haya una mayor incertidumbre con respecto a la demanda”.